Un ser innombrable. Una reflexión sobre el proceso de creación colectiva e interdisciplinar..
RESULTADO DE INVESTIGACIÓN: Tesis de grado: “Fotosensible” - Programa Cine y Televisión, Facultad de Artes, Línea de profundización en Arte y Nuevas Tecnologías, Universidad Nacional de Colombia UNAL, Bogotá, Colombia
Al preguntarme por cuál es la sensación corporal que me quedó resonando después de co-crear la obra interdisciplinar “Investiduras”[1] percibo que es la de sostener colectivamente, junto a otros cuatro cuerpos dispuestos en círculo, una superficie de peso, extensión y material indeterminados, la sensación de activar todos mis sentidos para entender cómo sostener esta superficie conservando el círculo, sin que alguno de los cinco sostenedores cargue más peso que el otro, sin que alguno tire más de su lado, sin que ninguno se quede sin superficie por sostener. Con esta imagen descrita, me refiero metafóricamente al proceso de creación del proyecto “Investiduras” que sostuvimos durante aproximadamente tres meses con el colectivo “Los desvestidos”, desde el cual nos definimos así: Como colectivo “Los desvestidos” abordamos la interdisciplinariedad desde la contaminación real y despiadada, sin demasiados permisos para experimentar y entrometerse en disciplinas ajenas, sin cuidar tampoco con demasiado celo el campo de desarrollo propio, sino en una actitud abierta que además aprovecha la pluralidad de conocimientos, para dar paso a una fuerza creativa indeterminada y compleja, una fuerza indisciplinada.[2]
Quizá la imagen de “sostener” que planteé en el primer párrafo es demasiado estática, ahora que lo percibo mejor, la sensación sí es la de sostener, pero la de sostener tejiendo al mismo tiempo. Al comienzo solo teníamos ideas y tuvimos que ir creando esta superficie tejiendo al unísono, escuchando nuestros impulsos, nuestras respiraciones, palpitaciones, caídas, tropezones, vacíos, nuestros silencios, gritos, murmullos, fluidos, empujones, choques, caricias, ritmos… y tratando de llevar hasta el final la tarea utópica y titánica de sincronizarnos para crear-tejer colectivamente.
“Los desvestidos” somos cinco: Sylvia Jaimes, Alejandro Cárdenas, Rebeca Rocha, Eduardo Oramas y yo. Cada uno estudió alguna profesión, alguna maestría y cuenta ya con cierta experiencia artística; pero nuestro deseo era desarmar precisamente esa investidura de la profesión, los títulos, los diplomas, la hoja de vida, y lanzarnos a tejer colectivamente una propuesta creativa sin roles determinados, es decir, no había un director, no había un videoartista, no había un performer, no había un escenógrafo, no había un coreógrafo, etc. Los cinco teníamos la posibilidad de abordar todos esos roles o dos o uno, jugar a pasar de un territorio creativo al otro, irrespetando profundamente la historia creativa de cada uno, irrespetando profundamente la noción de disciplina.
En este profundo irrespeto creíamos en la ingenuidad, en el desaprender, en la intuición, en la duda y en el riesgo como una fuerza creativa que nos podía conducir a caminos no transitados y que nos alejaban de los ya recorridos. Es en este punto donde nuestra propuesta de metodología creativa se encontró con nuestra propuesta conceptual de la obra como tal: ¿de dónde partió conceptualmente “Investiduras”? El proyecto desarrolló una investigación sobre el vestido y la acción misma de vestirse como constructores de identidad, abordando la identidad desde su capacidad de mutación e inestabilidad, para ello partimos de lo que el autor Edouard Glissant plantea en su texto Introducción a una poética de lo diverso:
Lo que yo digo es que la noción de ser y de ser absoluto está vinculada con la noción de identidad de “raíz única” y de identidad exclusiva, y que, si somos capaces de concebir una identidad rizoma, es decir, una raíz a la búsqueda de otras raíces, entonces lo que cobra relevancia no es tanto un presunto absoluto de cada raíz, sino el modo, la manera en que entra en contacto con otras raíces, esto es, la relación (…). Considero que estamos en un momento en la vida de las humanidades en el que el ser humano comienza a admitir la idea de que él mismo es un perpetuo proceso, que no es un ser sino un hacerse, y que, como todo lo que se está haciendo, cambia (2002).
Esta visión de Glissant nos ayudó a encontrar un sustento teórico-poético en nuestra propuesta de no roles en el proceso, creamos relaciones creativas a partir de la identidad rizoma y huyendo de la identidad de raíz única, construyéndonos como creadores en un hacer perpetuo, sin asirnos a un solo oficio. Es aquí donde puedo enunciar que el proceso es también la obra y que nuestra preocupación por investigar con “Investiduras” la política, la poética, los poderes y las jerarquías del vestido, se filtró hacia nuestra forma de hacernos como colectivo creativo, desconfigurando la jerarquía creativa y de poder que clásicamente se propone en algunas disciplinas artísticas como, por ejemplo, el cine. Aquí se me viene a la cabeza la célebre respuesta del cineasta francés Jean-Luc Godard ante la pregunta de si hacía cine político:
“No, yo no hago películas políticas, yo hago cine. Lo que yo sí hago es hacer mis películas políticamente”. [3]
[1] “Investiduras” fue la beca de residencia artística en creación interdisciplinar del teatro Jorge Eliécer Gaitán. 2011. Con el apoyo del Instituto Distrital de las Artes de Bogotá (IDARTES). Fue dirigida y creada por el colectivo “Los desvestidos” y estrenada el 15 de diciembre de 2011 en el teatro Jorge Eliécer Gaitán.
[2] Extracto del programa de mano de la obra “Investiduras” y del proyecto que se pasó a la convocatoria.
[3]En: http://arte-nuevo.blogspot.com/2007/06/la-hospitalidad-est-en-el-lenguaje.html
*Texto tomado del Archivo Documental “Cuerpos, sociedades e instituciones a partir de la última década del Siglo XX en Colombia”. Mallarino, C. (2011 – 2016). Tesis doctoral. DIE / UPN-Univalle.