Cuerpos bajo sospecha*
RESULTADO DE INVESTIGACIÓN: Tesis Doctoral: “La locura de la mujer durante el porfiriato” (1997) - Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F., México
El propósito de este trabajo es aportar a la reconstrucción de la influencia de las teorías de Cesare Lombroso (1835-1909), sobre la incipiente práctica clínica de los médicos porfirianos, en quienes el nuevo orden social y cultural delegó la responsabilidad de atender y asistir a los enfermos mentales quienes, durante el México colonial y parte del México independiente, vivieron bajo la custodia de órdenes religiosas, Esta pesquisa es una extensión de la investigación Locura y mujer durante el porfiriato[1] y su objetivo se desprende de lo hallado en las historias clínicas de los pacientes del Hospital para hombres dementes de San Hipólito quienes, junto con las internas del Hospital para mujeres dementes del Divino Salvador, pasaron a ser los primeros inquilinos del Manicomio General inaugurado por Porfirio Díaz en septiembre de 1910. Por otro lado, la revisión bibliográfica realizada hasta ahora, nos muestra la importancia que tuvo la antropología criminal en la naciente práctica médica carcelaria a lo largo del régimen porfirista (1880-1910) [2]. Ejemplo de ello son la escuela del francés Alphonse Bertillon y su sistema antropométrico utilizado en la identificación de personas, y las teorías de Lombroso en la clasificación y tratamiento de los prisioneros. Ambos planteamientos se basaron en el estudio de los caracteres y particularidades anatomo-morfológicas y mentales peculiares observadas en los rasgos físicos y en las medidas craneométricas y somatológicas de los autores de crímenes y delitos.
La vigencia y práctica de estas teorías las encontramos en las antiguas y modernas prisiones mexicanas de la época: la Cárcel de Belén, la de Puebla y la de Monterrey, que tenían como modelo las prisiones de Estados Unidos y Europa. Así mismo, la influencia de Lombroso se devela en el reconocimiento médico de los pacientes recluidos en la Manicomio General de la Castañeda. En este trabajo abordo algunos de los aspectos de la clínica mental permeados por los planteamientos de este prominente galeno italiano. En el primer apartado introduzco un breve horizonte de la teoría de Cesare Lombroso y en el segundo, ilustro las propuestas lombrosianas con los síntomas observados para el diagnóstico asentados en las historias clínicas de los internos del manicomio.[3]
La antropología criminal
Desde su trinchera, la medicina le ha preocupado dilucidar el problema de la conducta del criminal. Dentro de este ámbito, la fisionomía abordó el estudio de la apariencia externa del individuo y su conexión con lo psíquico. Una anécdota que ilustra este viejo interés remite a un proceso que data del siglo XVII, en que el ilustre barón de Montesquieu condenaba a un hombre físicamente desagraciado con la famosa frase: "vistos los testigos de cargo y descargo, y tu cara y tus orejas, yo te condeno...".[4]
La antropología criminal aparece a finales del siglo XIX, como una derivación del pensamiento positivista y la teoría de la evolución. El italiano Cesare Lombroso, autor de L’uomo delinquente publicada en 1876, L’anthropologie criminelle 1890 y La prostituée et la femme criminelle en 1893, entre otras obras, apoyado en el supuesto de la naturaleza biológica de la conducta y el carácter concibió al criminal, en un primer momento, como producto de una regresión en su estructura cerebral a un tipo más primitivo; años después, modificó esta hipótesis e incluyó la teoría de la degeneración y la herencia[5].
En distintos momentos de su investigación, Lombroso sostuvo tesis incluso contradictorias en cuanto a la causa de la criminalidad: como hereditaria; producto de la epilepsia; de la degeneración; de la locura moral o de aspectos sociales diversos. Con sus tesis incorpora el problema de la delincuencia al campo de la biología y la psicología, en vez de definirlo únicamente en el terreno jurídico. Más que interesarle la comprensión de los delitos, su preocupación fue el conocer y definir a los delincuentes como sujetos psicobiológicos llegándolos a considerar una especie humana completamente distinta. Sus aportaciones abonaron el terreno para la creación de una escuela de antropología criminal, desde donde se desarrolló la criminología. La incursión de Lombroso por esta problemática se remonta a sus primeros años de médico, hecho que se refleja a través de su obra escrita.[6] En 1863 publica “Memorias de un médico psicólogo” y “La medicina legal de las alineaciones mentales”, con este último inicia el estudio sistemático de los locos y los criminales. Años más tarde, en 1871, retoma sus estudios sobre los delincuentes en los que supone haber encontrado en el atavismo, la coordinación definitiva entre el delito y la locura. Lleva a cabo un análisis antropológico en una serie de cráneos pertenecientes a delincuentes ejecutados, y encuentra malformaciones craneales en ellos. Tras compararlas a los seres primitivos, establece una conexión entre malformaciones craneales y determinados tipos de personalidad. Esos rasgos serían signos de la degeneración, ubicando a los delincuentes como seres inmorales, insensibles, violentos y agresivos.
Es entonces cuando encuentra en la autopsia de Giuseppe Villella, un bandido salteador de caminos, ciertos estigmas visibles en el cráneo (la fosa occipital mediana ubicada en su base), escribe lo siguiente:
“...se me apareció de repente iluminado como una larga llanura bajo un horizonte infinito, el problema de la naturaleza del delincuente, que debía reproducir en nuestros tiempos los caracteres del hombre primitivo descendiendo hasta los carnívoros...” [7]
La idea de Lombroso era resolver el problema de la delincuencia y de la población marginal en general, aplicando su interpretación de la teoría de la evolución. Utilizó el concepto de regresión, con el que planteó que la evolución podía ir hacia delante y hacia atrás, reproduciéndose, entonces, los primitivos caracteres morfológicos y morales de los ancestros. Este proceso conocido como degeneración, hacía del individuo un peligro social. Incluso conformó un amplio catálogo antropológico con las tipologías relativas a una multitud de delitos, que se utilizaron para identificar a los presuntos infractores. Por el origen biológico del delito, se planteaba que estos individuos podían transmitir a la población su naturaleza degenerada lo que derivó en la necesidad de aplicar tratamientos preventivos para erradicar tal posibilidad. De esta manera, la doctrina se convierte en un mecanismo indiscriminado de control social que, al amparo de la infalibilidad científica y en aras del bienestar social, permitía utilizar cualquier medida coercitiva.
Investigar el comportamiento humano empleando criterios deterministas no es una línea científica abandonada hoy en día. De una u otra forma ocupa su lugar en los estudios antropológicos actuales ahora bajo premisas genéticas y neurológicas, por ejemplo.
Bajo esta perspectiva del positivismo biológico, el problema en cuestión recae en aquellas inclinaciones particulares de los delincuentes, que para el criminólogo son biológicamente distintas que las observadas en los ciudadanos celosos de la ley. La teoría positivista supone que una persona nace con una predisposición para el bien y el mal, lo que significa que el delincuente nace con una inclinación hacia el crimen.
En estos términos, el delincuente y el loco son seres atávicos, degenerados, con una serie de anomalías de base congénita que evolucionan de distinto grado a los sujetos normales e inclusive, podría observarse una regresión en lugar de una progresión. Compara al delincuente nato con los salvajes, es decir, con personas ajenas a las costumbres occidentales aceptadas; destacando su proclividad a la superstición, al uso de amuletos, de tatuajes y su preferencia por los colores primarios. La siguiente comparación La hace con los niños, al considerar que el criminal nato: se ubica en una etapa evolutiva anterior a la del adulto normal, que reacciona de forma infantil sin un control adecuado sobre sus emociones. Plantea que este sujeto puede poseer algunas (o todas) de las siguientes características físicas: frente huidiza y baja; órbitas oculares superficiales; asimetrías craneales; altura anormal del cráneo; fusión del hueso atlas; pómulos prominentes; orejas en asa; orejas adherentes; vello excesivo; brazos largos; asimetrías faciales, estrabismo, dientes mal implantados, prognatismo, particularidades del paladar.
Otras peculiaridades psicológicas, biológicas y sociales del delincuente nato señaladas por el galeno italiano fueron: tatuajes obscenos; insensibilidad al dolor, zurdo; carencia afectiva; tendencia al suicidio; inestabilidad; vanidad; venganza; tendencia al vino, juego, sexo y orgías; uso de lenguaje especial (argot). Entre los criminales urbanos encuentra que el sentido religioso no es un aspecto relevante; mientras que en los rurales observa una gran religiosidad (un criminal nato raramente es un ateo y por lo regular tiene alguna religión singular).[8]
En su clasificación criminal Lombroso distinguió, además de la de criminal nato, las siguientes categorías: delincuente loco moral, delincuente epiléptico, delincuente loco (alienado, alcohólico e histérico, delincuente ocasional y delincuente pasional.
La clínica mental
La información clínica contenida en los expedientes de los pacientes internos en el Manicomio entre 1880 y 1910, está conformada por un cuestionario médico de ingreso al manicomio y de las notas que recogen las observaciones y argumentos médicos para el diagnóstico.[9]
El interrogatorio de ingreso contiene elementos que remiten a los planteamientos de Lombroso, por ejemplo: se observa la constitución física del paciente, es decir, si es débil, regular, mediana, vigorosa, etc.; si tiene alguna religión y si la practica (se intenta conocer si su práctica es exagerada o no); su carácter antes y después de enfermarse; si tiene antecedente hereditarios degenerativos (en el cuestionario dice: “Hay o ha habido en su familia algún individuo nervioso, epiléptico, loco, histérico, alcóholico, sifilítico o suicida?”) y, en otro apartado, aparecen las enfermedades que hayan padecido sus padres. Tal vez estas últimas no sean consideradas degenerativas, ni hereditarias, ni predisponentes de la enfermedad mental.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, este interrogatorio no era contestado íntegramente, más bien, el médico escribía sus observaciones al final del mismo y en dichas anotaciones encontré, nuevamente, aspectos lombrosianos como guía de la mirada médica en su tarea diagnóstica: la herencia, la degeneración y los estigmas descritos a lo largo de su obra.
Los siguientes son fragmentos transcritos de las historias clínicas y con los que pretendo evidenciar la influencia de Cesare Lombroso en la clínica mental practicada solamente con los pacientes varones.[10] Estos textos son parte de los expedientes clínicos de los pacientes internos en San Hipólito y en el Manicomio General entre 1880 y 1910.
Los primeros son fragmentos que muestran distintos aspectos en la historia familiar del paciente.
Enrique de 38 años (…) empleado de gobiernos, casado, varios hijos de desarrollo tardío y complexión débil. Detenido y remitido por la policía. Diagnóstico: Delirio de persecución razonado. Perseguido Perseguidor. Ingresó en 1910. Antecedentes hereditarios.- Una madre con paraplegia, una hermana enajenada, un tío epiléptico y otros parientes maternos nerviosos. Su nacimiento fue normal, algo tardío para hablar, en la escuela manifestaba buena inteligencia. Abusó de las bebidas alcohólicas por cinco años. Entonces su carácter fue cambiando, era jovial y tranquilo, pero se hizo tímido, desconfiado y supersticioso. Comenzó a tener dudas de la fidelidad de su esposa rechazando esta idea con voluntad cada vez que le venía y tratando a la esposa con cariño. A poco esta idea fue tomando forma y entonces tenía verdaderos accesos de furia dándole golpes, algunas veces, y hubo una que trató de estrangularla. Al día siguiente se arrepentía, pedía perdón y se humillaba; pero pasaban unos días y la idea aunque disimulaba no desaparecía. Últimamente creyó que un señor que vive frente de su casa se entendía con su esposa, lo vigilaba, procurando verlo al entrar y salir de su casa; siempre llevaba pistola para vengarse, por fin un día pudo hablarle diciéndole que lo iba a matar, pero que él también se armara, como no llevaba arma le dijo que volvería cuando la tuviera. Fue aprehendido por la policía y remitido al establecimiento. No presenta signos físicos patológicos.[11]
Esta última frase remite a la búsqueda de estigmas físicos para poder ubicar si se trataba de degeneración o de otro padecimiento no hereditario. Los siguientes fragmentos son de historiales de sujetos con diagnóstico de degeneración.
José, de 33 años, empleado de gobierno en el ramo de contabilidad, soltero. Diagnóstico:
Degeneración ¿heredó sífilis?, ingresó en 1909. No parece ser intemperante ni sifilítico, ha adquirido según dicen la costumbre de masturbarse hasta el punto de ser sorprendido. Cuenta entre sus ascendientes dos tíos locos y la madre tomaba pulque con cierta exageración. A la edad de diez años tuvo tifo y consecutivamente un período maníaco; desde entonces tiene la costumbre de remedar las gesticulaciones de las personas a quienes trata, así como de repetir inconscientemente la última frase que oye o cuando menos la última palabra. Siempre ha cometido extravagancias y sufrido preocupaciones así es que siendo pagador en un buque nacional temía que sus cuentas no estuvieran correctas y para ratificarlas despertaba a deshoras de la noche a sus superiores para dirigirles preguntas necias; lo mismo lo ocurría estando de empleado en la Tesorería General...... Su familia dice que es apocado de espíritu. Tiene alopecía general difusa, mala implantación y erosiones dentarias, abovedamiento del paladar exagerado y cierto endurecimiento de los testículos. [12]
Ricardo de 22 años, estudiante, soltero, constitución débil. Diagnóstico:
Degeneración melancolía con estupor. - Heredó sífilis. Temperamento linfático y constitución débil, su padre es sifilítico y según informes el enfermo fue tardío en su desarrollo físico e intelectual. Seis meses hace que presentó algunas extravagancias de carácter ha abandonado sus estudios y tal vez masturbándose; pues sin motivo alguno platicaba su aversión por las mujeres; desde hace dos semanas se puso triste, desconfiado y con temor pánico se tornó en gemebundo y llorón, últimamente se ha puesto a delirar incoherentemente, puesto que, por aborrecimiento al extranjero, dice que quiere volar la Cuadra Inglesa, para lo que apenas necesita recursos ajenos; pues cuenta con su inteligencia. Pasada esta entrevista se ha obstinado en un mutismo absoluto. Está alopético, difuso, tiene abultadas las jibas frontales, su cara es asimétrica por notable desviación de su totalidad a la derecha, es pronacto, los dientes están mal implantados, amorfos y erosionados en sus coronas, su lengua está algo escrotal y el paladar muy abovedado.[13]
Hugo, de 36 años, militar, soltero, detenido y consignado remitido por la policía, recomendado como muy peligroso. Diagnóstico: Paranoia persecutoria sistematizada ¿Degeneración psíquica? Ingresó en 1906. z Carece de antecedentes psicopáticos. Su cara es asimétrica, los lóbulos están adherentes, sus pupilas enmidriasis y sus dientes mal implantados y erosionados; se ignora la causa determinante de su locura. Se presenta tranquilo, contesta el interrogatorio que se le hace con bastante corrección, pero emitiendo desde luego sus concepciones delirantes; dice que es inglés, druida, conde, Hugo de Lipton, su religión es la budista (en la hoja del interrogatorio dice que es católico), que viaja de incógnito, que es políglota y espirita, que no reconoce autoridad humana, así como tampoco la locura de los que están con él recluidos, niega la locura de la Emperatriz Carlota Vda. de Maximiliano, dice que fuera del Hospital abundan los locos, comenzando por el Presidente de la República; niega a la autora de sus días, que suele visitarlo y obsequiarlo Refiere haber tenido entrevistas íntimas por poco dinero, con personas de la mejor sociedad y agrega que una de las causas de su encierro es el haber rehusado los favores de sus respetables Damas, cuyos nombres expresa... en cierta ocasión, por abandono en la Alameda del Empleado que lo sacaba a pasear, tranquila y directamente se marchó a San Luís Potosí, con objeto dice de arreglar asuntos particulares. Allí y sin dificultad y sin nueva causa, fue reaprendido y nuevamente internado, con igual recomendación de "Peligroso". En el establecimiento siempre es correcto y obediente, suele escribir con letra clara y sus conceptos expresan los delirios antedichos, en general se dirige a las autoridades judiciales o a los superiores del Manicomio. Tratamiento terapéutico nulo.[14]
[1] Martha Lilia Mancilla Villa, La locura de la mujer durante el porfiriato. México, Tesis doctoral, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 1997.
[2] Véanse: Belem Claro A. y Elia Martha Rodríguez, “La antropología criminal durante el porfiriato”, Estudios de Antropología Biológica, IX, 105-118.
Nydia Elizabeth Cruz Barrera, “La proyección de los nuevos saberes. El Departamento de Antropología Criminal de Puebla en el siglo XIX”, Estudios de Antropología Biológica, V, 451-467.
[3] Archivo Histórico de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (AHSSA): Fondo: Manicomio General (MG), Sección: Expedientes Clínicos (EC): Cajas 1-10.
[4] Pili Abeijón, Breve Historia del Crimen, www.latinoseguridad.com. Para María Moliner, la palabra malhecho(a) se refiere a 1m. Acción mala. 2adj. Aplicado a personas, mal hecho: mal conformado. Diccionario del Uso del Español, España, Editorial Gredos, S. A., 1998, pp 244.
[5] B. A. Morel (1809-1873) retoma de Lamarck y Buffon (1707-1788) el término de degeneración (sinónimode degradación, desviación natural de la especie) redefiniéndolo, a partir de la religión, para la elaboración de su teoría de la degeneración. Plantea que el hombre ha sido creado por Dios siguiendo un tipo primitivo perfecto y toda desviación de ese tipo perfecto, debido al pecado original, es una degeneración, una desviación “malsana” de la especie. Entiende la esencia del tipo primitivo y de la naturaleza humana, la dominación de lo moral sobre lo físico. Al cuerpo lo concibe como el instrumento de la inteligencia. La enfermedad mental invierte la jerarquía y convierte en bestia al humano. En este sentido, la enfermedad mental es una expresión sintomática de las relaciones anormales que se establecen entre la inteligencia y su instrumento enfermo, el cuerpo. La degeneración de un individuo se va transmitiendo por herencia (y agravando) a lo largo de las generaciones hasta llegar a la decadencia. Junto con sus seguidores, J. J. Magnan (1835-1916) incorpora a la teoría de la degeneración los conceptos de la lucha por la supervivencia de Darwin, cambiando su fundamento religioso por el evolucionista. Distinguió los estigmas morales: retraso intelectual o afectivo, desadaptación social; de los estigmas fisicos: atrofia, hipertrofia, distrofias. Ubicó a los genios en un tipo de degenerados, los degenerados superiores. Reconoce que en la base de la genialidad está la sobreexitación de los centros nerviosos, que además contaría con una predisposición hereditaria.
[6] Por ejemplo, en 1864 inició sus cursos con una notable disertación sobre "Genio y Locura". En 1869 público sus "Estudios sobre las razas humanas; en 1876 su famoso "Tratado antropológico experimental del hombre delincuente. (Citados por J. Raimundo del Rio C. “Cesare Lombroso (1835-1909)” (http://www.analesderecho.uchile.cl/CDA/an_der_articulo/0,1361,SCID%253D1812%2526ISID
%253D138,00.html)
[7] Citado por Abeijón, op. cit.
[8] Cesare Lombroso, L’anthropologie criminelle, Paris, 1890, pp. 41
[9] Para una revisión más amplia de la tarea clínica de los médicos porfirianos véase Mancilla, op.cit.
[10] Los signos de locura en la tarea diagnóstica con las mujeres son diferentes a la de los hombres. (Véase Mancilla, op.cit.).
[11] AHSSA, F. MG, Se. EC, Caja 8, expediente 45
[12] AHSSA. F. MG, Se. EC, Caja 10, expediente 59
[13] AHSSA. F. MG, Se. EC, Caja 7, expediente 49
[14] AHSSA. F. MG, Se. EC, Caja 10, expediente 47
*UNAM/Facultad de Psicología y Círculo Psicoanalítico Mexicano, A. C. - Dirección: Morelos 56 B., Col. del Carmen, Coyoacán, México, D. F. C.P. 04100 - Correo electrónico: mlmancilla@yahoo.com