Cuerpo y rendimiento deportivo*
Este corto ensayo se deriva y adapta de la tesis “Tecnología, rendimiento deportivo y transhumanismo”, presentada como requisito de grado en el año 2013 en la Maestría en Filosofía de la Universidad del Rosario. La pretensión, es aportar elementos de discusión acerca de los factores que han contribuido a que el deporte ocupe tan notorios lugares y el uso que se hace de tal situación desde las más diversas instancias. Su espectacular acogida mueve enormes intereses referidos al poder, mediado por la tecnología, la economía y la política. Afectando como consecuencia el concepto y estructura de los cuerpos. El anhelo de poder y control ha acompañado al hombre a través de su historia, pero la naturaleza y el tiempo, de manera constante le recuerdan sus limitadas capacidades. Un producto muy humano, la tecnología, ha ofrecido la garantía de poder y supervivencia. Pese a ello, cuando la naturaleza se manifiesta en toda su magnitud ante ella solo queda guarecerse impotentes. Con el tiempo, un dispositivo tecnológico, el reloj, trajo consigo la ilusión de su control, la posibilidad de anticipar y programar el futuro.
Sobre naturaleza y tiempo toca contentarse con pequeños y progresivos logros pues se sigue expuesto a su gratuita tiranía. Pero, ¿quién no desea al menos por momentos, poder sobre otros, sobre algo o sobre sí mismo? Ese deseo de poder se expresa queriendo extender el alcance o magnitud nuestras acciones, lo cual incide directamente sobre las capacidades y naturaleza del cuerpo humano. En este punto emerge, y como fenómeno paradigmático en el sentido expuesto: el deporte. En él, el ejercicio y el deseo de poder están a la orden del día, buscando siempre dominar o vencer la naturaleza, a sí mismos o al adversario de turno y después de lograrlo perdurar en la exclusiva cima reservada a los primeros lugares. El encuentro ocurre casi siempre no en términos de un combate que busca la aniquilación del otro, sino de una confrontación en el cual los contendientes se necesitan y complementan. Atendiendo a Foucault, en una concepción inicial el poder es reprimir o “es en sí mismo la puesta en juego y despliegue de una relación de fuerza” (2001: 28).
El ejercicio del poder, la conformación de instituciones y el uso de la tecnología interactúan de manera constante en el ámbito deportivo. En él pueden contemplarse claramente ejercicios de control dirigidos a generar automatismos, desarrollar capacidades, aumentar el rendimiento e incluso la ilusión de éxito y salud. Estos ejercicios afectan por igual al individuo inicialmente y por extensión a la población en general puesto que el “rendir y estar en forma”, característica por excelencia del atleta, se implementa también a nivel masivo y se convierte en una política de Estado ya que satisface a buena parte de la población y se cree puede mejorar su salud y capacidad de producción.
Como se tiene tanto éxito en la actividad deportiva expresado en la mejora de marcas y en el crecimiento del espectáculo, el auge de sus prácticas masivas crece en forma paralela. Emular a los ídolos toma fuerza y de la exitosa intervención individual se pasa rápidamente a sectores más amplios de población. Siguiendo a Foucault, puede decirse que gracias a la paulatina incorporación de la tecnología y el derecho, se hizo tránsito de un poder disciplinario centrado en el individuo a un sistema global de comportamiento manejado por indicadores, asegurando así “…no una disciplina sino una regularización” (2001: 223). Regularización expresada por el deseo común de estar dentro del estándar de salud y rendimiento establecido por la medicina y el deporte. Estándar que define una dirección y proporciona un marco dentro del cual ojalá pudieran estar todos. La constante es combatir el sedentarismo, la enfermedad y todo lo que afecte negativamente la infatigable búsqueda del “rendir más”.
conseguirlo, ese poder no individualizante sino masificador, da paso a la tecnología que se incorpora e incrusta en el diario vivir, conformando un nuevo individuo y un poderoso y complejo sistema en el cual se persigue de forma denodada un estado de forma en el que jamás se está satisfecho puesto que siempre es posible superarlo. Invariablemente se podrá estar mejor y mejor implica “una tendencia hacia el ‘más’: no alude a ningún estándar particular de capacidad corporal, sino a su (preferiblemente ilimitado) potencial de expansión”, como anota acertadamente Bauman (2008: 83).
Para tal fin se conforman instituciones privadas y estatales que regulan y otorgan una especie de membrecía. Todas ellas de un claro carácter disciplinario que logran rendimiento y obediencia. A su interior gobierna, se sanciona, se ponen límites y se normaliza un comportamiento determinado. Y tal como plantea Foucault acerca de las disciplinas: estructuran su propio discurso. Son creadoras de aparatos de saber y dan vida a campos múltiples de conocimiento (2001: 45). Gracias al marco rígido que establecen generan su propia justificación y sostenimiento, sustentándose en los aportes de las ciencias, por lo cual revisten la condición de naturales.
Así el deporte es hoy una institución de enorme e innegable influencia en los más diversos aspectos de la sociedad y por tal motivo privilegiada. Su práctica se promueve desde tempranas edades para asegurar la detección oportuna del talento y otros beneficios. Su conocido lema: citius, altius, fortius, conduce a buscar los límites del desarrollo de las capacidades humanas generando un riguroso proceso que dados sus evidentes resultados impulsa una práctica globalizante.
Con la promesa de cumplir tan caros deseos emerge la tecnología como objeto de culto, puesto que permite mediciones de alta precisión y además su uso facilita la espectacular mejora de las capacidades de los atletas y de las instituciones vinculadas al proceso. En este siglo, los adelantos tecnológicos han sido formidables y gracias a ellos se rompen de manera continua las marcas y se modifican reglamentos. Como consecuencia se ha acuñado un nuevo término: “dopaje tecnológico”, el cual establece que sin la utilización de los sofisticados implementos producto de la investigación tecnológica serían imposibles las marcas obtenidas. Para ilustrarlo, en natación gracias a trajes especiales[1] en menos de dos meses se batieron 30 récord orbitales, lo cual obligó a regular de manera estricta los materiales y largo de las mangas. Los nuevos tejidos juegan ahora papeles definitivos y determinantes en el resultado final, unos conservan la temperatura como el “climacool”, otros lo mantienen siempre secos como el “climalite”[2]. Los de más allá tienen micro-cápsulas que liberan partículas que hidratan la piel o bandas que amarran el músculo para disminuir la vibración y retardar la fatiga o acelerar el proceso de recuperación, son una especie de segunda piel superior a la natural. En ciclismo, ante el avance en nuevos materiales y aerodinamismo fue necesario regular el peso mínimo de las bicicletas y su geometría.
En general, los cambios introducidos a los equipamientos de buena parte de los deportes han sido espectaculares y gracias a ellos es que se están realizando elementos y obteniendo marcas consideradas antes imposibles.
Ante los límites actuales alcanzados por la actual elite, es evidente que superarse de manera natural ya está fuera de toda posibilidad. En el medio deportivo se acepta tácitamente que para lograr máximos rendimientos es necesaria, además del talento, la integración sin ambages con todo lo que ofrece la tecnología.
Como era de esperar, toda esta avalancha afecta el complejo proceso de preparación del deportista, su autonomía y su dependencia. Él dispone del talento, pero requiere la dirección de especialistas que establecen una relación tradicionalmente presencial pero que de manera paulatina ha sido invadida por la tecnología. En las necesarias interacciones para la planeación, control y aplicación de cargas, intensidades y volúmenes, ya no es necesario el encuentro formal sino que este puede darse a nivel de interfaz[3]. Hay simuladores que ofrecen experiencias casi idénticas a la realidad y permiten lecturas y controles remotos del esfuerzo no posibles en situaciones reales. Su uso es creciente y pueden determinar los entrenamientos subsecuentes sin necesidad de la presencia humana. Se fortalece así una nueva forma de experiencia corporal que modifica la concepción de cuerpo y su interacción con la máquina.
En esa ruta, con Oscar Pistorius[4] se derrumbaron barreras y se movieron fronteras alrededor del rendimiento deportivo, la tecnología y lo considerado tradicionalmente como discapacidad. Que un “discapacitado” pretendiera con éxito enfrentarse a sus contrapartes sin discapacidad fue algo inusual, y tal situación se dio gracias a una pieza de repuesto, una prótesis que en su momento se alegó otorgaba ventajas. O sea que las prótesis ya no solamente son para reemplazar partes defectuosas o ausentes, sino que en razón a las mejoras generadas por ellas, están siendo implantadas para amplificar las capacidades. Swartz y Watermeyer académicos de la universidad de Stellenbosch en Sudáfrica, la tierra de Pistorius, plantean elementos en este sentido y del impacto en las fronteras conceptuales acerca del significado de lo humano (2008: 187-190).
La investigación científica ha servido para llevar los límites del rendimiento humano a niveles nunca antes pensados y al estar inserto todo ello en una economía global y una sociedad del espectáculo lo hace más atractivo. La integración entre los productos tecnológicos y el ser humano es cada vez más sutil y estrecha y para admitirlo no se han ofrecido mayores reticencias, ni se han generado conflictos, como por ejemplo, los presentados en el tránsito del amateurismo al profesionalismo, crisis hoy totalmente olvidada. No hay reparos: hay admiración. La salud, la equidad y la igualdad para todos los deportistas del mundo (Wada: 2009), legado olímpico, fue cambiado y ello se admitió sin gran problema. En la actualidad, para pertenecer a la élite no es suficiente con la dedicación parcial, la ausencia de patrocinios o limitado acceso a tecnologías de punta es impensable, ellas son condición sine qua non para lograrlo.
Se ha conformado así un nuevo ser que significa un radical y temerario paso adelante para la humanidad, puede decirse que ya era hora después de tantos miles de años sin cambios y en los cuales todo reposó en las manos de la lenta evolución; el rediseño del cuerpo está ocurriendo de manera sutil entre la gente del común y de manera categórica en quienes buscan los máximos rendimientos. Tal vez no ha habido oposición para que la humanidad en su conjunto derive en esa dirección porque significa la fusión del hombre con una de sus obras más preciadas: la tecnología.
El camino recorrido por el deporte deja importantes enseñanzas y abre espacio a un salto en la evolución de nuestra especie, en la cual la prevalencia del nuevo sujeto es inevitable pues ofrece tantas ventajas que es “naturalmente seleccionado como superior”.
Como se ha visto, la búsqueda imperiosa en una espiral sin fin de marcas para ser batidas, la posibilidad de extender mecanismos de control sobre nuestros cuerpos y los de otros, el deseo de no ser esclavo de los avatares de la naturaleza, la glorificación de primer puesto, la presión para ser siempre mejor, la necesidad de emular a los grandes campeones, el poder convocar a prácticas realmente masivas en donde miles de millones logren sentirse así sea momentáneamente miembros de una comunidad y la influencia de todo ello sobre el deseo individual y colectivo, conspiran con éxito para naturalizar y normalizar la práctica deportiva en nuestras vidas.
Por estas, entre diversas razones es que, desde los más poderosos hasta la gente del comun, una buena parte ha encontrado en el deporte un rico filon para alimentar sus ambiciones e intereses. Unos y otros corren presurosos a sacarse la foto de rigor con los campeones si tienen la posibilidad y a consumir souvenires que los identifique con la onda del momento. Los seguidores se cuentan por cientos de millones conformando un público cautivo, sueño de multitud de corporaciones y gobiernos que no dudan en utilizar ese fenomeno global, ya sea para promoverse como dirigentes o a los productos que representan, ofreciendo la oportunidad a esa élite de superseres de convertirse en la gente mas asediada del planeta.
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA
Bauman, Z. 2008. Modernidad Liquida. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica
Clark, A. 2003.Natural-Born Cyborgs: Minds, technologies, and the Future of Human Intelligence. Oxford: Oxford University Press.
Foucault, M. 2001. Defender la sociedad. Buenos Aires: Fondo de cultura económica de Argentina.
Healey, P. y Rayner S. 2009. Unnatural Selection: The Challenges of engineering tomorrow’s People. London: Earthscan.
Loland, S. The record dilemma. The Norwegian University for Sports and Physical Education. Paideia. Philosophy of Sport. Obtenible en:
http://www.bu.edu/wcp/Papers/Spor/SporLola.htm
Martin, A. (2013). Tecnología, rendimiento deportivo y transhumanismo. (Tesis de maestría en Filosofía). Universidad del Rosario, Bogotá.
Sibilia, P. 2005. El hombre postorgánico. Buenos Aires: FCE.
Swarz, L. 2008. Watermeyer Brian. “Cyborg anxiety: Oscar Pistorius and the boundaries of what it means to be human”. Disability & Society Vol. 23, No 2, 187-190
Wada. 2011. http://www.wada-ama.org/rtecontent/document/PL2009_SP_Final.pdf
[1] Todos los que lo hicieron usaron el nuevo traje LZR Racer, confeccionado con un material del grosor de un papel y que comprime las zonas del cuerpo que ofrecen más resistencia, no tiene costuras, las uniones están selladas por ultrasonido y su confección fue supervisada por la NASA (Tomado del diario El Tiempo 13 de abril de 2008).
[2]Términos y tecnologías patentadas por la famosa multinacional Adidas.
[3] Medio que permite la interconexión entre el usuario y el diseñador, en este caso el computador, que inclusive evalúa los cambios registrados en el deportista como consecuencia del entrenamiento y elabora las sesiones posteriores.
[4] Oscar Pistorius posee lo récords mundiales en 100, 200 y 400 ms. para personas con discapacidad, para correr utiliza prótesis transtibiales fabricadas en fibra de carbono. Pistorius fue aceptado y compitió con relativo éxito en los mundiales de atletismo para atletas sin discapacidad, en Corea, en septiembre del 2011.
* Texto tomado del Archivo Documental “Cuerpos, sociedades e instituciones a partir de la última década del Siglo XX en Colombia”. Mallarino, C. (2011 – 2016). Tesis doctoral. DIE / UPN-Univalle.