Escatologías pospornográficas. Del menstrual porn al vomit gore
1.Emancipación de los cuerpos*
En 1963, Carolee Schneemann presenta Meat Joy en el marco del First Festival of Free Expression en el American Center de Paris y posteriormente en el Judson Memorial Church en la ciudad de Nueva York. Schneemann crea una suerte de ritual orgiástico entre cuatro mujeres (incluida la artista) y cuatro hombres; durante el tiempo del happening podemos ver una especie de sutiles danzas de apareamiento que en poco se vuelven caóticas. El afecto y el roce entre los cuerpos por momentos comparte el juego con algún pollo o pescado crudo y por momentos el afecto prevalece entre un hombre y una mujer o uno de esos pequeños cadáveres que salta entre los cuerpos y es consolado por alguno. La carne humana y animal en el mismo espacio y acción adquieren el mismo valor, ya sea como carne o como cuerpos. Por instantes vemos una especie de masa que se fragmenta cuando alguno o todos se separan; desagradable, sucia, indefinida pero aun así sensual, como un bulto de carne informe que nos seduce a detallar donde termina un cuerpo e inicia el otro. Según la artista “Meat Joy tiene el carácter de un rito erótico: excesivo, indulgente, una celebración de la carne como material: pescado crudo, pollo, salchichas, pintura fresca, plástico, cepillos de cuerda, papel de desecho. Su propulsión es hacia el éxtasis - cambiando y girando entre la ternura, desierto, precisión, el abandono: cualidades que pueden en cualquier momento ser sensuales, cómicas, alegres, repelentes”.[1]
Pero más allá del viso erótico de Schneemann, la gentileza de su trabajo responde ala forma sutil y amable en la que la artista presenta la relación con nuestro y el Otro cuerpo, la relación afectiva entre estos cuerpos que se muestran no sólo como cuerpos en su totalidad sino como cuerpos sexuales, primitivos, atraídos por la carne en son de alimento. Nos muestra crudamente lo que es habitar un cuerpo que tiene momentos, comportamientos, acciones que pueden ser sensuales, cómicas, alegres o repelentes, es una celebración de la carne.
Además de la experiencia corporal y entrando un tema más específico, Eye/body (1963) nos muestra no sólo cuerpos despojados del tabú y la obligación social o una sexualidad libre, sino una reflexión sobre aquello definido como femenino. Kerstin Mey señala que la artista “(…) hace referencias explícitas a una (pro-) creación, dibuja una sexualidad femenina productiva en la tradición de la representación de la diosa de la tierra y la fertilidad. Su dimensión de arquetipo matriarcal enfatiza el agenciamiento femenino más allá de una definición de la feminidad que se reduce a la belleza y el sexo.”[2] La feminidad no puede ser definida como intenta la sociedad y se parece poco o nada a lo que otros terrenos como la pornografía han querido mostrar y a los que quisiera acercarme como una forma insinuante de reflexión sobre el cuerpo y la sexualidad femenina. Antes, aclaro, la feminidad se relaciona con los cuerpos y no estereotipos o imposiciones sociales. Ningún cuerpo experimenta lo mismo si bien pudieran estar bajo las mismas capacidades y materia.
Es claro que se ha precisado de las acciones de estos cuerpos feministas para tener un acercamiento mucho más autónomo y una declaración mucho más soberana de lo que es habitar nuestros cuerpos. Como bien señala Mey, el trabajo de Schneemann “(…) busca movilizar las energías y estimular el agenciamiento a través del goce, es decir, las sensaciones intensas (a veces dolorosas) y placer profundo que se deriva de la fusión con el Otro, literal o metafóricamente. Sus performance se han dirigido a la emancipación de la mujer (…)”.[3] Por otra parte, este mecanismo y endurecimiento del cuerpo femenino ha sido considerado por la artista austriaca Friederike Pezold, quien reflexiona muy de cerca las subordinadas representaciones que fracturan la concepción real de la feminidad en los cuerpos; en The New Embodied Sign Language Pezoldfragmenta con otros propósitos el cuerpo femenino. Frente a una cámara fija, la artista muestra diferentes partes de su cuerpo moviéndose lentamente, genitales, boca, ojos, senos, etc. son enmarcados por la pantalla y contrastados con maquillaje o vestimenta negra y polvo blanco sobre la piel. Los videos son transmitidos en loop por cerca de 10 minutos cada uno, tiempo en el que más allá de reconocer esos fragmentos relacionados con la sexualidad femenina, reconocen la incapacidad de concebir la totalidad del cuerpo como zona sexual por parte del ojo voyeurista, objetualizador y fetichista. “Significativamente, el título de los ciclos es The New Embodied Sign Language of a Sex According to the law of Anatomy, Geometry and Kinetics (1973-1977), examina el mecanismo de las pantallas pornográficas como una simbólica “superficie” de voyeuristas y la implicación de la representación visual en la producción hegemónica del conocimiento”.[4]
En este sentido, la pornografía lo sabe muy bien, al ser consumida la imagen y constantemente repetida como resultado de un “aprendizaje”, pero ya no sólo cabe discutir lo que solemos discutir acerca del porno, sino el hecho de que la mujer copie cómo debe proyectar su sexualidad y feminidad. Previamente Schneemann lo había experimentado de otra forma en Fuses (1965), video silente en el que por 18 minutos la artista se retrata junto con su pareja James Tenney durante el acto sexual, “Quería ver si la experiencia que yo veía correspondía a lo que sentía –la intimidad de hacer el amor…Y quería poner en ese material fílmico la energía del cuerpo, de manera que la propia película se disuelve y recombina, y es transparente y densa –como uno se siente durante el acto sexual… Esto es diferente de cualquier trabajo pornográfico que alguna vez se haya visto –es por eso que la gente aún lo sigue buscando! No hay objetivación o fetichización de la mujer”[5]
Las acciones del activismo feminista, además de descontextualizar la representación y la sexualidad femenina, reflexionan acerca de los cuerpos más allá del discurso y los estereotipos supremos de la pornografía, marcando un antecedente de la idea de que la mujer manipule su propia imagen, que sea ella quien decide la forma de proyectar su sexualidad y la representación de su cuerpo, la sorpresa es que nuestra experiencia no siempre se asemeja a lo que el hombre o cualquier otro cuerpo ve. Es así que a inicios de los ochenta se funda toda una institución y manifestación en torno a las formas de representación sexual, un feminismo pro-pornografía, promoviendo imágenes certeras del acto sexual y, si bien muchos de ellos continúan el tradicionalismo del porno mainstream podemos asegurar que otros reproducen fielmente el acto sexual y la experiencia de los cuerpos.
[1] Carolle Schnemann, http://www.caroleeschneemann.com (última consulta 29 de julio de 2013)
[2] Kerstin Mey, Art and Obscenity, Londres, I.B.Tauris, 2007, p.22
[3] Ibídem., p.22
[4] Ibídem., p.24
[5] Carolle Schnemann, http://www.caroleeschneemann.com (última consulta 29 de julio de 2013)