Cuerpos, sexos-géneros, erotismos
RESULTADO DE INVESTIGACIÓN: Proyecto de Doctorado Cuerpos, sociedades e instituciones a partir de la última década del Siglo XX en Colombia. Doctorado Interinstitucional en Educación – Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, Colombia y Universidad del Valle, Cali, Colombia
INVITACIÓN AL TEXTO[1]
La actividad humana como sabemos tiene sus formas de regulación
y la sexualidad, como una de estas actividades, tiene sus propias
“políticas, injusticias y modos de opresión internos”
(Rubin, 1992:4)
A partir de la enorme libertad y de la multiplicidad de temáticas con que se tratan los cuerpos en el ámbito del sexo, de la diversidad de género y de las posibilidades humanas en lo concerniente al erotismo en estas escrituras, se podría pensar que estamos en una sociedad más abierta y más tolerante a la divergencia en general, y a la sexual en particular. A juzgar por lo que aquí se testimonia, se ha puesto de moda lo “queer”, lo raro, lo “a-normal”, o lo que se sale de lo “normalizado”, lo diferente, y lo “ex-céntrico”, en términos de las prácticas, los imaginarios y las posturas y perspectivas frente al articulado sexo/género/erotismo y a sus múltiples expresiones. Por un lado estamos frente a una discursividad polisémica en tanto saber y en tanto experiencia somática: gays, Drag Queens, hermafroditismo, transexualidad, transgenerismo, intersexualidad, lesbianismo, homosexualismo, comunidades LGTBI[2], etc.; y por el otro, a dominios de manifestación que aparecen todavía como distantes e incomprensibles: deseos transgresores, erotismo transitorio, pospornografía, cibersexo, sexting, sexohibridación, etc., que se hacen visibles a través de la literatura, el cine, el arte visual, la música y el video, pero también en la vida cotidiana.
CUERPOS SEXUADOS, CUERPOS SEXUALIZADOS
Cuando esta diversidad toma cuerpo a la luz de actuaciones radicales, y más cuando es tan visible como es el caso de Brigitte Baptiste, la directora del Instituto Humboldt de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, con quien el periodista Jairo Dueñas tuvo una conversación de valentía, como él mismo la calificó, los viejos prejuicios se desdibujan y la política heteronormativa parece perder terreno[3].
Hace 47 años nació varón. Hace 13 decidió vestirse de mujer y dejar su nombre de Luis Guillermo. Hace 12 vive con Adriana y tiene dos hijas. Hace seis meses es el director del Instituto Humboldt. Hace unas semanas cambió su cédula sólo para poner su cara de Brigitte, sin importarle que el Estado insista en ponerle la M de masculino. Para “ella” la M es de mujer. Aunque muchos no lo crean, es feliz. (…) Antes de que salga del baño de su oficina en un quinto piso, donde se retoca para la entrevista, primero sale su voz fuerte, esa misma que uno imposta cuando juega a ¡¿el lobo está?! No le importa endulzar la voz. Finalmente aparece y se me cruzan muchas imágenes: Tootsie, Tabú, Nat Geo, ópera de Pekín, Rocky y hasta Jorge Enrique Abello en una telenovela (En los tacones de Eva), con medias veladas y minifalda. Sin embargo, estos no son los tacones de Eva sino de Luis Guillermo convertido en Brigitte. Botas color miel, para ser más exacto, de ocho centímetros. Después, unos leggins cafés bien pegados sobre sus piernas y una blusa blanca por donde suben hojas verdes y flores anaranjadas hasta un busto macizo y puntiagudo como una cordillera. Uñas rojas, labios rojos, gafas rojas y pelo castaño y con rayitos. Se sienta sin ninguna sofisticación, cruje la silla, pone sus manos pesadas sobre la mesa y, aunque no tenga la levedad ni el aleteo, ella o él –como prefieran– siente que es una mariposa. Una mariposa que tiene una esposa, Adriana Vásquez, con la que tuvo dos hijas, Juana Pasión y Candelaria. Un bicho raro que no le molesta ser tan llamativo como una vitrina navideña.
-¿Brigitte o Luis Guillermo?
-Mejor Brigitte, es la más joven de los dos.
-¿Pero por qué Jorge, su conductor, todavía le dice doctor?
-Él es de una pieza y no da su brazo a torcer. Lo conozco hace 15 años, yo trabajo en el Instituto Humboldt desde el 95 y mi transición fue en el 98. Él me conoció como doctor y ya le cuesta decirme doctora.
-¿Usted rompió su molde de hombre?
-Sí, claro, y se rompió. El molde de Luis Guillermo no aguantó más porque como hombre era un fracaso, no funcionaba bien. Yo no voy a decir que sanó, pero por lo menos no se suicidó.
-¿Cómo fue su metamorfosis?
-Poniéndome ropa de mujer que guardaba en mi armario desde hace mucho tiempo. Hace poco estrené un vestido rojo que compré hace 20 años en el Centro Comercial Cosmos. Corto, en licra, pegado claro, con un bordado en el busto muy bonito, ahora ya lo puedo usar.
-¿Usted cree que literalmente salió del “clóset”?
-Nunca lo pensé en esos términos pero no me choca decirlo, saqué del “clóset” todo lo que tenía guardado. Todos los vestidos de mujer que había comprado por años.
-Cuando duerme ¿sueña como Luis Guillermo o se ve en los sueños como Brigitte?
-Siempre me sueño desnuda y volando por encima del mar como una sirena.
-(…) ¿Ella llegó de un momento a otro o usted desde hace tiempo la vio venir?
-Desde los 6 años, siempre me pensé en femenino pero reprimí ese pensamiento por la época, los años 60, entonces no hice ningún esfuerzo para darle vida, porque no lo vi viable, pero yo siempre lo quise y lo sabía. Estaba ahí. (…) La única referencia que tenía de los temas de transexualidad eran las fotos en El Espacio y sólo con eso ya estaba condenada. Lo mío era a escondidas, todo el colegio y la universidad, cuando podía me arreglaba, me maquillaba, me vestía de niña en mi cuarto, pero siempre en privado.
-¿Qué aprendió de su cautiverio?
-Que es muy triste no poder existir, casi que fui dejando de hacerlo porque era tremendamente frustrante, era como decir mentiras, era como aceptar que uno no podía ser como quería ser, como arreglarse para una fiesta sabiendo que no hay fiesta.
-¿Hubo algún detonante?
-Con la muerte de mi única hermana, Carolina, y la separación de mi primera esposa, entro en una crisis muy brava. Lo veía todo oscuro. ¿Y quién soy? ¿Qué estoy haciendo en este mundo? ¿Solo trabajo? ¿Solo estudio? ¿Y mi vida y mi cuerpo y mis cosas qué? Entonces decido hacer público o comenzar a vivir lo que probablemente debí haber vivido a los 6 años (…) a mis hijas no les tuve que explicar nada porque ellas ya nacieron cuando Brigitte existía plenamente. Ellas toda la vida me han conocido así, ellas me tratan como un papá muy distinto.
-¿Y cuándo conoce a Adriana Vásquez?
-En ese proceso de decir yo voy a vivir como quiero (…) Lo primero que le dije fue: “Mira, yo soy una persona en transición, soy una persona que estoy sintiendo de esta forma y soy Brigitte”, desde el principio. Y ella me dice: “Yo también en las noches de luna llena me vuelvo budista”. No se lo tomó como en serio a fondo, y como uno se enamora de una persona y se le olvida si es peluda, si es calva, si es verde...(…) La idea era cuidarnos porque ella me decía: “La calle no es tan segura como tú crees”.
-Y su ropa, ¿a su esposa no le molesta?
-Ella aguanta mi mal gusto al vestir, a veces cuando exagero me dice: “No puede salir así”.
-¿Pero usted es kitsch a propósito?
-Con el mundo sí. Yo creo que la feminidad a fondo tiene que ver con algo de rebeldía y con algo de plantear una estética distinta.
-¿Su rebeldía qué busca?
-Que la gente libere su sexualidad de una disciplina social tremendamente complicada de afrontar, entonces cuando uno ya sobrepasa ese umbral, ya no importa. Si yo me pongo un tutú rosado y me monto a Transmilenio no pasa nada, me muero de la risa y es un elemento contestatario, es decir, el género no debería ser una cosa tan seria, sino una cosa mucho más gozosa (…) Soy una persona que se puede manifestar como hombre o como mujer.
-¿Le gustan los hombres?
-Algunos.
-¿Y las mujeres?
-Algunas.
-¿Usted le gusta a su esposa como hombre o como Brigitte?
-Yo creo que como Brigitte, con pros y contras.
-Pero le tocó oficiar de macho reproductor para sus dos hijas.
-Claro, la función reproductiva siempre la hemos pensado independiente.
-¿Sale a la calle vestido de mujer en forma natural o como un actor cuando sale a escena?
-Las primeras veces que salía arreglada, pensando en un acto de reivindicación, era mucho más consciente, como si fuera un performance. Pero ya es algo de mi vida diaria.
-(…) ¿Su mayor logro en la vida?
-Haber logrado aceptar quien soy.
-¿Para qué cosas de la vida quisiera seguir siendo hombre?
-En los conflictos y situaciones de tensión, en Colombia por lo menos, la voz autoritaria existe y es lamentable que a veces tenga que acudir a ello. Si una mujer protesta, así proteste duro, le hacen mucho menos caso que a un hombre. La masculinidad es un elemento importante de protesta.
-¿Su puesto nunca ha estado en peligro por su cambio de apariencia?
-Yo creo que no, no lo he experimentado ni he tenido noticias.
-¿Qué cree que le hubiera pasado a Brigitte si usted no hubiera sido un profesional exitoso?
-Sería duro, porque lo que veo en otras personas transgénero (*)[4], que me escriben, es que no les dan trabajo, no los dejan vestir como quieren, ni manifestar su feminidad o masculinidad. El imperativo económico es fuerte.
-¿Qué copa es?
-C, 36.
-¿Cómo hace un hombre para tener busto?
-Con hormonas desde temprana edad, e implantes... no hay de otra.
-¿Y usted tiene todas las anteriores?
-Todas las anteriores.
Como se sugiere en el texto, los saberes de la propia sexualidad aunque emergen en el cuerpo normalmente a temprana edad, se convierten en una incógnita. Como ganancia de estas luchas[5], hoy, en el amanecer del nuevo milenio, hay realidades corporales que se han estado discutiendo y difundiendo en el Ciclo Rosa, una alianza entre academia, arte y activismo fundada en 2001 por la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá, para “promover el reconocimiento de derechos de sectores sociales que han sido marginados o excluidos de la condición de ciudadanía plena” (Serrano, 2006:10) y al que también asisten jóvenes en edad escolar. Uno de los propósitos del Ciclo Rosa es develar y comprender prácticas de la transexualidad, la homosexualidad y el transgenerismo. Estos cuerpos saben consciente o inconscientemente de su razón de ser desde muy pronto en un contexto cuya pretensión es invisibilizarlos o ignorarlos. Lo dramático es, que sí sabemos que hay un cuerpo que encarna “un fuerte anhelo de transformación de sus genitales mediante una cirugía llamada: reasignación sexual (…) o que siente un deseo profundo de ser mujer”[6] o, que simplemente encuentra en un cuerpo de su mismo género el objeto de su erotismo y no puede albergar casi ninguna esperanza de ser corporalmente genuino. “Yo no me sentía marica, esto que me invadía era distinto (…) no se trataba de mi orientación sexual, esto que sentía, tenía sus raíces en mi esencia”.[7] Así podría haberse expresado un joven de 14 años que dice haber empezado a vestirse con las ropas de su hermana cuando apenas tenía siete. Estamos hablando de un escolar que empieza a saber acerca de su sexualidad en un entorno en donde ese saber no es admitido y en donde las discursividades a las que tiene acceso no le dan información sobre lo que siente, un niño a quien el régimen de verdad sobre su cuerpo, lo sitúa en un no lugar.
Las categorías varón y mujer establecidas desde criterios anatómicos no son ni universales ni válidas para un sistema de clasificación de género. Las categorías de tercer sexo y tercer género se sitúan de manera antagónica o por lo menos contradictoria con el dimorfismo sexual, según afirman hoy muchos cuerpos autorizados. La gente, agregan, construye categorías no solamente sobre la base de un cuerpo natural sino también sobre la base de “genitales culturales”, en donde los cuerpos dislocan las categorías de varón / mujer, y masculino / femenino. Sus identidades, roles y prácticas corporales se pueden situar, evidentemente, en más de dos tipos de personas (sexos), varón/mujer y en más de dos géneros: masculino/femenino. A partir de los años 70’s se han llevado a cabo movilizaciones a nivel mundial en varios campos, para tratar de ofrecerle a estas y otras comunidades una versión de mundo en la que pudieran sentirse incluidos, como en su casa. El cuerpo tiene indefectiblemente una dimensión pública, en ese sentido vamos más allá de nuestras corporalidades y nos entendemos en alteridad con las otras. La mirada sobre el “yo” en una anatomo política de la corporalidad[8] referida particularmente a la vigilancia social que se ejerce sobre el cuerpo generizado, ha desplegado una política reguladora de la sexualidad que persigue la homologación individual y colectiva y la generalización de pautas que faciliten el control de las desviaciones. Pero la valentía de la que se ha dado fe, puede ser la puerta de entrada a una verdad corporal para quienes hoy viven la enajenación y el destierro en/de su propio cuerpo.
Estas arquitecturas corporales de las sexualidades alteradas como regímenes bio-sexopolítico se han venido haciendo evidentes, como se ha dicho, en “cuerpos “otros”, que pese a sus experiencias históricas de exclusión, discriminación y violencia, empiezan a insertarse en diversos espacios del mundo social y, quizá, a transformar paulatinamente estructuras excluyentes de la sociedad, en temas de organización social trans, ciudadanías trans, derechos humanos, salud pública y VIH/Sida en mujeres trans en Colombia”, como lo anuncia García Becerra (2012:1). Sus reflexiones, agrega, están siendo desarrolladas en las clases de Estudios de Género, Movimientos Sociales y Acción Colectiva, y Teoría Social y Cultura, que ella imparte en el Departamento de Antropología de la Pontificia Universidad Javeriana, una institución en donde ya vimos, estas temáticas referidas a las diferencias de género han encontrado un espacio de visibilidad. Creemos que el imaginario social que existe sobre la comunidad LGBTI en Colombia, afirma de otra parte Escobar García (2013), “se convierte en un yugo opresor que les impide ser reconocidos como seres humanos con derechos, sometiendo sus experiencias del amor a la clandestinidad. En Medellín, no es extraño encontrarse con la ausencia del hombre, como esposo o padre, en el hogar; esto debido a sus muertes como consecuencia del conflicto armado. De esto se desprende que Medellín no ha logrado dar un salto real en la aceptación de una feminidad que se viva en lugares tradicionalmente habitados por hombres y, lo que es más inquietante, una maternidad que pueda experimentarse con serenidad sin la carga del murmullo social que se hace audible cuando la pareja que se escoge es del mismo sexo” (p. 1434). Recordemos además que en Colombia la homosexualidad había dejado de ser enfermedad mental en 1973 y deja de ser delito en 1981.
Viejas y nuevas discusiones asociadas con las identidades de género en esta matriz escritural tratan temáticas referidas a la presencia de la tradición judeocristiana occidental y sus modos de regulación del placer y la práctica sexual, a la que le asigna mayormente fines reproductivos; configuraciones somáticas asimétricas como la dominación de los hombres sobre las mujeres -sistema patriarcal-, que recurren sutilmente a diversos mecanismos institucionales e ideológicos para mantener esta primacía y opresión en prácticamente todas las esferas de la vida privada y pública; la perspectiva de las relaciones entre los géneros y el estudio de la sexualidad adolescente; el cuerpo que bordea los límites del orden corporal predominante y la corporalidad viable; al cómo narrarse en una identidad femenina no alude necesariamente a una materialidad biológica femenina, a la ambigüedad corporal y biográfica y a una organización del cuerpo que no depende del género; lo barroco y lo queer como formas de resistencia del cuerpo a las disposiciones de naturalidad-normalidad dominantes; la politización del cuerpo en términos de subjetividades trans en resistencia; el travesti narrativo / travesti fílmico / travesti en la crónica; las narrativas sobre las transformaciones corporales; el orden social hegemónico y la diversidad de modelos de mujer y hombre; la heterosexualidad obligatoria y la cultura de género; los modelos corporales fabricados (ropa diseñada para resaltar, cirugías, nalgas, booty); el cuerpo fragmentado y el género como tecnología política del cuerpo; la territorialización precisa de las partes corporales; etc.
El cuerpo del erotismo aparece también aquí. Se dice de él que tiene la tarea refinada de embellecer el placer físico y abrir un amplio abanico de sugestiones y posibilidades que permiten vivir las fantasías en contextos ampliados. Venite que ya empezó la arrechera y el sazón; extravagancias sensoriales y realidades mágicas en fiestas tradicionales; y su relación con el placer, la colectividad y el éxtasis colectivo, son algunas de las temáticas que desarrolla Tobón Valencia (2013) en su texto: “La fiesta como éxtasis colectivo. Narrativas de los carnavales en Colombia”:
Nuestros pueblos latinoamericanos comparten expresiones e imaginarios que transforman y evidencian este sur como territorios repletos de contrastes e ironías, de extravagancias sensoriales, de profundas cadencias tropicales y de devenires que rompen con los esquemas de modernidad y progreso que tanto peso le han dado a la historia. (…) Nuestras herencias y presentes se conjugan permanentemente con realidades mágicas que nos llevan de lo más sublime y pretencioso, hasta lo más profundo y terrenal, como las entrañas de la tierra a la que llamamos madre, donde no solo se rinden homenajes y cantos por la vida, también se levantan fusiles y se derrama sangre en nombre de la muerte. Este momento histórico nos reclama una reivindicación de todo lo que nos ha constituido, mantenido y construido, un estar-juntos que le da apertura a una exaltación de los sentidos, de las emociones, de los afectos, de los delirios y pasiones. Estos imaginarios acerca de lo latino empiezan a transformarse y vuelcan la atención no ya desde lo peyorativo, sino desde los escenarios donde se tejen muchas de las expresiones que nos remiten a valores identitarios fuertes y de trascendencia en una construcción alternativa de sociedad. (p. 3)
Lo erótico en estas escrituras propone una enorme variedad de miradas: sodomía y homosexualidad; placer y sacrificio; corporalidades insumisas; colonización de nuevas regiones del poder; pensamiento de las intensidades y las multiplicidades des-centradas; cuerpos del capitalismo global desregulado; pinguerismo de sujetos masculinos en la economía informal de los placeres; etc. El Posporno de los 90, a su vez, se configura como un discurso crítico no solo de los géneros sino de los erotismos. A más de ser una práctica de empoderamiento y resistencia, invierte la relación entre objeto y sujeto, típica del porno tradicional y promueve lugares para la experimentación y la creación. Allí hacen presencia los “cisgénero”, personas cuya identidad de género les es asignada al nacer y no han tenido la posibilidad de vivir la experiencia de transición de género. Una de las preguntas que aparece con recurrencia es si en la mutilación o la transformación sexual correctiva que se hace a temprana edad, muchas veces contrariando la convicción corporal más íntima respecto del género al que se pertenece, ¿no se está privando al cuerpo de una parte de su vida a la que tiene derecho? De todas maneras, una opción para ellos estaría cifrada en el posporno que cuestiona el placer centrado en el coito genital y explora manifestaciones no genitales de lo sexual, utilizando diferentes estrategias estéticas de representación, como explica Garosi (2013) en su texto: Sexing the transman XXX: tecnologías del género y posporno:
El posporno se configura como un conjunto de prácticas y discursos que critican las manifestaciones tradicionales de la pornografía, con todos sus legados heterosexistas y normativos, proponiendo la representación de sexualidades y cuerpos alternativos y disidentes. Se trata de un fenómeno vinculado tanto con el activismo social y político (sobre todo queer) que con ciertas prácticas artísticas contemporáneas. Las producciones posporno son variadas, incluyendo performances en vivo, videos, libros y blogs. (…) los protagonistas, en cuanto hombres trans, cuestionan la naturalidad del binarismo sexogénero, sus cuerpos ponen en discusión la genitalidad como determinante para la definición del género, sus prácticas eróticas muestran una sexualidad no heterosexual (relaciones sexuales entre hombres trans); además se vuelven sujetos de la obra (y no solamente objetos), testimoniando sus experiencias de transición y exponiendo sus cuerpos no-normativos, su placer y su sexualidad. (p. 586)
Además de las textualidades mencionadas en esta segunda temática, están las referidas al cuerpo y al trabajo sexual a partir de diálogos con mitos, ideas y estereotipos; a relatos eróticos en Facebook y a las sensaciones y vivencias en el ejercicio de la sexualidad; al ocio y la vejez en vínculo con performances masculinas y femeninas en el baile; a la estomización y la vivencia de la sexualidad, etc. Una tercera temática que exploran estos autores tiene que ver con asuntos de la mujer y entre ellos encontramos uno muy interesante que la piensa vacía en el sentido de un útero y una vagina como espacios huecos para ser llenados por falos y fetos con un adentro invisible y un afuera, el clítoris, visible y masculino (Möller González, 2013:51). Uno más la presenta asociada a perspectivas de belleza y apariencia que denomina culturas de la belleza, dentro de las cuales se refiere a la peluquería como una práctica cruzada por ideales normativos determinados por la edad, la posición social y la condición racial (Arango Gaviria, Bello Ramírez & Ramírez, 2013). Un cuarto tema que no deja de ser doloroso es la violencia en los diferentes ámbitos femeninos de socialidad como el noviazgo, la familia, la escuela, etc., además de las consecuencias que trae consigo: baja autoestima; displacer e infecciones de transmisión sexual; escaso rendimiento escolar; y, elevadas cifras de embarazos, entre otras.[9]
Para terminar este breve recorrido, quisiera mencionar dos autores que reflexionan lo concerniente a la educación sexual y más clave aún, a las consecuencias que puede tener dicha educación. Uno de ellos se enfoca en el tema de la vejez como fenómeno y método de evaluación generacional sobre la normatividad sexogenérica pues, dicen las autoras, si hoy se da una mayor equidad de género y nuevas masculinidades, los requerimientos de la próxima población senil incrementarán respecto de su recreación, actividad social e interacción afectiva y por ende, “se prevé una revolución socio sexual a partir de la senectud, de la que se creía una condición biológica predispuesta” (Vione Schwengber & Liscoski, 2011:2057). De igual manera, se manifiesta la necesidad de impulsar acciones para mostrar una vejez activa y sexuada, para evitar esa fobia que mostraron los mismos sujetos de investigación y para que los próximos años de vida de nuestras futuras generaciones viejas sean menos conflictivos, respecto a la sociedad y ellos mismos, pues la sexualidad es parte sustancial del desarrollo de las personas, las comunidades y las naciones (List, 2011). Esto ofrece puntos a evaluar para una política pública destinada a la senectud, población que crece en cantidad y permanencia, una etapa en la que, quizá, varios de nosotros estaremos en unos pocos años (Montoya Acevez, 2013:81).
La curiosidad sexual en los niños de 9 a 14 años de edad también es objeto de interés. Está tratada en un espacio divertido y colorido, lleno de juegos en donde se advierte que deben prescindir de fotos de personas desnudas, y en donde muchas preguntas encuentran respuesta, como explica ampliamente Orcasita Pineda, refiriéndose al Programa de Intervención “PRISMAS” para el fortalecimiento de la comunicación sobre sexualidad entre padres y adolescentes, cuya pretensión es:
Determinar en qué aspectos, cómo y en qué medida se da la interrelación entre el adolescente y su familia, y los procesos de comunicación en sexualidad evidencia la importancia de esta temática en las familias con hijos adolescentes. Para lo anterior, es necesario centrarse en su contexto y agente más próximo de socialización y desarrollo, que influirá a lo largo del ciclo de vida: la familia, sin dejar de lado que existen otras redes y fuentes de apoyo e información (amigos, pareja, colegio, comunidad, medios de comunicación) que ejercen influencia y configuran modelos de interacción en el adolescente. (2013:86)
Dentro de los muchos intereses que se nos quedan por elaborar, se pueden citar: machismo; presencias, silencios y ausencias en la problematización de las cuestiones de género y diversidad sexual; la gimnasia rítmica para niños; las relaciones de género en el ámbito escolar; la conversación sobre sexualidad en la escuela con los niños de los años iniciales; el habla legitimada y los silencios consentidos en las relaciones entre niños y niñas en una clase de preescolar; etc.
BIBLIOGRAFÍA
Arango Gaviria, L.G., Bello Ramírez, J.A. y Ramírez, S.A. (2013). Género, belleza y apariencia: la clientela de peluquerías en Bogotá. En: Cabra, N.A. & Escobar, M.R. (Eds.). Cuerpos otros, subjetividades otras. Revista Nómadas (38). Bogotá: IESCO Universidad Central, pp. 185-200.
Escobar García, B. (2013). Opinión publica(da) y familias diversas en Colombia: retratos de un debate. En: Muñiz García, E. & List Reyes, M. (Coords.). VI Congreso Internacional de Ciencias, Artes y Humanidades “El Cuerpo Descifrado” La ciencia y la tecnología en las prácticas corporales – Universidad Autónoma Metropolitana UAM / Escuela Nacional de Antropología e Historia / Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Xochimilco – Grupo de trabajo 17, pp. 1434-1447.
García Becerra, A. (2012). Cuerpos trans y transformaciones socioculturales. En: Citro, S. et al. (Coords.) 1er Encuentro Latinoamericano de Investigadores sobre Cuerpos y Corporalidades en las Culturas. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, Rosario, Argentina. Red de Antropología de y desde los cuerpos – Grupo de trabajo 9.
Garosi, E. (2013). Sexing the transman XXX: tecnologías del género y posporno. En: Muñiz García, E. & List Reyes, M. (Coords.). VI Congreso Internacional de Ciencias, Artes y Humanidades “El Cuerpo Descifrado” La ciencia y la tecnología en las prácticas corporales – Universidad Autónoma Metropolitana UAM / Escuela Nacional de Antropología e Historia / Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Xochimilco – Grupo de trabajo 6, pp. 586-599.
Möller González, N. (2013). Dentro de ella: representación científica y placer sexual. En: Cabra, N.A. & Escobar, M.R. (Eds.). Cuerpos otros, subjetividades otras. Revista Nómadas (38). Bogotá: IESCO Universidad Central, pp. 49-63.
Montoya Acevez, J.L. (2013). Corporalidades en la senectud de personas de Aguascalientes. Deconstrucciones sociales sexogenéricas. En: Muñiz García, E. & List Reyes, M. (Coords.). VI Congreso Internacional de Ciencias, Artes y Humanidades “El Cuerpo Descifrado” La ciencia y la tecnología en las prácticas corporales – Universidad Autónoma Metropolitana UAM / Escuela Nacional de Antropología e Historia / Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Xochimilco – Memorias – Grupo de trabajo 1, pp. 75-84.
Orcasita, L.T. (2013). Programa de Intervención “PRISMAS” para el fortalecimiento de la comunicación sobre sexualidad entre padres y adolescentes. En: Muñiz García, E. & List Reyes, M. (Coords.). VI Congreso Internacional de Ciencias, Artes y Humanidades “El Cuerpo Descifrado” La ciencia y la tecnología en las prácticas corporales – Universidad Autónoma Metropolitana UAM / Escuela Nacional de Antropología e Historia / Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Xochimilco – Memorias – Grupo de trabajo 1, pp. 85-97.
Vione Schwengber, M.S. y Liscoski, A.C. (2012). Ocio y vejez: una exhibición de las performances masculinas y femeninas en el baile. En: Sacchi Dos Santos, L.E & Costa Ribeiro, P.R. (Org.). V Seminario Cuerpo, Género y Sexualidad, I Seminario Internacional Cuerpo, Género y Sexualidad, I Encuentro Nacional Género y Diversidad en la Escuela GDE. Instancias y prácticas de producción en las políticas de la propia vida. Universidad Federal de Rio Grande FURG / Universidad Federal de Rio Grande del Sur UFRGS. Rio Grande – RS, Brasil – E Book, Eje temático 9, pp. 2054-2061.
Rubin, G. (1992). Thinking Sex: Notes for a Radical Theory of the Politics of Sexuality. Pleasure and Danger: Exploring Female Sexuality. En H. Abelove, M. A. Barale & D. M. Halperin (Comps.). Carole S. Vance (Ed.). The Lesbian and Gay Studies Reader (pp. 267-293). London: Pandora.
Tobón Valencia, L. (2013). La fiesta como éxtasis colectivo: narrativas de los carnavales en Colombia. En: Pedraza, Z. (Coord.) Giro Corporal: Primer Encuentro Nacional Investigaciones sobre “El Cuerpo” - Universidad Distrital Francisco José de Caldas / Universidad de los Andes / Universidad de San Buenaventura-Cali / Universidad de Medellín / Universidad Central / Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia / Universidad de los Llanos / Universidad Autónoma de Occidente / Universidad Tecnológica del Chocó, Bogotá – Mesa 18.
[1] La reflexión que se presenta es resultado de la investigación realizada como tesis doctoral (DIE-UPN/Univalle) titulada: Cuerpos, sociedades e instituciones a partir de la última década del Siglo XX en Colombia. Allí se sistematizaron unas 1200 fuentes documentales datadas en los últimos 20 años y publicadas en congresos y encuentros colombianos y latinoamericanos cuyo tema puntual era el cuerpo. Gracias a esta abundancia escritural se pudieron identificar tendencias escriturales o modos de enunciación respecto de “algo”, en una época en particular; y dispositivos discursivos o saberes agenciados por fuerzas que lo instituyen como “régimen de verdad” y que a la vez necesitan de él para expresarse. Ej.: “los codos no se ponen en la mesa”; “no debemos contradecir a los mayores”; “la homosexualidad es una desviación”; etc.
[2] LGTBI: lesbianas, gays, transgéneros, bisexuales e intersexuales.
[3] Ver entrevista completa visitando la página Revista Cromos (digital) en el siguiente enlace:
https://disqus.com/home/discussion/revistacromos/brigitte_baptiste_quotrompi_el_molde_de_ser_hombrequot/
[4] (*) El llamado es mío. Al respecto Judith Butler nos explica: “El transgénero se refiere a aquellas personas que se identifican con o viven como el otro género, pero que pueden no haberse sometido a tratamientos hormonales u operaciones de reasignación de sexo. Los transexuales y las personas transgénero se identifican como hombres (caso de los transexuales de mujer a hombre), como mujeres (caso de las transexuales de hombre a mujer), o como trans, esto es, como transhombres o transmujeres, ya se hayan sometido o no a intervenciones quirúrgicas o a tratamiento hormonal; y cada una de estas prácticas sociales conlleva diferentes cargas sociales y promesas” (2006:20).
[5] No estoy implicando directamente la experiencia de Brigitte en la Javeriana, pero me atrevo a pensar que puede existir algún vínculo.
[6] Testimonio de Marina Talero, citada en Serrano (2006) (p. 42)
[7] Ibíd. (p. 37)
[8] La corporalidad es la emergencia de transcurrir-se cuerpo en el acto humano de vivir el día a día, es una expresión, una encarnación, es el acto de ser/tener un cuerpo que nos permite aparecer en el mundo.
[9] Estas y otras temáticas que interesan a los jóvenes se encuentran desarrolladas con bastante cuidado en el blog digital Somos Adolescentes.