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Inventarios. Objeto, cuerpo y obsolescencia


1. Cuerpo e Interacción*

Los objetos resultan de procesos de creación que parten de alguna necesidad, se usan, se desgastan y, en todo caso, permanecen como parte de inventarios de sus épocas. Como leales escribas de su tiempo relatan de manera pertinente quienes hemos sido, como hemos comprendido la realidad y de qué modo el desarrollo[1] ha sido posible. Su existencia filtra y une recursos y capacidades materiales y tecnológicas, como un catálogo de gestos, conceptos y símbolos, que denominan y designan nuestras humanas consonancias y disonancias.


El alfabetismo objetual plantea que la proyectación de un objeto no solo reside en la comprensión que tiene quien diseña de sus usuarios hipotéticos, sino de todo un sistema de usos futuros. Esta visión incluye el conocimiento que recorre la línea histórica del objeto, desde su necesidad hasta su posibilidad, con una lógica, centrada también en los códigos de quien crea; de allí la importancia de conocer los aspectos humanos, el cuerpo en especial, sus procesos de aprendizaje y su contexto, como elementos que innegablemente están marcados por su época.


Los objetos, son entidades que soportan las interfaces cognitivas y de interrelación del ser humano con su entorno y consigo mismo: su reconocimiento, operación e incorporación a ese entorno –y a sus hábitos– reflejan el entendimiento de su propia realidad. Factores epocales, dan referencia de la tecnología con su impronta de los modos particulares de manipular, tocar, agarrar, palpar, usar, como referencia pertinente de los modos como el cuerpo opera sobre las cosas. Las nociones de evolución y desarrollo reflejan la interacción cuerpo / objeto como determínate de las acciones humanas. Así, con un filtro arqueológico, a medida que los objetos evolucionan y cambian de finalidad –y de función y funcionalidad–, cambian tecnológicamente los modos de hacerlos y usarlos. Los objetos empiezan a hablar y el cuerpo empieza a mimetizar y modificar su expresividad. Para el aprendizaje modal que incluyen la gestualidad, el cuerpo es una materia plástica para la acción y el lenguaje la reafirmación de lo que el cuerpo aprende. En este punto los elementos de relación, sean virtuales o reales, inician una sensibilización codificada. También en sentido fisiológico y biológico, se empiezan a sentir y codificar. Luego en el proceso vital, esta codificación permite que el cuerpo ‘sea’ según su contexto, su cultura y los objetos con los que interactúa. Para Weibel: “La historia de la producción cultural ha aportado una y otra vez pruebas de que percibimos la posibilidad del mundo endo de un mundo exo. El único modo científico de revelar si el mundo posee un segundo lado exoobjetivo es construir mundos modelo (o mundos artificiales) en un nivel inferior a nuestro mundo como lo hace la endofisica[2]” (Weibel, 2000, pág. 24)


Reflejos básicos como sentir hambre y llevar la mano a la boca, frotarse la piel porque se siente frio, airear la mano para alivianar el calor, sugieren una gestualidad y una proxémica definible en el espacio-tiempo del objeto referente. De cierto modo, una ‘cultura’. Ante estas dinámicas ¿cuál es el peso semántico y simbólico que tienen los objetos? La articulación de las partes del cuerpo, depende del modo de su articulación metacognitiva[3]. El cuerpo y la mente aprenden, tienen memoria, y hablan su lenguaje. Cuerpo y mente son solo partes del ser humano, pero su sintaxis corresponde a la metáfora de una organización social y un momento histórico, que se configuran desde / por los gestos y modales, la apropiación y dominio sobre una entidad material. A su vez, como elementos de interacción, son rasgos que dan norte a la función y significado de los objetos. La activación del cuerpo ‘acciona’ los efectos del objeto.


Le Bretón, en su Sociología del Cuerpo plantea cómo el ser humano resulta de una taxonomía social cuya clasificación se ha dado desde los aspectos como color y formas, texturas y marcas, capacidades y simbolismos. Entretanto “que las características biológicas del hombre hacen a su posición en el conjunto y que esta es la que le corresponde como un hecho de justicia. En lugar de hacer de la corporeidad un efecto de la condición social del hombre, este pensamiento hace de la condición social el producto directo de su cuerpo (…) El cuerpo se vuelve señalamiento, testigo frecuentemente a cargo de la persona a que encarna” (Le Breton, 2002, págs. 17-18)


Pero uno es el sujeto que crea, involucrando su imaginario respecto de otro –el usuario–, y otro es el sujeto quien usa lo creado. Esta lógica de alfabetización incluye los códigos estéticos y funcionales con los cuales se forma el diseñador, y afecta el modo como la sociedad y sus individuos se relacionan. Tal vez el sustrato de ser humano –cuyo desarrollo se equipara con un filtro del sentido evolutivo y de las mejoras o cambios– sea la materialidad. La psicopedagogía explica el desarrollo como estadios evolutivos del ser y esto se ha convertido en un imaginario biológico. Así, en la historia del trabajo, la “calidad” humana se relaciona directamente con sus capacidades. Los enunciados biológicos básicos otorgan características de desarrollo que permiten su medida para producir. En sentido técnico, el cuerpo y sus órganos son partes que componen un “ser biológico” que ha de mostrar una correcta sincronía como medida de su aptitud para producir. Así, la prensión, la coordinación, la motricidad, p. e., determinan la medida en la que ese cuerpo es maduro y puede incorporarse a la sociedad sin dificultad, en el crecimiento, la especialización y el aprendizaje.


Las ciencias básicas aportan elementos de medición de la capacidad, para clasificar la aptitud de las partes corporales de un individuo. Esto se liga a las definiciones que la economía y lo productivo dan al desarrollo, como ‘fluctuación de las escalas de consumo’, y su equivalencia con la diversificación y la producción de objetos. Así: “En esta búsqueda de desnudar el cuerpo del ser, de develarlo en su más pura dimensión para dejar emerger su identidad donde se puede afirmar que la memoria corporal, la cinestesia, lo háptico deja entrever que -la mente no está en la cabeza-[4] y derrota el postulado de entender como un sistema operativo el destazado cuerpo metafórico del ser humano” (Polo Flórez, 2013).


2. El objeto del tiempo

Con el paso del tiempo los objetos se han especializado y con ello el cuerpo también lo ha hecho. Desde la configuración morfogenética del objeto, que responde a la filtración de su actividad y la especialización de sus componentes. Efectos formales básicos, como el yuxtaponer planos –para sentarse o acostarse- se vuelven complejos con la entrada de nuevos elementos en su de contexto, en un procesos de especialización que integran tanto las actividades como las finalidades de estas. Y, aunque dormir no es lo mismo que trabajar o competir, todo se resume en lo que el objeto sea capaz de potencializar en quien lo usa. El micro-objeto, objetos equivalentes y macro-objetos nos ayudan a hacer una lectura comprensiblemente “alfabética” y aclarar el sentido de dependencia respecto a que si objeto es del cuerpo, o el cuerpo es del objeto.


De otro lado está el aspecto del conocimiento que brinda el objeto, desde el cual el asunto de la capacidad vuelve a potenciarse. P. e., un objeto-herramienta complejo como la cámara de fotografía ha sufrido con el tiempo cambios formales y técnicos. Ideado como un artefacto / herramienta especializado y para personas especializadas, ha devenido como un tecnofacto / objeto, mimetizado como ‘gadget’ en un contenedor hologramático, de uso masivo; con ello se ha vuelto obsoleta la intención, el objeto y el cuerpo. Lo tecnológico refleja el modo como la mutación material homogeniza las cualidades de los objetos y sus finalidades. Como si fuese un discurso político democrático, el objeto se adapta a la multidimensionalidad; se pliega, se colapsa, se hace flexible y portátil para sobrevivir permitiendo que materiales y tecnologías muden de estado. A manera de inventario, la historia de cada objeto sobreabunda de versiones. Las tipologías de los objetos se pueden percibir por su línea de vida y su capacidad de sobrevivencia, como base del principio de obsolescencia, que hoy se programa. En esta interacción, las líneas invisibles de la comprensión también se dan. P. e., el material con que se elaboran los objetos también influencia la manera de relación de las personas. Desechar un objeto, cuando algo no funciona como es debido o reemplazarlo por una versión nueva, evidencian también la comprensión y la apropiación de las cosas que, como símbolos transitorios de humanidad, reflejan también las dinámicas de nuestros cuerpos, de los cuales también podemos hacer inventarios gestuales.


Así, también, con el tiempo, se desecha o reemplaza el gesto. La forma, el lenguaje del Diseño, construye los fundamentos que proveen la legibilidad y comprensión de los objetos. Desde la configuración teórica de toda esta información, recae en los elementos conceptuales, de relación, prácticos y de composición, su expresión visual es el eje de la creación formal –o mediante la forma-. En paralelo a esa teorización tradicional se da la comprensión del medio, aparentemente mecánica, como aspectos inherentes a la proyectación del objeto.



Bibliografía
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[1] Según Castoriadis, C: “El término comenzó a ser utilizado cuando resultó evidente que el ‘progreso’, la ‘expansión’ y el ‘crecimiento’ no constituían virtualidades intrínsecas, inherentes a toda sociedad humana cuya realización –actualización– se habría podido considerar como inevitable, sino propiedades específicas y poseedoras de un ‘valor positivo’ de las sociedades occidentales”(Attali, Castoriadis, Domenach, Masse, Morín, & otros, 1977,1979)

[2] Endofisica: Ciencia que investiga el aspecto de un sistema cuando el observador se vuelve parte de él. Desarrollada a partir de la Teoría Cuántica y del Caos (Weibel, 2000).

[3] Metacognición: Entendido como la incorporación y racionalización que va más allá del aprendizaje.

[4] Varela, F. (2000). El Fenómeno de la Vida. Chile: Dolmen Ediciones.


*Texto tomado del Archivo Documental “Cuerpos, sociedades e instituciones a partir de la última década del Siglo XX en Colombia”. Mallarino, C. (2011 – 2016). Tesis doctoral. DIE / UPN-Univalle.

La autora: Universidad de San Buenaventura, Cali / Facultad de Arquitectura /Programa Diseño de vestuario.

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