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Transmitiendo contenidos / construyendo sentidos sobre afro-descendencia y afro-influencia ...


Resumen*


El presente trabajo se propone reflexionar sobre la experiencia de preparaciĂłn y dictado del curso “Negritude Ă  brasileira. Debates sobre la nociĂłn de raza y el racismo en la antropologĂ­a de Brasil”, desarrollado en diciembre de 2010 en la Universidad Nacional de Salta. Iniciaremos con una reflexiĂłn auto-antropolĂłgica sobre las personas que organizaron y participaron del curso, Cecilia, Lucrecia, Gretel y Macarena, todas con trayectorias relacionadas, de una forma u otra, referidas a la investigaciĂłn antropolĂłgica y la participaciĂłn en procesos sociales que involucran reivindicaciĂłn Ă©tnica y negritud en diferentes contextos socioculturales. Teniendo en cuenta esto, avanzaremos sobre la propuesta del curso y los sentidos sociales que emergieron en la interacciĂłn con sus participantes. Finalmente, propondremos algunos ejes experienciales a partir de los cuales es posible continuar trabajando las nociones sociales de raza, negritud y reivindicaciones de lo afro en contextos de aprendizaje universitario en contexto argentino y latinoamericano.


Palabras clave: Negritud-Cuerpo - Enseñanza universitaria - Antropología


ItroducciĂłn


La propuesta del seminario “Negritude Ă  brasileira. Debates sobre la nociĂłn de raza y el racismo en la antropologĂ­a de Brasil” fue trabajar a partir de una experiencia social visible en un paĂ­s vecino para pensar procesos mayores que nos afectan como latinoamericanos/as, y como las personas en las que nos constituimos dentro de este contexto histĂłrico, atravesado por la colonialidad del saber y el poder. La resonancia que permaneciĂł del trabajo compartido es haber movilizado los cuerpos en el marco de encuentros de pensamiento sobre lo social, reflexionando y experimentando otros modos de conocer que, segĂșn aquĂ­ proponemos, pueden venir a complementar e inclusive reformular aquellos saberes-haceres habitualmente legitimados en la academia.


Algunas herramientas para pensar los vĂ­nculos


“Raza” es una categorĂ­a histĂłrica y relacional fundada en el cuerpo. Por lo tanto, una discusiĂłn sobre raza involucra a todos los sujetos, pues todos estĂĄn, de una forma u otra, racializados, corporalizados y, por eso, colocados en la acuarela desigual y jerĂĄrquica de los colores racialmente definidos. En esta secciĂłn, presentaremos algunas herramientas reflexivas que nos permitan pensar los vĂ­nculos que pueden ser construidos en contextos de investigaciĂłn-acciĂłn relativos a la “negritud”, donde intervienen actores sociales con diferentes formas de identificaciĂłn Ă©tnico-racial-de color.


Inicialmente, proponemos que dos conceptos pueden ser Ăștiles para adentrarnos por estos territorios: “afro-descendencia” y “afro-influencia”. Por “afro-descendencia” entendemos aquĂ­ el vĂ­nculo genealĂłgico con ancestros del territorio africano y la auto-asunciĂłn de una identidad negra. Por “afro-influencia” comprendemos el vĂ­nculo afectivo y polĂ­tico con ciertos aspectos de la africanidad, sin una necesaria auto-identificaciĂłn de los sujetos como “afrodescendientes”. La conexiĂłn entre las dos categorĂ­as no se espera como un dato a priori, sino fruto de un trabajo de resignificaciĂłn de elementos inspirados en la africanidad y la negritud. La idea de afro-influencia se puede acercar productivamente a la de “militancias cruzadas” (EchazĂș, 2011), elaborada para pensar situaciones en las que la lectura social del propio cuerpo de los/as investigadores/as no se encuentra en consonancia con la lectura social del cuerpo de los/as sujetos/as de la investigaciĂłn. Ocurre con blancos/as que estudian personas que se identifican como negros/as, con mujeres que estudian masculinidades, con heterosexuales que investigan los sentidos sociales de la homosexualidad. Y tantas combinaciones posibles, entre las cuales cabe la relaciĂłn opuesta de los pares que acabamos de nombrar. AsĂ­, la afro-influencia como categorĂ­a se desprende de esta propuesta conceptual con la finalidad de reivindicar los trĂĄnsitos, matices e hibridaciones de la identidad frente a la “materialidad” de los cuerpos que no hablan por sĂ­ mismos, sino que son “signos” (Segato, 2007) que moldean un diĂĄlogo mĂĄs amplio[1].


Consensualmente en la antropologĂ­a contemporĂĄnea, el concepto de identidad se basa en su carĂĄcter clasificatorio, especular y socialmente construido. De esta forma, las identidades se elaboran en un doble proceso de auto-reconocimiento de sĂ­ mismo y de los/as otros/as. AquĂ­, la participaciĂłn de las etiquetas de atribuciĂłn de caracterĂ­sticas corporales es fundamental. Es en diĂĄlogo con esas marcas corporales, variables tanto contextual como temporalmente, que se van elaborando las pertenencias a una(s) u otra(s) identidad(es). AsĂ­, ser negro/a, blanco/a, indio/a o mestizo/a, ser mujer u hombre, ser joven o viejo/a, e inclusive ser “nativo/a” o “extranjero/a”, son formas identitarias que se apoyan, algunas mĂĄs, otras menos fuertemente, en el propio cuerpo del sujeto que las detenta. De acuerdo con la idea de interseccionalidad propuesta por Stolcke (1993), las demandas concretas de un determinado grupo social pueden ser localizadas en virtud del tipo de intersecciĂłn que estĂ© siendo focalizado[2].


De esta manera identidad, imagen corporal, temas de investigaciĂłn y militancia no siempre estĂĄn ubicados en una sola variable de la intersecciĂłn. Y, a pesar de considerar fundamental fortalecer la voz de los sujetos subalternizados en contextos de relaciones raciales asimĂ©tricas (Spivak, 1994), tambiĂ©n sostenemos que es igualmente significativo mantener el diĂĄlogo sobre raza entre todos los sujetos necesariamente corporalizados-racializados del campo social: nadie aparece exento de una participaciĂłn en el debate en pro de la construcciĂłn o visibilizaciĂłn de nuevos sentidos de racialidad. Desde esta posiciĂłn nos declaramos “afro-influidas”, no identificĂĄndonos, en nuestra condiciĂłn de sujetas, como afro-descendientes, pero sĂ­ vinculadas afectivamente, y por diversas vĂ­as en nuestras trayectorias individuales y conjuntas, con ideas de negritud, africanidad y estrategias anti-racistas.


Trayectorias biogrĂĄficas como punto de partida


Pensando en la riqueza de la nociĂłn del campo antropolĂłgico como una construcciĂłn que se realiza a partir de mĂșltiples itinerarios (Clifford, 1997) que revelan lugares en el espacio social que son pasibles de modificaciĂłn, decidimos narrar brevemente nuestras trayectorias como estrategia de presentaciĂłn de la especĂ­fica problematizaciĂłn sobre negritud, “raza” y cuerpo que aquĂ­ realizamos. Es ese el posicionamiento que tal vez nos une en tanto que trabajadoras de la academia, y es lo que puede traducirse u objetivarse desde la asunciĂłn de que los temas que investigamos nos afectan. Todas nosotras elegimos, y tambiĂ©n fuimos elegidas por el ritmo de la vida, para transitar diversas experiencias de campo y hemos sido afectadas por ellas precisamente por nuestra posiciĂłn social, biografĂ­a, etc. AsĂ­, cuando convergimos en el curso, las cuatro llegĂĄbamos de contextos de trabajos de campo donde Ă©ramos marcadas como diferentes – y para construir esa diferencia se evocaban marcas de la racializaciĂłn.


Frente a eso nos cabĂ­an, por lo menos, dos opciones: “limpiar” de conflicto las narrativas etnogrĂĄficas producto de esos trabajos de campo, o bien asumir a priori la “hipĂłtesis de la alteridad” (Fonseca, 2004) e intentar, desde esa perspectiva, enunciar las mĂșltiples diferencias y afinidades a fin de revelar los matices de un determinado campo de relaciones. Decidimos pues tornar visibles nuestros espacios de enunciaciĂłn y los procesos que nos llevaron a posicionarnos hoy en el campo de esta manera.


Lucrecia trabaja hasta la fecha en proyectos sociales en barrios populares donde se practican tĂ©cnicas performativas afrobrasileras y de otras adscripciones identitarias. “Blanca” (aunque de tez mate) en una ciudad “blanca”, desde pequeña supo los significados de tener la piel mĂĄs o menos oscura, a partir de los significantes y experiencias que operan en el conurbano de Buenos Aires, donde la experiencia de la racializaciĂłn, asĂ­ como la de la clase, simplemente era vivida, no reflexionada. Sin buscar trabajar la “raza”, en las investigaciones de campo Lucrecia se involucrĂł con poblaciones negras en Brasil y “mestizas” de indĂ­genas en Buenos Aires, espacios de campo que tornaron ineludible el pensamiento sobre “alteridades histĂłricas” en su trabajo de campo. Asimismo, incluso en su propio paĂ­s su posiciĂłn de raza y clase la marcaron como un “otro” en sus entradas al campo.


Gretel es hija de una “porteña” (que de hecho no lo es, pues es de la provincia de Buenos Aires, pero esa diferencia, tan importante para porteños y bonaerenses, en Salta no tiene el menor sentido) y un salteño “medio rubio”. Ella, en su infancia, era aĂșn “mĂĄs rubia”. Y con ojos claros. Su hermano tambiĂ©n era rubio, mĂĄs bien “medio rubio”. Cuando fue a vivir con su familia a un pequeño pueblo de los Valles CalchaquĂ­es, a 400 kilĂłmetros de la ciudad de Salta, comenzĂł a ser llamada de “cabeza de anchi”[3]. Desde entonces vivenciĂł la tensiĂłn de ser “de afuera” y estar corporalmente marcada por la alteridad del dominador –si bien, un dominador cuya familia no pertenecĂ­a a la clase terrateniente local, sino a una minĂșscula clase media agolpada a los alrededores de la plaza central, donde se disputaban los espacios estatales, como el museo, la iglesia y la municipalidad con las ĂĄreas de comercio y servicio, en la que trabajaban sus padres.


Después de décadas, tuvo la posibilidad de deconstruir esas marcas en diferentes vivencias sociales a partir del trabajo con una pequeña comunidad quilombola[4], la Boa Vista dos Negros, en el nordeste brasilero, realizado en el marco de su maestría.


Cecilia, antropĂłloga y mĂșsica, nacida en la provincia de Buenos Aires, reside en Salta desde hace nueve años. Mitad salteña (por opciĂłn), mitad bonaerense, carga con el signo de la “foraneidad” en los espacios donde suele moverse (acadĂ©micos, artĂ­sticos, vecinales, etc.). Su inquietud acadĂ©mica sobre cuestiones ligadas a minorĂ­as Ă©tnico-raciales nace del “carĂĄcter corporizado de la experiencia vivida” (Citro, 2011), especĂ­ficamente de su participaciĂłn en espacios artĂ­stico- musicales que, por un lado, reproducen (a la vez que resignifican) performances afro en suelo salteño cuestionando, en su hacer mismo, la colonialidad espacial y proponiendo, asĂ­, otras maneras de ser y hacer en dichas espacialidades; y que, por otra parte, se construyen como “lugares de memoria”[5] (Nora, 1984) en torno a los que se repiensa de una manera crĂ­tica la historia hegemĂłnica a partir de la cual se construyen/ron discursos identitarios que invisibilizan las presencias y aportes afro, a la vez que trasladan la “negritud” a hacia otras “otredades minoritarias y subalternizadas”.


Macarena naciĂł en Salta, ciudad donde realizĂł su trayectoria escolar hasta terminar la formaciĂłn de grado en AntropologĂ­a. Desde hace cuatro años trabaja con pueblos indĂ­genas, especĂ­ficamente con jĂłvenes de la etnia wichĂ­ quienes realizan estudios de nivel superior en la ciudad de Salta. En las comunidades indĂ­genas ella es llamada de “suluj”, que en wichĂ­ lhamtes (lengua wichĂ­) significa “mujer blanca”. Esta marca reafirma en las comunidades del “interior” de la provincia la posiciĂłn donde se ubica a las salteñas “tipo”, que como ella viven en la ciudad y tienen rasgos “mestizos”. Ser suluj, la sacĂł de su cĂłmoda posiciĂłn de des-marcada en la ciudad de Salta, a la vez que la re-posicionĂł dentro del sistema de nominaciĂłn de aquellos que constituyen la otredad radical salteña: los pueblos indĂ­genas (Lanusse y Lazzari, 2005). Su inscripciĂłn al Seminario “Negritude a brasileira”[6] se produjo por el anhelo de conocer sobre el debate Ă©tnico-racial en vistas a la cercanĂ­a de realizar un intercambio acadĂ©mico de postgrado en la ciudad de Niteroi (RĂ­o de Janeiro). Esta visiĂłn inicial no ponĂ­a en cuestiĂłn el sentido comĂșn ampliamente sedimentado en la sociedad argentina: el hecho de ubicar a los “culturalmente diferentes” por fuera de los lĂ­mites nacionales. Con el paso de las sesiones, lecturas, mates, movimientos e imĂĄgenes de por medio, ella comenzĂł a pensar(se) y (re)posicionarse desde otros lugares teĂłricos, vivenciales y corporales.


La propuesta del curso, el clima social, el Ă©nfasis en los sentidos


A pesar de que el curso contĂł con la participaciĂłn de otras personas[7], rescataremos aquĂ­ la experiencia compartida desde un punto de vista parcial y que se fue desdoblando en el tiempo a travĂ©s del diĂĄlogo intenso entre Lucrecia Greco, Cecilia Espinosa y Ana Gretel EchazĂș. Ese diĂĄlogo fue, en principio, virtual, puesto que para organizar el curso contamos con el apoyo de las redes electrĂłnicas. Cecilia escribĂ­a desde Salta, Lucrecia desde Buenos Aires, Gretel desde Natal. Nos entusiasmaba encontrar ecos de nuestras preocupaciones en la experiencia de las otras, nos alimentaban las reflexiones, las experiencias corporales y los insumos teĂłricos que cada una aportaba.


Con la finalidad de comprender el contexto en el cual se colocĂł la discusiĂłn del curso, es necesario escribir algunas palabras respecto a la manera en que se abordan las cuestiones de “raza” en la carrera de antropologĂ­a de la universidad de Salta. Hacia el año 2000, en la currĂ­cula de la carrera de Licenciatura en AntropologĂ­a, de 33 materias (tanto semestrales como anuales), habĂ­a una materia que se diferenciaba de las restantes: AntropologĂ­a BiolĂłgica, dictada por profesionales de excelencia, del ĂĄrea de la genĂ©tica de poblaciones. Las tres que hicimos nuestra graduaciĂłn en esta universidad (Cecilia, Macarena, Gretel) fuimos iniciadas como alumnas en las discusiones sobre el proceso de hominizaciĂłn, la llamada “diversidad humana en el tiempo”, y despuĂ©s en el estado del arte de la discusiĂłn sobre la “diversidad humana en el espacio”, que involucraba bĂĄsicamente dos temas: la problemĂĄtica de la “raza” y el “sexo” de las personas. Esa materia, dictada en el primer año de nuestra formaciĂłn – aunque aislada del contenido general de la disciplina, de tono mĂĄs fuertemente “culturalista” –, imprimiĂł una marca muy fuerte en nuestras carreras. AllĂ­, desde una biologĂ­a que ponderaba sus propios lĂ­mites y ejercĂ­a una feroz crĂ­tica a sĂ­ misma, se afirmaba vehementemente que “las razas humanas no existen”. Tal aserciĂłn era realizada en virtud de la idea de que no hay sociedad conocida que haya realizado cruzamientos restrictos entre sus miembros generaciĂłn tras generaciĂłn dando lugar a la posibilidad de existencia de grupos “racialmente” diferenciados en tĂ©rminos genĂ©ticos y evolutivos.


La premisa de que “las razas no existen” se convirtiĂł, para nosotros/as como antropĂłlogos/as en formaciĂłn, en la frase clichĂ© del curso año tras año –una afirmaciĂłn cuyos sentidos histĂłricos sĂłlo pueden ser comprendidos a partir de la evoluciĂłn de los discursos contra la raza y el racismo a partir de la Segunda Guerra Mundial y la constituciĂłn del campo discursivo del combate a la xenofobia en las dĂ©cadas posteriores al holocausto (GuimarĂŁes, 2008). AsĂ­, tal vez en virtud de una tendencia cientificista a enunciar el mundo desde los “universalismos abstractos”[8], mĂĄs allĂĄ de la crĂ­tica que realizaba la antropologĂ­a biolĂłgica, el uso de la idea de “raza” en la academia salteña aparecĂ­a como inexistente. El tĂ©rmino â€œĂ©tnico” tambiĂ©n gozaba de un uso limitado[9].


De la misma manera, cuestiones referentes a raza, indigenidad y negritud en Salta son silenciadas en las interacciones sociales cotidianas y mĂĄs generales. En contraste, el uso concreto de marcadores raciales y de color en Brasil para definir todo tipo de situaciones sociales (Nogueira, 2009), el uso explĂ­cito que de ellos hacen intelectuales de las mĂĄs diversas tendencias ideolĂłgicas (Freyre, 1989; Segato, 2007; Sansone, 2002; Fry, 2008; Carvalho, 2000) y aĂșn su manifiesta recuperaciĂłn por parte de activistas del movimiento negro (GuimarĂŁes, 2008; Laura LĂłpez, 2009) son, cuando llevados al contexto argentino, y mĂĄs especĂ­ficamente, al salteño, elementos que tienden a generar, como mĂ­nimo, incomodidad. Y esto aĂșn dentro del propio campo antropolĂłgico, cuyas reglas de producciĂłn de la invisibilidad racial eran ostensibles.


Fue asĂ­ como desde este lugar decidimos arriesgar una enunciaciĂłn – sea provisoria, sea incompleta – de los silencios balizados por lo polĂ­ticamente “correcto”. Entre “no decir nada o hablar de mĂĄs” (Lourrido y Zonzon, 2007), elegimos “hablar un poquito”, tomar la punta de un ovillo. En este punto la propuesta de Rita Segato (2007, 2010) se nos tornĂł sumamente reveladora, quien, en consonancia con teorĂ­as decoloniales (como Quijano; 2000), plantea el poco interĂ©s de continuar pensando la raza a partir de estatismos genĂ©ticos o biolĂłgicos. El fenĂłmeno racial debe ser comprendido a la luz de un complejo entramado de relaciones de poder originadas en el evento de constituciĂłn del sistema mundo moderno-colonial, lo que implica ver a la raza como un fenĂłmeno cognitivo, mental –fruto de representaciones que se encarnan en los cuerpos.


Es importante aquĂ­ matizar nuestra discusiĂłn sobre el pionerismo del curso. Observamos que la propuesta tuvo lugar en un contexto donde la “negritud” estaba irrumpiendo en las prĂĄcticas artĂ­sticas de las personas de la comunidad universitaria y tambiĂ©n fuera de ella. Varios grupos musicales de los barrios reivindicaban, de una u otra forma, cierta forma de afro-latinidad (en tĂ©rminos sobre todo de afro-influencia) como el candombe, la murga o el maracatĂș, se bailaba salsa y reggaeton en los bares del centro de Salta, amigos/as intercambiaban discos de mĂșsica afro-peruana y se participaba crecientemente en batucadas carnavalescas. SĂ­, los cuerpos estaban accionando mĂșltiples nuevas formas de representaciĂłn pĂșblica vinculadas a diversas ideas de “africanidad” o “negritud”, reinterpretadas en el contexto local. De esa manera, nuestra propuesta fue simultĂĄnea con (y tal vez haya sido de hecho un producto de) un “espĂ­ritu” crecientemente embebido de negritud y africanidad en el espacio urbano salteño, que nos parecĂ­a trascender divisiones de clase, raza y gĂ©nero para imponerse como una nueva gramĂĄtica por la que los cuerpos conversaban.


El curso tuvo una duraciĂłn de 30 horas acadĂ©micas, compuesto por 10 sesiones de 3 horas cada una. Tratamos prĂĄcticamente una unidad por sesiĂłn, aunque a veces temas de las unidades anteriores nos acompañaron los encuentros siguientes. El programa era, de hecho, un poco ambicioso[10]. Sin embargo, los alumnos mostraron un entusiasmo inusitado, y nos acompañaron de manera terca, crĂ­tica y enriquecedora a cada encuentro. Los/as alumnos/as que estaban presentes al primer dĂ­a fueron cuatro: Norma, Daniel, Macarena y Antonio. Este Ășltimo, alumno de la carrera de historia y miembro del partido estudiantil Franja Morada, elevĂł su criticismo hacia las ideas propuestas por el curso en el segundo encuentro: “Ustedes estĂĄn siendo racistas. El concepto de razas no existe. El que lo usa es racista. Me parece que ustedes no estĂĄn utilizando datos histĂłricos fidedignos. Estoy en desacuerdo completo con su propuesta, que me parece ‘tirada de los pelos’”. De forma que, en nuestro tercer encuentro, tuvimos la deserciĂłn de Antonio.


El resto del grupo permaneciĂł hasta el final, y los comentarios del colega en desacuerdo fueron de utilidad para balizar los puntos sensibles de nuestra discusiĂłn en ese contexto.


Durante el curso, colocamos elementos para fortalecer vĂ­as de discusiĂłn hacia cuestiones relativas a la reemergencia Ă©tnica y “formaciones nacionales de alteridad” (Segato, 2007) en diversos contextos. A partir de una actitud cara a la antropologĂ­a, la traducciĂłn entre diversas experiencias histĂłrico-culturales, vivenciamos intensas jornadas de interpretaciĂłn de textos, contextos, problemas y procesos bastante diversos, enfatizando el valor de la experiencia y el propio posicionamiento de los/as sujetos en ellos. El uso social del concepto de raza resultĂł un factor ordenador de la propuesta general. La intenciĂłn no era discutir las bases biolĂłgicas de la raza –que, como ya observamos, es algo que consideramos irrelevantes a la hora de problematizar el concepto desde la perspectiva de la antropologĂ­a social–, sino observar los casos y procesos en los cuales algo-que-se-llama-de-“raza” es interpretado como marcador social para los/as sujetos y que puede condicionar el acceso a los recursos, segregaciĂłn, discriminaciĂłn y otras diversas formas de subjetivaciĂłn. Los/as participantes del curso traĂ­an tambiĂ©n sus experiencias respecto a la negritud, la africanidad y a formas mĂĄs amplias de racismo.


En tĂ©rminos de contenidos, fueron colocados primeramente y de forma “especular” algunos aspectos relativos a la “nacionalidad” brasileña. Nuestra intenciĂłn era conocer el propio salteño-argentino a partir de la relaciĂłn con lo “otro” en espejo. AsĂ­, nos adentramos en algunos lugares comunes de la brasilianidad y la influencia de la “cultura negra” en su conformaciĂłn, acompañados por mĂșsica y poesĂ­as. TambiĂ©n fueron presentados los linajes mĂĄs importantes de la antropologĂ­a brasileña que se forman a partir de la discusiĂłn sobre la “raça negra” y las instituciones y programas de investigaciĂłn tanto brasileños como extranjeros relacionados con ellos, que delimitan el espacio de reflexiĂłn sobre las “relaçÔes raciais” en Brasil. Posteriormente analizamos similitudes y diferencias en los procesos de racializaciĂłn de Brasil, Argentina y Estados Unidos, focalizando de manera especial el caso argentino. Seleccionamos ejemplos histĂłricos que colocasen en jaque las nociones de “raza” y “color” socialmente construidas y que, a su vez, nos llevasen a discutir la diversidad de sentidos que carga la expresiĂłn “negro” en Argentina en diferentes momentos histĂłricos, visualizando tambiĂ©n la intersecciĂłn de distintos colectivos minoritarios racialmente identificados (afro, indĂ­gena, cabecita negra, inmigrante ilegal, etc.) como tributarios de, parafraseando a Rita Segato (2007), “la huella de una subordinaciĂłn histĂłrica”. Este recorrido fue sumamente movilizante, pues se orientĂł a la desnaturalizaciĂłn de nociones cotidianas de quienes somos parte de ese “ser argentino”. Ello se reflejĂł en diversas anĂ©cdotas, proyecciones autobiogrĂĄficas y reflexiones ancladas en la propia experiencia de los/as participantes –narrativa que emprenderemos en seguida.


Performances, negritud y circulaciĂłn de los cuerpos


Una de las intenciones del curso fue situar a la mĂșsica, la danza, la poesĂ­a, las pelĂ­culas, la fotografĂ­a y formatos mediĂĄtico-televisivos en el mismo nivel que los textos escritos. Dentro de estos, nos referiremos aquĂ­ a una experiencia especialmente enriquecedora que vivenciamos fuera de las discusiones de sala de aula.


Inspiradas en Favret-Saada (2005), nos preocupĂĄbamos con el hecho de ver la antropologĂ­a congelada en los aspectos intelectuales-representacionales de la experiencia humana. Propusimos abdicar de nuestra propensiĂłn a analizar “creencias” y comenzar a producir experiencias en torno del tema en cuestiĂłn. Fue asĂ­ que se abriĂł la posibilidad de las performances. De esta manera invitamos a participar a diferentes colectivos artĂ­sticos salteños que en su propuesta performativa daban cuenta de la “afro-influencia” en el espacio local contemporĂĄneo (batucada, candombe, musicalidades afro-andinas y afro-latinoamericanas diversas), dando cuenta asĂ­ del atravesamiento de las “africanidades” (Ferreira Makl; 2008)[11] en expresiones artĂ­sticas locales. Fue asĂ­ como al finalizar algunos encuentros “áulicos”, tuvimos la posibilidad de compartir (bailando, cantando, caminando al compĂĄs) mĂșsicas afro-peruanas, maracatĂș y murga, de la mano de los grupos que Cecilia contactĂł: “Batucada Tiki Taka”, un grupo infanto-juvenil de percusiĂłn afro-brasilera nacido de un taller comunitario barrial; “Candombe Atalachurti” una agrupaciĂłn de candombe de estilo afro-uruguayo; y “Acullico” una banda de mĂșsicos que son viajeros investigadores y transmisores de musicalidades afro-latinoamericanas.


Si bien al proponer esta dinĂĄmica no Ă©ramos tal vez completamente conscientes de ello, actualmente podemos elaborar una reflexiĂłn al respecto. Las performances de las cuales alumnos/as y profesoras participamos al final de varios encuentros fueron altamente estimulantes: ya cansadas de tanto pensar, cuestionar, discutir, llevĂĄbamos nuestros cuerpos a espacios donde otras posibilidades del pensar y vivir los cuerpos eran exaltadas. Hemos observado que trabajar en un seminario enfocado en la raza no puede eludir la corporalidad, y sentimos que la vivencia de la corporalidad es una vĂ­a de entrada privilegiada para ello. El cuerpo es el signo de la historia y la posiciĂłn racial en contexto, y el locus de la experiencia de atravesamiento por ese signo.


Trabajar sobre nociones de afro-influencia se hacĂ­a necesario. ÂżCĂłmo eludir que nosotras, como acadĂ©micas “blancas” (al menos en las posiciones en que nos encontrĂĄbamos), nos interesĂĄbamos en el tema? ÂżCĂłmo eludir que Ă©ramos mujeres atravesadas por la voluntad de lo sensible en la bĂșsqueda de conocer? ÂżCĂłmo eludir la posiciĂłn social que nos dejaba allĂ­ paradas para reflexionar y experimentar? Decidimos no quedarnos paradas para reflexionar, sino transitar la vida del cuerpo en el seminario. ÂżPor quĂ© los pensamientos se acompañan de quietud? Viejas discusiones, temas que vienen siendo pensados por filĂłsofos reivindicados en la academia, y temas que vienen siendo actuados por las comunidades con las cuales como investigadores nos relacionamos. El cuerpo de la academia y de la raza nos llevĂł a transitar el seminario como un camino abierto, en busca de articularnos con quienes, desde la academia y fuera de ella, tambiĂ©n buscan y andan. AsĂ­, lo acadĂ©mico buscĂł integrarse, y no oponerse, a lo vivido, empĂĄtico con micro-formas de cooperaciĂłn y construcciĂłn de sentidos frente a formas pre-construidas de vivencia de la marca identitaria propia y ajena.


En algunos casos, estas prĂĄcticas vividas fuera de la clase, dentro del curso parecĂ­an cargar las tensiones de una historia de desigualdad y colonizaciĂłn, y parecĂ­an indicarnos un camino para crear nuevas prĂĄcticas. Observamos esto con las performances afroamericanas y sus propuestas de circularidad, movimiento, rotaciĂłn de roles, asunciĂłn de la palabra. Lugares tan legĂ­timos y conocidos pero tan rechazados por la estructura de poder de la academia cuyo modelo de producciĂłn individual de conocimiento y la valorizaciĂłn de una asepsia acadĂ©mica que no puede ocultar su posicionamiento y el polvo que la cubre. AsĂ­ es que nuestra propuesta fue llevar al espacio del aula “otras formas de ser y estar”. Desde un primer momento nos planteamos una disposiciĂłn circular, en ronda, e intentamos trabajar rompiendo una serie de distancias que solemos aceptar como “naturales” en estos marcos. A su vez, integramos al seminario a una serie de performances artĂ­sticas, invitaciones gastronĂłmicas asociadas al mundo afro, y propuestas “no cientĂ­ficas” que tambiĂ©n nos sirvieron como lugares de anĂĄlisis y reflexiĂłn. A la hora de planificar esto nos sentĂ­amos nerviosas por como podrĂ­a ser tomada nuestra proposiciĂłn, precisamente porque nuestro planteo iba de la mano con el invitar a experimentar con todo el cuerpo y desde las distintas percepciones una serie de sensaciones asociadas a un universo de contenidos y reflexiones que, tal vez, pudieran llegar a incomodar por el simple hecho de ser vividas como diferentes a lo habitual.


En este sentido es que desde el curso practicamos (implĂ­citamente y de manera espontĂĄnea) un “hacer decolonial” (Mignolo, 2009.), pues jugamos a poner en tela de juicio una serie de nociones, conceptos y formas de ver y vivir diversas realidades en tanto procesos naturales, e hicimos hincapiĂ© en visualizarlas como herencias (que han sido asumidas) construidas por la modernidad europea occidental, complejizando el anĂĄlisis desde una perspectiva donde no quedaran fuera las relaciones de poder dadas en el marco de determinados espacios y procesos sociales e histĂłricos. Intentamos ejercitar, asĂ­, procesos cognitivos de decolonialidad del ser y del saber. Desde esta perspectiva es que pudimos reflexionar sobre la diversidad de maneras de pensar, sentir, expresar, decir, que en su propio hacer, en tanto “acto decolonial” (AlbĂĄn Achinche, 2009.) ponen en cuestiĂłn las narrativas de exclusiĂłn y marginalizaciĂłn. Acto decolonial, pues, porque interpela a la colonialidad.


La vivencia de los/as participantes del curso


Durante los encuentros, fuimos generando una serie de preguntas para hacerse a sĂ­ mismos/as[12], las cuales nos ayudarĂ­an a establecer posicionamientos teĂłricos, Ă©ticos y polĂ­ticos. El objetivo era postular la importancia de que una cuestiĂłn racial y corporal, cualquiera que nos afecte, pueda ser explicitada. AquĂ­, “ser afectados/as” (Favret-Saada, 2005) por problemĂĄticas raciales e incluso por alguna forma de afro-influencia no es necesariamente identificarse con el punto de vista nativo –lo que serĂ­a, en el caso, asumirse como “afro-descendiente”. Sin embargo, un alumno del curso, Daniel, sĂ­ se identificaba como afrodescendiente –como es raro en Salta. Él afirmĂł que, “aunque suene raro”, Ă©l se reivindicaba como descendiente de negros esclavos que habitaron el territorio salteño. La participaciĂłn de Daniel nos dio la posibilidad de sentir cĂłmo la actividad militante se entrecruza con la actividad artĂ­stica en el contexto salteño –él es profesor de teatro y actor. Sus intervenciones entusiastas ganaron espacio en el curso, en el que las “fuentes brasileras” que traĂ­amos parecĂ­an alimentar una necesidad de significar su experiencia personal de afro-descendencia. Daniel se sentĂ­a un poco solo en esto de ser afro-descendiente. Nos sentimos honradas cuando nos comentĂł que en el curso encontrĂł insumos para el fortalecimiento de ese proyecto identitario.


Norma, maestra de escuela primaria en San Antonio de los Cobres, una comunidad de montaña de difĂ­cil acceso geogrĂĄfico en la provincia de Salta, ingresĂł al curso por cuestiones de “puntaje”. Una vez allĂ­, se sintiĂł un poco incĂłmoda por “tener que hablar de esas cosas” segĂșn nos relatĂł. Progresivamente fue incorporando intereses, a partir de las lecturas, comparando situaciones racialmente construidas –desde el caso brasilero para su contexto especĂ­fico, local, de construcciĂłn de alteridades. Y, ya para el final del curso, tuvimos el placer de escuchar sus comentarios, que gozaban de un agudo espĂ­ritu de percepciĂłn de las relaciones de poder: su lugar de “maestra de la ciudad” frente a las personas de la comunidad de Cobres, historias de la propia familia donde unos nacĂ­an mĂĄs “blanquitos” que otros y eso condicionaba su acceso a determinado tipo de bienes sociales, como amistades, pareja o inclusive mayores grados de escolarizaciĂłn.


Finalmente, como participante del curso en calidad de alumna, Macarena encuentra que su manera de “sentirse afectada” por la propuesta tiene, al menos, dos aristas significativas. Por un lado, en tanto antropĂłloga y trabajadora de la academia, el cursado del seminario le sirviĂł para comprender de quĂ© manera el uso de una categorĂ­a teĂłrica, como “negritud” debe ser enmarcada en contextos de significaciĂłn locales, en modos histĂłricos y particulares de entablar los sentidos de la alteridad.


AsĂ­, se puede comprender de quĂ© manera categorĂ­as como “negro” o “afro” hacen sentido e interpelan de una manera a las colectividades en Brasil, mientras toman otros significados para el establecimiento de posiciones sociales en la Argentina (y en Salta en particular). Por otro lado, el contexto del seminario re-afirma la posibilidad de lograr ĂĄmbitos des-inhibidores de la corporalidad en espacios formales de enseñanza y aprendizaje, sin dejar de lado el objetivo principal de generar y transmitir contenidos sobre el debate Ă©tnico racial. De esta manera, cabe resaltar que los grupos de mĂșsicos y las batucadas invitadas a participar tambiĂ©n manifestaron inquietud por conocer de quĂ© forma lo que ellos estaban haciendo se vinculaba con contenidos “acadĂ©micamente vĂĄlidos”.


Con los niños de Tiki Taka esto se manifestĂł formalmente cuando luego de su performance, ellos preguntaron abiertamente a las profesoras: “¿y por quĂ© estamos nosotros tocando hoy en la universidad?”. AsĂ­, el curso creĂł un terreno fĂ©rtil para el diĂĄlogo entre los saberes de la academia y los saberes de la mĂșsica, la danza y la expresiĂłn corporal, donde todos ellos se sintieron reconocidos respecto de la temĂĄtica central.


Comentarios finales: aberturas


El curso trabajĂł la horizontalidad de las relaciones en la producciĂłn de conocimiento, desde los modos de disposiciĂłn del espacio hasta los momentos de discusiĂłn. En virtud la proporciĂłn numĂ©ricamente equilibrada entre alumnos/as y docentes, de la forma en que se trabajaron materiales diversos y de las performances en las que nos vimos expuestos a posicionamientos menos lineales y extra-ĂĄulicos, podemos decir que fue una fructĂ­fera alegrĂ­a comprobar la circulaciĂłn de saberes y experiencias entre todos/as los/as participantes. Podemos afirmar que el curso produjo, por vĂ­as inesperadas, varias formas de resonancias, tanto positivas como negativas, en tĂ©rminos de la problemĂĄtica racista y de sentidos de afro-influencia asĂ­ como de afro-descendencia. Consideramos que todas estas manifestaciones de pertenencia y afinidad nos remiten a nuevos contextos de posibilidad para la auto-adscripciĂłn de identidades y proximidades en el espacio salteño y, de manera mĂĄs amplia, con lo argentino, invitĂĄndonos a pensar acerca de como aquĂ­ operĂł un etnocidio, entendiĂ©ndolo como silenciamiento de la memoria no-blanca, acorde al proceso homogeneizador de los Estados-NaciĂłn Latinoamericanos en su bĂșsqueda de unidad y, tomando a Geler (2006), en su proceso de construcciĂłn del olvido de la diversidad no deseada.


La gramĂĄtica escondida de las relaciones raciales en la ciudad de Salta y las nuevas formas de representaciĂłn pĂșblica vinculadas a la africanidad y la negritud, asĂ­ como el surgimiento de identidades fundadas en “afro-descendencias” o “afro-influencias” se presentan como un espacio fĂ©rtil para discutir explĂ­citamente desde el espacio universitario, productor de conocimientos socialmente legitimados. Desde la escritura colectiva, desde la vivencia de los cuerpos y la afirmaciĂłn de identidades/afinidades diversas pero localizadas, ponderamos la experiencia del seminario como “un pasito mĂĄs” a favor de la posibilidad de reducir la brecha entre lo que se dice, se piensa, se siente, se vivencia, se reivindica, se escribe y se publica hoy en torno a la negritud en el contexto argentino y latinoamericano.



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[1] En diĂĄlogo con una perspectiva atenta a las experiencias de los cuerpos, no retiramos la realidad de las experiencias encarnadas sino que llamamos la atenciĂłn sobre la situacionalidad y producciĂłn intersubjetiva de dichas experiencias.


[2] SegĂșn esta nociĂłn, las categorĂ­as de gĂ©nero, raza, color, generaciĂłn, clase y otras son relativas a un orden de combinaciones segĂșn el que a cada caracterĂ­stica le puede ser superpuesta otra, potencializando efectos de sentido a cada combinaciĂłn. Estas intersecciones se constituyen en marcadores naturalizados de las diferencias sociales.


[3] Anchi es un postre andino de color vivamente amarillo que se prepara con maĂ­z seco y molido, limĂłn y canela.


[4] En Brasil, son llamados “quilombolas” las personas que pertenecen a los “quilombos”, que son los antiguos lugares donde los esclavos huían y se agrupaban, y que hoy son los espacios geográficos donde se reivindica la ascendencia negra y africana.


[5] En este sentido es importante tener en cuenta que dichos lugares se erigen de manera informal y des-institucionalizada, ya que en la provincia, a diferencia de otros lugares del paĂ­s, las polĂ­ticas afirmativas y de sensibilizaciĂłn en torno al pasado y presente afro, tanto desde organismos gubernamentales como no gubernamentales, son inexistentes hasta el momento.


[6] A diferencia las otras co-autoras de este trabajo, Macarena se integrĂł al seminario como alumna.


[7] El curso fue organizado por Gretel EchazĂș y Andrea VillagrĂĄn como coordinadoras, como docente a cargo permaneciĂł Ana Gretel EchazĂș, y el equipo docente fue formado por Geruza Queiroz Coutinho, Lucrecia Greco, Cecilia Espinosa y Ana Gretel EchazĂș.


[8] Grosfogel (2007) llama de “universalismo abstracto” a aquella forma de racismo epistĂ©mico que, al ponderar esa invisibilizaciĂłn del sujeto cognoscente, universaliza la producciĂłn particular de la hegemonĂ­a de sujetos posicionados en los lugares que son simbĂłlicamente los mĂĄs privilegiados, como los de hombres, blancos, cristianos y occidentales.


[9] A pesar del atributo â€œĂ©tnico” aplicarse para definir algunos marcadores corporales y modas urbanas, el uso mĂĄs potente del tĂ©rmino estĂĄ reservado, segĂșn el sentido comĂșn acadĂ©mico de la comunidad antropolĂłgica local, principalmente a cuestiones relativas a pueblos indĂ­genas. Y, en tanto lo “indĂ­gena” aparece prĂĄcticamente desvinculado de lo urbano, tiende a no haber espacio simbĂłlico para lo que es propiamente Ă©tnico en el espacio de la ciudad. La etnicidad tiende a tornarse, asĂ­, un atributo distante, tanto social como geogrĂĄficamente.


[10] El programa estaba compuesto por las siguientes unidades: Unidad 1: Raza, racismo y antropología; Unidad 2: Nacionalidad brasilera: lugares comunes y construcciones culturales; Unidad 3:De instituciones, linajes y lealtades, universidades e institutos académicos de Brasil; Unidad 4: Trayectorias dispares: mercado, movimientos sociales y espiritualidades; Unidad 5: Apropiaciones estatales; Unidad 6: Los quilombos; Unidad 7: La negritud extrapolada al contexto latinoamericano y argentino; Unidad 8: Etnografías y estudios de caso; Unidad 9: En torno del trabajo de campo.


[11] Fernando Ortiz (cita en Ferreira Makl, Ibid.) nos invita a pensar en tĂ©rminos de “africanĂ­a”, entendida Ă©sta como la transculturaciĂłn, es decir, una interpretaciĂłn de lo local en tĂ©rminos de una trascendencia histĂłrica, implicando formas de experiencia y subjetividad necesariamente situadas, tanto en los cuerpos como en los espacios. Se trata de la memoria que tuvo lugar en AmĂ©rica a partir de recuerdos de africanidad. Las continuidades locales del legado afro incluyen formas culturales africanas especĂ­ficas, por eso este autor prefiere hablar de “africanidades” (en plural).


[12] Las preguntas fueron sistematizadas en la Ășltima clase de la siguiente manera: ÂżCĂłmo “me afecta” la cuestiĂłn de la negritud? ÂżEs preciso identificase como “negra/o” para enunciar cuestiones relativas a la negritud? ÂżCĂłmo puedo elaborar cierto saber a partir de esta experiencia? ÂżCon quĂ© otras experiencias debo dialogar? ÂżCuĂĄl es el campo en el que se inserta mi experiencia? Al mismo tiempo, propusimos algunos disparadores: observar nuestra historia familiar, nuestros/as parientes prĂłximos/as y lejanos, y cĂłmo se tejen las relaciones Ă©tnico-raciales en las que estamos insertos/as. ÂżCĂłmo estamos insertos en ese campo? Observar nuestro ĂĄmbito de investigaciĂłn o trabajo, y si de alguna forma la variable Ă©tnico-racial lo condiciona.


*Texto tomado del Archivo Documental “Cuerpos, sociedades e instituciones a partir de la Ășltima dĂ©cada del Siglo XX en Colombia”. Mallarino, C. (2011 – 2016). Tesis doctoral. DIE / UPN-Univalle.


Las autoras: Doctoranda de AntropologĂ­a Social por la Universidad de Buenos Aires. Email: ceciliaespinosa@gmail.com

[1] Doctoranda en AntropologĂ­a Social por la Universidad de Buenos Aires. Email: lucregre@yahoo.com.ar

[1] Doctoranda en AntropologĂ­a por la Universidad de Buenos Aires. Email: maca_ossola@yahoo.com.ar.

[1] Doctoranda en AntropologĂ­a Social por la Universidad de Brasilia. Email: gretigre@gmail.com

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