Significados elaborados por chicos y chicas de preparatoria: cuerpo y moda
RESULTADO DE INVESTIGACIÓN: Tesis doctoral: “Las apariencias como fuente de las identificaciones en la construcción de las identidades juveniles y en la formación de grupos de pares”- Doctorado en Ciencias con Especialidad en Investigaciones Educativas, Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados CINVESTAV, México
Resumen*
Para los jóvenes la elección de la ropa y los accesorios que sirven para producir su apariencia son fundamentales debido a la necesidad de ser aceptados por sus pares y por la relevancia que tiene el look en la construcción de las identidades. Los jóvenes utilizan diversos elementos para imprimir diferencias en sus apariencias: el corte y peinado del pelo, el color, forma, talla y estilo de las prendas, el uso de accesorios (bisutería, cintos, gorras, lentes) y las intervenciones en el cuerpo (tatuajes, piercings).
En este trabajo se presentan diversos significados que elaboran chicos y chicas sobre el cuerpo y la vestimenta, en el marco de los grupos de pares juveniles, el papel de los padres, las influencias de la moda y los medios de comunicación masiva. El estudio forma parte de una tesis doctoral titulada: Las apariencias como fuente de las identificaciones en la construcción de las identidades juveniles y en la formación de grupos de pares, realizada en el programa de doctorado en Ciencias con Especialidad en Investigaciones Educativas, del Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav.
En el trabajo de campo se utilizó el enfoque etnográfico, principalmente se realizaron conversaciones y observaciones con chicos y chicas estudiantes, entre 14 y 18 años, de una preparatoria pública en Mazatlán, Sinaloa. Los conceptos teóricos que orientan el trabajo provienen de los estudios sobre jóvenes (Feixa,1999; Reguillo,2000; Urteaga, 2007), la construcción de las identidades en la modernidad tardía (Giddens, 1997; Bauman, 2005 y 2006; Le Breton, 2009) así como el papel de la moda y la belleza en la configuración de las identidades (Entwistle, 2002; Lipovetsky, 2004; Barthes, 2005).
Introducción
Los jóvenes en las sociedades modernas tienen muchas ofertas que considerar en la producción de la apariencia. Diversos elementos son utilizados por ellos para imprimir diferencias en sus apariencias: el corte y peinado del pelo, el color, forma, talla y estilo de las prendas, el uso de accesorios y las intervenciones en el cuerpo (tatuajes, piercings). Los jóvenes antes de salir de casa evalúan su apariencia ante el espejo considerando si la ropa y los accesorios están de moda, y si éstos corresponden a los gustos de sus pares. Las muchachas se caracterizan por pasar hora s en el espejo maquillándose, peinándose y probándose varias prendas antes de salir a encontrarse con sus amigos. En el periodo de adolescencia y juventud, chicos y chicas continúan probando con la imagen corporal y en general con su apariencia, a la vez que son muy susceptibles a las clasificaciones y etiquetas que los otros les otorgan. El temor de ser rechazado por sus pares o no pertenecer, está presente en todo momento, sobre todo si los jóvenes tienen una baja autoestima.
En esta ponencia presento los significados construidos por jóvenes estudiantes de preparatoria, sobre su apariencia en relación con el cuerpo y la vestimenta. Este eje analítico forma parte de un trabajo más amplio desarrollado en mi tesis doctoral[1].
Referentes teóricos
Existe una diversidad de cuerpos en el mundo, sus formas y rasgos han sido moldeados por la herencia genética, y a través de diversos regímenes relacionados con la dieta y el ejercicio.
En la época actual el cuerpo es vivido como “…un objeto imperfecto, un borrador por corregir” (Le Breton, 2002). El cuerpo como posesión de los individuos es objeto de atención, se le cuida, se le adorna y también se le educa y corrige para que tenga la presentación “adecuada”. El control reflexivo del cuerpo se observa en los múltiples regímenes que las personas eligen para su atención y cuidado (Giddens, 1997). Los medios masivos de comunicación, la publicidad y la industria del espectáculo han privilegiado un modelo deseable: un cuerpo alto y moldeado en gimnasios, de piel clara o bronceada, ojos grandes, nariz afilada, labios carnosos, ojos delineados por largas pestañas y la piel sin arrugas o manchas.
Señalan algunos autores que en la modernidad líquida o reflexiva, ya que todo es inasible y se mueve con rapidez; la única posesión que tienen segura los individuos es el cuerpo, controlarlo puede significar darle sentido a la vida propia (Bauman, 2006).
Este apremio por moldear el cuerpo, hacer que éste se vea bien, lo interpreta Le Breton (2009) como el último reducto del individuo para anclarse a la existencia: “…llegar a la mirada del otro a través de un look, del piercing, de los tatuajes, de las marcas comerciales, el cuerpo vuelve a ser un lugar de un estatuto, que es un poco lo que caricaturizan los adolescentes que multiplican los signos porque así existen”.
Los productores, diseñadores y publicistas han sabido aprovechar –y han fomentado- en sus negocios y empresas la expansión de las identidades juveniles basadas en el consumo y la estética (Cf. Feixa, 1999 y Reguillo, 2000).
La ropa cumple una función básica en la producción de la apariencia y la belleza, y se ha utilizado como un elemento de diferenciación social y para crear comunidades (Barthes, 2005). Para los jóvenes la elección de la ropa y los accesorios que sirven para producir su apariencia son fundamentales debido a las identificaciones que pueden establecer con sus pares y por las posibilidades de pertenencia a ciertos grupos. Entwistle (2002:12) considera que: “vestirse es un acto de preparar el cuerpo para el mundo social, hacerlo apropiado, aceptable…”. El hecho de vestirse y arreglarse adecuadamente requiere del desarrollo de ciertas competencias (como maquillarse, peinarse) y de ciertos conocimientos (sobre combinación de colores, modas y estilos).
Las personas en general están acostumbradas a seguir ciertas normas en el vestir. A nadie le gusta caer en el ridículo, verse mal, por eso dedican tiempo y dinero en diversas prácticas para mostrar una apariencia agradable.
Metodología y trabajo de campo
trabajo se basa en el enfoque etnográfico, que privilegia las observaciones de las prácticas sociales y las conversaciones con los actores en sus contextos locales. Geertz (1987:21) señala que hacer etnografía no es un mero asunto de elegir un método y sus procedimientos, lo que la caracteriza es el esfuerzo intelectual que implica desentrañar las estructuras complejas de los eventos estudiados para lograr su comprensión y explicación posterior.
La etnografía incluye la producción de textos, que contienen descripciones analíticas de lo escuchado y observado. Su sentido se expresa en la producción de conocimiento nuevo sobre los saberes locales, que ayudan a su comprensión y explicación (Rockwell, 2009).
Las descripciones que hacen los actores de sus experiencias, en las conversaciones o entrevistas revelan cómo las personas reconstruyen constantemente su realidad social. Como señala Coulon (1998:49): “La propiedad de estas descripciones no es que describan el mundo, sino que muestran continuamente su constitución”. El “mundo social” se construye en las realizaciones prácticas y en las descripciones o narraciones que hacen las personas de sus experiencias. El mundo se hace visible y es comprensible en el momento en que la gente describe sus acciones y les da un sentido. Este trabajo fue desarrollado en el puerto de Mazatlán, Sinaloa, en una escuela preparatoria de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Los estudiantes que asisten a esta preparatoria son de origen popular, una minoría de jóvenes pertenece a familias con mayores recursos económicos.
Realicé tres periodos de trabajo de campo, de un mes, durante tres años (2006 al 2008). Hice observación no participante, levanté notas de campo y utilicé la conversación informal, grupal e individual, con una guía de temas flexible.
Los jóvenes que conversé conformaban grupos o diadas: seis están integrados por hombres, tres por mujeres y dos mixtos; tres son díadas de mujeres. Las conversaciones tuvieron lugar en diversas áreas de la escuela.
Los temas de las conversaciones en este eje analítico fueron sus preferencias sobre la ropa, su posición ante la moda y sus experiencias con el piercing. En las conversaciones también surgieron las voces de los padres que siguen teniendo influencia en la manera en que los jóvenes se visten y arreglan.
Análisis e interpretación
En el primer apartado presento las opiniones que tuvieron las chicas alrededor del uso de la ropa en relación con el cuerpo y las preferencias que tiene sobre el pantalón de mezclilla ajustado y las faldas cortas. En el segundo analizo las posiciones que los jóvenes expresaron ante las prendas de moda y los bienes de marca. En el tercero aparecen las experiencias que los jóvenes tuvieron con el piercing y los distintos significados que adopta esta práctica según quién lo use y el entorno en que se mueve. La ropa y el cuerpo: “lo que me queda” y “lo que no me va” Las características de la ropa plantean demandas a las personas, no todo depende del gusto del usuario. Mara, reconoce: …simplemente los pantalones de satín, no le queda a todo tipo de muchacha, tienes que estar muy delgada para que te luzca bien el pantalón de satín. La chica se compara con el “cuerpo modelo” difundido en las revistas de moda y desde los medios de comunicación: Y no, pues, no creo, hay algunas cosas que se te ven bien, pero otras no. Mara se autocensura, “sabe” que determinadas prendas sólo le lucen a una chica “muy delgada”.
Leonor, otra chica, cuenta que no usaba blusas de tirantes:… sí me gustaban mucho, pero no me las ponía porque se me hace que se me ve la espaldota, así (señala con las manos un tramo grande). Otra de las chicas, Yadira, menciona: …aunque sí necesito un poquito de tacón para verme un poquito más alta (se ríe) porque estoy muy chaparra (jajaja)…
No ser delgada, tener la espalda ancha o ser chaparra es indeseable en estas chicas. Las chicas descalifican su cuerpo, lo sienten inadecuado para usar la ropa de moda, esto las pone en desventaja frente a otras muchachas que sí cumplen con los estándares del modelo. Al elegir la vestimenta los aspectos físicos se vuelven importantes, ¿cuáles prendas son más adecuadas para mi cuerpo?, ¿cómo mi cuerpo puede ser aceptado e incluso puede ser deseable para los demás?
El imperativo de la industria cultural sobre el cuerpo, como mencionan Pérez y Piñero (2003:112), estimula un sentimiento de autodesvalorización frente al espejo al reconocer que el propio cuerpo no cumple con la exigencia de la mirada social.
Otra chica, Sandra, tiene dificultades para encontrar ropa adecuada a su talla: …hay ropa para poquitas personas… En la mayoría las tiendas de ropa se privilegian las prendas para los cuerpos delgados y las personas con sobrepeso u obesidad tienen dificultades para encontrar tallas adecuadas a sus cuerpos. Esta chica señaló la importancia de contar con conocimientos sobre la ropa y el vestir: O sea uno sabe lo que le queda, pues.
Algunas muchachas con sobrepeso u obesidad no tienen reticencias es usar ropa que según algunas chicas entrevistadas, no les quedan: ellas, con unas blusas de este tamañito (hace ademán de pequeño) Y cuando se las ponen se hacen así... (se estiran mucho) [Corina].
En la actualidad las personas están compelidas a volver la mirada sobre el cuerpo que poseen y su apariencia. Día a día las chicas se miran en el espejo para elegir cómo salir vestidas y arregladas. Las decisiones se hacen sobre aspectos personales, la moda, los amigos, los padres y las posibilidades económicas.
El imperio de los pantalones apretados
Vania, una chica alta y delgada, expresa: ... me gusta mucho por decir los pantalones pegaditos. Enfatiza: Me gusta que me queden apretados aunque a mi papá no le guste, verdad.
Amelia es delgada y de estatura mediana, llama la atención por su arreglo: peinada, maquillada y con varios accesorios, usa minifalda y blusa pegadita. En primer año sus padres le permitieron ir a la escuela con:… las falditas cortas, las blusas chiquitas, bien agarradas. Como reprobó algunas materias en segundo, en tercer grado sus padres le pidieron que usara:… la falda más larga y con la blusa de la escuela…. Sus padres esperan… que no enseñe el ombligo como en primer año.
Estas muchachas eligen ropa llamativa: faldas cortas que dejan mirar las piernas y pantalones apretados que dejan ver las formas de las caderas. Los padres siguen siendo una referencia sobre las maneras de vestir. En esta edad de las jóvenes (14 a 18 años) la práctica de la producción de la apariencia es un tema de conflicto negociación con los padres.
Otras muchachas como Zaida, tienen otros criterios para vestir: pues, yo uso puros pantalones. Porque ¡ay! se me hace que ando más cómoda… Tiene sus razones para rechazar las faldas: … ¡soy muy descarada para sentarme! Por eso no uso casi las faldas. Sus preferencias y gustos están influidos por sentimientos de pudor y vergüenza: Las faldas muy cortas no me las pongo porque me da pena, luego las blusas así muy escotadas, tampoco no me gustan. Las expresiones de la sensualidad femenina, como enseñar las piernas o mostrar los senos, generan pudor y vergüenza en chicas como Zaida.
Yadira, es una chica que luce seria y tímida. Me llamó la atención el énfasis con que expresa su predilección por el pantalón: …apretado, no importa cuál sea, pero que sea apretado. El uso de los pantalones apretados se ha difundido de una manera tan exitosa que muchas mujeres han naturalizado su uso.
Otra chica de nombre Lulú, dice: Especialmente, me gustan más los pantalones. Pero que me queden pegaditos. Por su parte Mara menciona: Pero es que me encantan los pantalones. […] Pues, tengo de todos. Más, pues, Levi’s pegados.
Las preferencias de estas chicas hacia el pantalón apretado se explica, no por la comodidad y libertad de movimiento, sino porque éste se ha convertido en emblema de la imagen femenina y juvenil actual. Los pantalones apretados cifran su atractivo–y un factor de su éxito– en que muestran las singularidades del cuerpo de una manera legítima (Lipovetsky, 2004:167).
Respecto del uso de la falda Yadira expresó: …las faldas no me gustan. No sé, porque no me siento a gusto. Una falda requiere de mayor cuidado al usarla: …será que, al tiempo de sentarme, ay, tengo que andarme cuidando, que me llego a subir a un camión, tengo que andarme cuidando, y así, por eso no me gustan. A Yadira le disgusta cómo se ven otras chicas que usan faldas muy cortas: Y tan feo que se ve ¿verdad? porque hay algunas que tienen mucha “pella. [2]
Acerca de las chichas que usan falta corta comenta: Les gusta más el “cotorreo”, y que la gente, como ser el centro de atención, que la gente las vea, llamar la atención de los hombres. Eso es lo que hace que usen una falda corta.
El uso de las prendas causa distintas emociones y sentimientos, como la vergüenza y el pudor de las chicas más conservadoras que no se atreven a mostrar su cuerpo o el placer que expresan las chicas más desinhibidas al usar ropa provocativa. El uso de la ropa proyecta modos de ser o actitudes.
Las voces de los padres aparecen, sobre todo en las chicas que les gusta usar ropa apretada o corta (Vania y Amelia). En este periodo en que las chicas empiezan a explorar su feminidad y sensualidad, la ropa se convierte en un tema álgido con los padres. En cambio, las chicas más serias no mencionan este tema, posiblemente porque siguen más las reglas de los padres.
Las chicas ante la moda
Algunas jóvenes con las que conversé mostraron más preferencia que otras por la moda y algunas mostraron poco interés. Queta y Jocelyn, las señoritas bonitas, dijeron que les gusta vestir modernas. A la combinación de la ropa no le dieron importancia, aunque sí a la de los accesorios: bolsa, zapatos y cinto. Vania, una chica alta y delgada, trae el pelo en “una colita”, usa poco maquillaje, trae falda y playera, ambas cortas: Bueno, me gusta andar siempre a la moda, […] Me gusta vestir sencilla. Sencilla, pero bien vestida; no sencilla toda fachosa. A esta chica le gusta lucirse, aunque establece un equilibrio entre vestir de manera sencilla y estar a la moda, para no caer en la exageración.
Lulú es una muchacha chaparrita y parlanchina, como no tiene mucha ropa y le gusta la moda, ella y sus amigas se arreglan entre sí: Pero sí, sí me gusta mucho andar a la moda. Me peino, me pinto, me vuelvo a peinar, me vuelvo a pintar. En su círculo de amigas las prácticas del arreglo y del maquillaje las une. El hecho de andar a la moda ayuda a que las jóvenes se integren en grupos y se sientan parte de sus comunidades.
Elena señala que no se guía por la moda: y a mí no me gusta de que… si aquella la trae pos yo también traerla, a mi casi no me gusta así…. Paloma dijo: Yo d’este, dependiendo, porque yo me visto aunque ya haya pasado de moda.
Andar a la moda adquiere sus variantes: puede adoptarse la combinación de los accesorios y de la ropa; actuar estratégicamente para no irse a los extremos, no ser fachosa (descuidada) y tampoco exagerar (maquillarse mucho); o también buscar otras alternativas al uso de la ropa, como peinarse y maquillarse. Fueron menos las chicas que no se guían con la moda y prefieren experimentar con estilos alternativos.
Las experiencias de los jóvenes con el piercing
Paloma tiene un piercing en la ceja, ella deseaba ponérselo en el labio: Pos sí, porque mi mamá no me dejó, pero para navidad me dijo que sí me dejaba ponérmelo en el labio... Una amiga de Paloma, Elena, opina: Y se ve bien, pero pues, yo no me pondría uno. Omar, un chico con estilo cholo, expresó sus opiniones: ¿Aretes? Me gustan en la oreja, pero no me dejan ponérmelos. Y en la lengua me gustan, pero me da miedo ponérmelos. Anteriormente había tenido una experiencia: Ya me lo puse en la lengua. ¿Eh? ¡Nada! Se enojaron, pero me lo quité porque se me hinchó mucho la lengua.
Estos jóvenes aún toman en cuenta la opinión de los padres sobre los cambios más duraderos en la apariencia, sobre todo aquellos no reconocidos como prácticas comunes en la sociedad.
En un grupo de chicos raperos, provenientes de una colonia popular denominada La Pancho, los integrantes usan aretes en ambas orejas. Este accesorio: …es un requisito pa’ ser del grupo, de que hay que traer aretes. El uso de dos aretes en los varones va en contra de las convenciones de la sociedad, a través de su uso en la escuela los chicos expresar su cultura de barrio frente a las normas de la escuela, según Samuel están: …rompiendo reglas en la UAS. Los cantantes de hip hop y rap incorporaron como parte de su imagen el uso de los dos aretes, lo que se convirtió en moda para los jóvenes seguidores de estos ritmos. Acerca de las opiniones de sus padres sobre el uso de los aretes, Víctor comentó: a mí me dicen, que me ponga otros más chiquitos […] pero como no tengo más chiquitos sigo con éste. En cambio, otro chico de apodo Creer, cuenta que su padre le dijo: ¡hazte hombre, ponte aretes! Y –pues seguí su consejo, me puse aretes. Tito recuerda: A mí, mi papá me pasó los suyos... Estos jóvenes se sienten comprendidos por sus padres: Sí, sabe que es… por la edad y por la moda.
El uso del piercing en la actualidad es conocido como una práctica de los jóvenes más que de los adultos. Algunos padres, como los de estos chicos, lo entienden como una moda juvenil y aceptan que los jóvenes experimenten con las modas y los estilos. Como toda práctica social el piercing tiene distintos significados para las personas que los usan, mientras que para algunos significa romper convenciones (los chicos de La Pancho) y es motivo de orgullo y originalidad, para otros es motivo de
rechazo.
Reflexiones finales
Un tema transversal en los apartados tratados aquí es el cuerpo. Los jóvenes van dándose cuenta de las posibilidades que tienen de hacerle cambios o experimentar con él, el cuerpo se convierte en un espacio de expresión. A través de él se relacionan con los demás, arreglarlo según un estilo puede llevarlos a ser aceptados o no. La imagen extensamente difundida por los medios de comunicación e instalado en los imaginarios de la población como el cuerpo “bonito” es el modelo de referencia para muchas de las chicas cuando miran el propio cuerpo. El peso, la altura y la forma del cuerpo son elementos importantes en las elecciones de las chicas sobre la vestimenta. El valor que le otorgan las chicas a su cuerpo está cifrado en que cumpla con “el modelo”.
El peligro del arreglo y cuidado de la apariencia es verse mal, es decir, no entrar en el curso normal de las cosas, no adecuarse a las reglas del buen vestir juvenil y de moda. Vestir adecuadamente implica conocimiento, un aprendizaje de ciertas reglas que luego son naturalizadas. Este saber se nutre de aquí y de allá, y de a poco va constituyendo un acervo de conocimientos y habilidades que sostienen las imágenes y representaciones sobre el buen vestir y estar a la moda.
Algunos jóvenes buscan experimentar y romper convenciones en su arreglo y vestimenta; otros prefieren seguir la moda, una tercera vertiente se guía por ciertos principios conservadores. A través de la vestimenta y accesorios los jóvenes tienen la posibilidad de hacerse visibles (mostrar el cuerpo, usar piercings) o pasar desapercibidos (ocultar el cuerpo con la ropa, no usar adornos llamativos). Algunos objetos y prendas resaltan la feminidad de las mujeres (la ropa ajustada al cuerpo) mientras otros la opacan (la ropa holgada).
En las prendas que usan y los modos de apropiarse los jóvenes expresan una cierta identidad personal. Algunas muchachas aprovechan las posibilidades que ofrecen las prendas para expresar su sensualidad y jovialidad; otras optan por la ropa cómoda o también están aquellas que prefieren prendas más recatadas debido al pudor. Las chicas más serias se enfrentan a situaciones contradictorias, el cuerpo no se puede mostrar, so pena de convertirse en una chica “atrevida” que transgrede las normas, y los muchachos, a través de los aretes o el piercing establecen identificaciones con otros jóvenes de regiones distantes (cantantes de rap).
Para alimentar el debate que existe sobre el papel que tienen los padres en las elecciones de los jóvenes sobre aspectos relacionados con la apariencia, en mis datos se hace evidente que aún ejercen influencia. Varios de los jóvenes entrevistados piden permiso a los padres o deben negociar si quieren usar algo nuevo en su apariencia (el uso del piercing, maquillarse, usar faldas cortas o minifalda). Otros chicos y chicas llegan a vestir o adornarse en contra del gusto de sus padres, rebelándose a su autoridad o por estar en contra de las normas sociales.
Los objetos que usan las personas sirven para comunicar y también para diferenciarse de otras personas y grupos. Al portar los bienes los jóvenes se adscriben a un grupo o estilo en particular, y a la vez están experimentando con sus preferencias y moldeando sus identidades personales.
Fuentes de consulta:
Barthes, Roland (2005) “Historia y sociología del vestido. Algunas observaciones metodológicas”, en El sistema de la moda y otros escritos, España, Paidós, pp. 347-362.
Bauman, Zygmunt (2006) Modernidad líquida, Buenos Aires, Fondo de Cultura.
Coulon, Alain (1998) La etnometodología, Madrid, Cátedra.
Entwistle, Joanne (2002) El cuerpo y la moda: una visión sociológica, España, Paidós.
Feixa, Carles (1999) De jóvenes, bandas y tribus, España, Editorial Ariel.
Geertz, Clifford (1987) La interpretación de las culturas, Barcelona, Gedisa.
Giddens, Anthony (1997) Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea, Barcelona, Ediciones Península.
Le Breton, David (2002) “El sentido del cuerpo”, Revista Tendencias 21, http://www.tendencias21.net/David-Le-Breton-El-sentido-delcuerpo_> (7 de abril, 2010).
Le Breton, David (2009) “La única certidumbre que tenemos es nuestro cuerpo”, Diario Perfil, http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0371/articulo.php?art=14901&ed=0371 (7 de abril, 2010).
Lipovetsky, Gilles (2004) El imperio de lo efímero, Barcelona, Editorial Anagrama.
Pérez, Fernando y Julián Piñeiro (2003) “Estética de la afectividad y modalidades de vinculación en el boliche”, en Margulis, Mario et al. Juventud, cultura y sexualidad. La dimensión cultural en la afectividad de los jóvenes de Buenos Aires, Buenos Aires, Biblos.
Reguillo Cruz, Rossana (2000) Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanto, Buenos Aires, Grupo Editorial Norma.
Rockwell, Elsie (2009) La experiencia etnográfica. Historia y cultura en los procesos educativos, Buenos Aires, Paidós.
[1] Grijalva, Olga (2010) “Las apariencias como fuente de las identificaciones en la construcción
de las identidades y en la conformación de grupos juveniles”, México: DIE Cinvestav IPN.
[2] La “pella” es un término local de uso en Mazatlán para referirse a los pliegues que se forman en la
cintura y abdomen por el sobrepeso. En otros lugares del país se le conocen como “llantas” o “lonjas”.
*Texto tomado del Archivo Documental “Cuerpos, sociedades e instituciones a partir de la última década del Siglo XX en Colombia”. Mallarino, C. (2011 – 2016). Tesis doctoral. DIE / UPN-Univalle.
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