Cuerpos, materialidades, artificios
RESULTADO DE INVESTIGACIÓN: Proyecto de Doctorado Cuerpos, sociedades e instituciones a partir de la última década del Siglo XX en Colombia. Doctorado Interinstitucional en Educación – Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, Colombia y Universidad del Valle, Cali, Colombia
Existe la sonrisa desincronizada del delirante, la mirada huidiza del autista, o la mirada perdida del estupor. El cuerpo no puede ser una página en blanco, un pretexto.
(Descamps, 1992:10).
El mundo es un laberinto de contingencias corporales. La carne no es otra forma de llamar al cuerpo, es más bien otro modo de decir que el cuerpo es más que cuerpo, es carne, masa interiormente trabajada, a la vez sensible y sentida…
(Larios, 2005:1),
(…) y la mente, es el cuerpo que se experimenta a sí mismo…
(Muñoz Gutiérrez, 2009:1).
INTRODUCCIÓN[1]
Los dispositivos y las racionalidades de la modernidad han determinado para el cuerpo sus materialidades y sus procesos de sustanciación (carne, piel, fluidos, olores, texturas, temperaturas, color, etc.), dejando al descubierto las anatomo-políticas corporales que van a dirigir el proyecto modernizador en Colombia con base en todos aquellos artificios que la cultura imprime como trazo y huella de una época. Sin embargo, estamos asistiendo en las últimas décadas, a un vértigo de mutaciones que la raza humana no había experimentado en toda la historia de la civilización.
CUERPO TRANSPARENTE, INTERVENIDO Y EXPANDIDO
La cara del mundo modificó su fisonomía en un período de tiempo tan insignificante, si pensamos en lo que ha sido la evolución de la especie humana, que produce escalofrío imaginar lo que está por venir. Mientras el pasado es comprensible, el presente parece más líquido e inestable y el futuro ya no se puede pre-decir. El pensamiento que vinculaba de manera segura y confiable el constructo cuerpo con mente, cultura y naturaleza, se abre paso hacia una nueva gramática corporal que promueve materialidades somáticas en ámbitos de la corporalidad impredecible. Es decir, el cuerpo humano y la experiencia de sí mismo se tramitan con base en configuraciones somáticas que nos permiten habitar al mismo tiempo, una gran cantidad de entidades y de eventos, en términos de un solo cuerpo. Se trata de materializar en el cuerpo una política del simulacro y de la artificialidad mediante recursos que en el discurso social son cada vez más válidos e incluso deseables. Hay transformaciones corporales que son hechas ante la aceptación de los estereotipos de la moda y sobre la imagen del cuerpo que las demandas del mercado proponen, cuya premisa se afinca en el borramiento de las fronteras interior-exterior. El desdibujamiento de los límites entre privado / público – interior / exterior, ha constituido un cuerpo transparente, intervenido y expandido. Los injertos de tejidos y los trasplantes de órganos son el preámbulo de la creación de artificios tales como las cirugías plásticas, las modificaciones y la introducción de objetos y sustancias en el cuerpo, que junto al ejercicio, las dietas, la alimentación sana y las técnicas de mantenimiento y conservación, se consideran adecuaciones necesarias para su aceptación social y su vida pública.
Para decirlo de otra manera, con la mercantilización del cuerpo, la piel, esa huella personal y única, va dejando de lado su misión encarnada de envoltura táctil (Montagu, 2004) y de texto a través del cual es posible leer las superficies corporales (lunares, acné, cicatrices, cortes y registros cutáneos, color, decoloración) y develar presencias somáticas enigmáticas y misteriosas. Los ideales estéticos de la contemporaneidad están cargados socialmente de códices que modifican formas y que hacen cuerpos cada vez más expuestos y menos visibles. El lienzo sobre el cual se pintaban los rubores y las ilusiones y el cuerpo-carne y la carne-mudo (Merleau-Ponty, 1945) que se podía refugiar en sus ausencias y sus distancias, se va diluyendo en escrituras de la inminencia y de la semejanza. Pareciera que la materialidad corporal está sometida a los artificios de la identidad prescrita de una subjetividad compartida y homologada. Los gestos, los estereotipos, los cánones estéticos, los emblemas, las cartografías cinésicas que codifican las formas de los dedos, del rostro y el tipo de arrugas; la proxemia que codifica el espacio en términos de distancias y ángulos de acercamiento al otro, para inferir topografías de la conciencia o de las intenciones; las prácticas de auto-control y estandarización anatómica; en fin, son somatotipos estratégicos que funcionan hoy, como racionalidades al servicio de materialidades y artificios de la corporalidad del siglo que empieza (Mallarino, 2012). La economía capitalista es responsable de una gama amplia de dispositivos para modelar cuerpos y subjetividades. El consumo de actividades corporales tras la belleza y el mapeo generizado para territorializar el trabajo muscular según los diferentes sexos; el desgaste de los cuerpos que se agotan en el mirar y querer emular; el dolor, las privaciones y el sufrimiento de quienes invierten en el cuerpo; y la legitimación de la violencia somática, conciernen a las maneras de ver el cuerpo humano y a las formas de definir sus zonas de sombra, “que no cesan de variar a lo largo de la historia y de acuerdo con los presupuestos de la cultura” (Branco, 2007, p. 340).
Es inminente dilucidar los juegos de poder en los que se implican los cuerpos con estas prácticas o las prácticas en las que el mercado los ha puesto deliberadamente en términos de funciones, productos y estrategias de comercialización, al punto de pensar ellos mismos que obedecen a sus propias ilusiones, cuando en realidad son sujetos o mejor objetos de dispositivos descarados de somatización del lucro. La variadísima oferta que se incluye en la agenda actual del mercado también pasa por sentirse bien en el propio cuerpo y comprender el mundo a través suyo para ayudar a mantener la coherencia vital. Los expertos del focusing o técnica del 'enfoque corporal' que consiste en concentrarse para encontrar una buena sensación con el cuerpo, recomiendan acceder directamente a su sabiduría y conectarse con ella para sentirse mejor, resolver conflictos y afrontar distintos retos vitales:
Como hombres aprendemos a tratar nuestro cuerpo como algo aparte, como algo que necesita ser entrenado. Muchas veces exigimos más de nosotros mismos porque intentamos ponernos a prueba frente a los límites del cuerpo, y esto constituye una forma de afirmar nuestra masculinidad (Seidler, 2000, p. 45)
Así mismo, íconos del modelaje nos revelan sus mejores trucos para conservarse bronceadas, sobre todo en clima frío. La clave: consumir alimentos ricos en vitaminas A y E y broncearse de manera inteligente, lo que implica hacerlo antes, durante y después de las vacaciones. Las interioridades corporales también son objeto de interés y contribuyen con el focusing corporal. Investigadores de la Universidad de Colorado, desarrollaron:
(…) un atlas de las bacterias que se ubican en distintas partes del organismo de las personas. (…) algunos de estos microbios ayudan a los individuos a mantenerse sanos, gracias al papel que juegan en las funciones fisiológicas, como el desarrollo del sistema inmune y la digestión de ciertos alimentos, además de ayudar a evitar la entrada de agentes patógenos causantes de enfermedades. “El esclarecimiento de la biogeografía de las comunidades bacterianas en el cuerpo humano es básico para establecer los parámetros de la salud que nos ayuden a detectar las diferencias asociadas a enfermedades” dijeron los autores[2]
Se recomienda también, para sentirse a gusto en un cuerpo perfecto y sano, atender a la sabiduría de su materialidad: 1.77 de estatura; medidas 90-60-90; una sonrisa amplia y dientes que brillen como si los acabaran de estrenar. Así como las imágenes amplificadas de la publicidad traducen imaginarios en cuerpos-ídolos que se reproducen creando tendencias y estereotipos, en el ámbito de la actividad deportiva el modelo propuesto es el cuerpo-enano de las gimnastas[3]; en el ámbito de la corporalidad top-model, es el cuerpo sin cuerpo, descarnado, la delgadez extrema; y, en el ámbito del ejercicio físico, el modelo del joven vigorexico, el cuerpo hipermusculoso. (Torres García, 2007).
En otros sentidos, es válido replantear los vínculos simbólicos entre ser y mundo a través de una alfabetización de los objetos o de un alfabetismo a partir de ellos que funge como dispositivo de irrupción del cuerpo en su cultura. El cuerpo en tanto territorio cultural, es ser histórico y social determinado por sus condiciones concretas de existencia. Pensar el cuerpo es pensar el mundo (Le Breton, 2011) a raíz de pensar los artificios que lo materializan: tenemos la influencia del cine en los procesos de urbanización y de la televisión en la configuración de un repertorio compartido de imágenes o en la unificación de las entonaciones socialmente inteligibles (nos damos cuenta de que alguien no pertenece a lo conocido por el “cantico” de su palabra). La cultura urbana popular escenifica la posibilidad de existir en tanto publica la cotidianidad gracias a las mediatizaciones sociales de las que dispone -grafitis, carteles, comerciales- y a través de las cuales expresa su aceptación, oposición o crítica al orden impuesto. El poder político, por su lado, extiende su brazo al consagrar a sus héroes y memorias históricas (monumentos) como acontecimientos fundadores del Estado, o al sincronizar la vida cotidiana con los intereses del poder económico -proliferación de anuncios y renovación incesante de novedades impuestas por la publicidad- (García Canclini, 1989). Así mismo la tecnología crea materialidades en modo de sincretismos algunas veces forzados y artificiales como las fotocopias que desencuadernan y ensamblan documentos “siguiendo no la lógica de producción intelectual sino la de los usos”; o los video clips que mezclan imagen, sonido y texto y que son capaces de albergar al mismo tiempo piezas cultas con manifestaciones del folclor popular, atendiendo a necesidades o caprichos del consumo,
La coexistencia de estos usos contradictorios revela que las interacciones de las nuevas tecnologías con la cultura anterior las vuelve parte de un proceso mucho mayor del que ellas desencadenaron o del que manejan. Uno de esos cambios de larga data, que la intervención tecnológica vuelve más patente, es la reorganización de los vínculos entre grupos y sistemas simbólicos; los descoleccionamientos y las hibridaciones no permiten vincular ya rígidamente las clases sociales con los estratos culturales. (García Canclini, 1989, p. 288)
Se van naturalizando artificios[4] que materializan no ya identidades determinadas con base en lo dado, lo instituido, sino identidades instituyentes, cuerpos capaces de renovarse y desencadenar constantemente “nudos de activación de la subjetividad” (Zemelman, 2007, p. 129). Las voces que se han venido incorporando a esta matriz escritural coinciden en afirmar un regreso al cuerpo como objeto de interés -cuerpo pensado y objeto de pensamiento, excepcionalidad y distinción-, y señalan la necesidad de acercarse de manera crítica a sus prácticas y discursos, en tanto ellos, así como los aparatos de comunicación y visualización de las corporalidades presentes, lo descolocan de sus ámbitos habituales y lo mueven en dirección a una panorámica ampliada de perspectivas investigativas y metodológicas en el campo, que conlleva la emergencia de una gama generosa de tendencias escriturales respecto de sus materialidades y artificios. De igual manera, conciernen a estas escrituras la descripción de bio-tecnologías o dispositivos de poder sobre el cuerpo; la de políticas de la apariencia; y, la de metáforas corporales que apuntan a su reconfiguración. Se trata de materializar en el cuerpo una política del simulacro y de la artificialidad mediante recursos que en el discurso social son cada vez más válidos e incluso deseables.
Resonando con lo dicho, hay transformaciones corporales que son hechas ante la aceptación de los estereotipos de la moda y sobre la imagen del cuerpo que las demandas del mercado proponen, cuya premisa se afinca en el borramiento de las fronteras interior-exterior. La Esferodinamia por ejemplo, una tecnología de gobierno somático, devela técnicas solidarias con los “procesos educativos de los que un ser participa desde su nacimiento, cuyo objetivo central es la búsqueda de universales de la subjetividad como arte del reconocimiento de los misterios y estéticas del funcionamiento individual humano” (Lozano, Martínez & Cegatti, 2007:2). Las tecno-epistemologías, otro de los dispositivos de producción de un saber sobre el cuerpo, lo predisponen como aliado o como esclavo de su conocimiento, y lo dejan a merced de un poder que se expresa desde la crianza en los castigos, la higiene, la sexualidad y la educación; en los modos de esculpir el cuerpo y el carácter; de ofrecer el cariño, en el trato delicado y digno o en la autoridad conquistada a fuerza del respeto por lo prestablecido. Estos cuerpos enculturados van adquiriendo características diversas, pero conservan “la distinción a partir de la cual se organizó el mundo en lo femenino y lo masculino, asignándoles roles distintos, en función de las expectativas que alrededor de ellos se formaron” (List Reyes, 2005:661).
En vista de todo este artificio para materializar un cuerpo extraviado y legitimado, hay voces que apelan en tanto modo de saber, al “giro corpóreo” como insignia intelectual heredada de los autores posestructuralistas que reconocieron la necesidad de superar el sesgo incorpóreo reinante durante gran parte del siglo XX, para superar estos modos de dualismo que colocan al cuerpo como materia dentro del espacio, opuesta a la conciencia como sensación inextensa (Córdoba, 2012:3), y otros, que se encarnan en discursos sobre los propios cuerpos de individuos que en su práctica cotidiana, cuestionan o resisten los mandatos culturales vigentes del menoscabo de los sentidos y la aversión al ocio y vagabundeo: Los discursos, dice Kogan (2009), en torno a las experiencias corporales de teatreros, cirqueros y bailarines clásicos iluminan aquella dimensión de la corporalidad que nos arrebata el sistema neoliberal imperante y sus nuevas tecnologías de la información y comunicación hacen del cuerpo, “locus de la emotividad y materialidad” (p. 13).
Si el cuerpo es la piel del alma o si es un amasijo de vísceras, fluidos e impulsos eléctricos, si lo consideramos objeto de afecto, habitáculo o ropaje, si es frágil, sensitivo y temeroso, si es una superficie de caracteres y aspectos reconocidos universalmente a través de los cuales se da cuenta de una identidad externa y superficial, o si es de su naturaleza permanecer oculto y enigmático a pesar de su presencia, son asuntos que lo presentan como territorio de sedimentación de su hacerse mundo, cultura e historia.
BIBLIOGRAFÍA
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Córdoba, M. (2012). El “giro corpóreo” en la semiótica: una empresa transdisciplinaria. En: Citro, S. et al. (Coords.). 1er Encuentro Latinoamericano de Investigadores sobre Cuerpos y Corporalidades en las Culturas. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario y Red de Antropología de y desde los cuerpos. Grupo de trabajo 12.
Descamps, M. (1992). El lenguaje del cuerpo y la comunicación corporal. Barcelona: Ediciones Deusto.
García Canclini, N. (1989) Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. México D.F.: Editorial Grijalbo S.A. de C.V.
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Seidler, V. J. (2000) La sinrazón masculina. Masculinidad y teoría social. Programa Universitario de Estudios de Género-UNAM, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Paidos, México.
Torres García, F. (2007) Modelos hegemónicos, creaciones siniestras: el cuerpo en la cultura depredadora. En: E. Muñiz García y M. List Reyes (Coords.). III Congreso Internacional de Ciencias, Artes y Humanidades “El Cuerpo Descifrado” Del cuerpo global a las variaciones culturales de la corporalidad (pp.303-315). Memorias. Recuperado de: http://congreso.cuerpodescifrado.com/
Zemelman, H. (2007) El ángel de la historia. Determinación y autonomía de la condición humana. Barcelona: Anthropos Editorial.
[1] La reflexión que se presenta es resultado de la investigación realizada como tesis doctoral (DIE-UPN/Univalle) titulada: Cuerpos, sociedades e instituciones a partir de la última década del Siglo XX en Colombia. Allí se sistematizaron unas 1200 fuentes documentales datadas en los últimos 20 años y publicadas en congresos y encuentros colombianos y latinoamericanos cuyo tema puntual era el cuerpo. Gracias a esta abundancia escritural se pudieron identificar tendencias escriturales o modos de enunciación respecto de “algo”, en una época en particular; y dispositivos discursivos o saberes agenciados por fuerzas que lo instituyen como “régimen de verdad” y que a la vez necesitan de él para expresarse. Ej.: “los codos no se ponen en la mesa”; “no debemos contradecir a los mayores”; “la homosexualidad es una desviación”; etc.
[2] Publicación eltiempo.com. Sección Otros. Fecha de publicación: 23 de enero de 2009. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-4771631
[3] Un boletín de prensa en las Olimpiadas de Atlanta las apodó: niñas Bonsai
[4] Tomado del DRAE
Artificio: (Del lat. artificĭum).
1. m. Arte, primor, ingenio o habilidad con que está hecho algo.
2. m. Predominio de la elaboración artística sobre la naturalidad.
3. m. artefacto (‖ máquina, aparato).
4. m. Disimulo, cautela, doblez.
Quiero llamar la atención sobre la connotación de artificio que se puede inferir de la definición del DRAE como arte para actuar sobre lo natural -lo que se da por hecho, que sería más bien lo naturalizado-, con una cierta intención o doblez, en la medida en que permite pensar en el poder de actuar y en el poder como efecto que emerge de la acción. Recuperado de: http://lema.rae.es/drae/srv/search?key=artificio