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EL «CUERPO» COMO BASE DEL SENTIDO DE LA ACCIÓN


RESUMEN


Este ensayo proviene de una investigación más amplia sobre las condiciones de posibilidad del sentido de las acciones. En él se hacen dos afirmaciones principales: primero, que uno de los procesos básicos en la constitución de los marcos de sentido de la acción es la configuración de la corporalidad y, segundo, que este proceso concreto puede ser mejor comprendido si usamos el concepto, misterio y mito de la «encarnación». Pero este ensayo es también parte de un movi-miento teorético contra los mentalismos y los dualismos cuerpo-mente. A este respecto, se argumenta que algunos de sus supuestos generales, tales como el antiobjetivismo, esbozan un nuevo contexto teórico y, al mismo tiempo, clarifica sus afinidades con investigaciones relevantes del tipo de las de F. Varela en Ciencias Cognitivas o G. Lakkof y M. Johnson en Semántica.



ABSTRACT


This essay comes from a wider research on how it is possible for social actions to have meaning or sense. Two main claims are made within it: first, that embodiment is one of the basic process for setting up the frames of meaning of action, and, second, that this very process can be better understood if we use the concept/mystery/myth of «encarnation». But this essay is also part of a theoretical movement against mentalism and body/mind dualism. In this respect, it argues that its general assumptions, such as anti-objetivism, outline a new theoretical context and, at the same time, it makes clear its affinities with relevant researches such as F. Varela’s in Cognitive Science or Lakoff’s and M. Johnson’s in Semantics.


INTRODUCCIÓN


La mirada moderna sobre el cuerpo es la mirada que lo separa de la mente. Del mismo modo que enfrenta lo material con lo cultural y contrapone la acción con la estructura. La imagen moderna del ser humano por antonomasia es la imagen cartesiana del fantasma en la máquina. De ella y de sus diversos refinamientos sólo nos hemos podido empezar a deshacer a partir de la crisis cultural acaecida en la segunda mitad de nuestro siglo1.


Si nos reducimos a la teoría social podemos constatar que desde los años setenta se vienen produciendo diversas investigaciones dirigidas tanto a superar esos dualismos (especialmente el que se establece entre estructura y acción) como a impedir la reducción de uno de los polos del dualismo al otro. En esta dirección aparece, por ejemplo, el intento habermasiano de fundamentar la teoría crítica en los presupuestos pragmáticos de la comunicación o, de un modo más próximo a mi propuesta, encontramos la teoría de la estructuración de A. Giddens, que pretende hacernos ver en la acción una corriente de realizaciones estructuradas y estructurantes. Este es el espíritu que alimenta mi trabajo: la superación de los dualismos modernos.


Sin embargo, este estudio forma parte de una investigación amplia, todavía en curso, que versa sobre la producción y reproducción de los marcos de sentido de la acción. En concreto, el presente artículo se limita a ser el desarrollo de una de las conclusiones de esa investigación, a saber, de aquella que afirma que el «cuerpo», o, mejor dicho, la constitución social y constante de la corporalidad, es una solidificación básica del trasfondo, que posibilita la configuración de marcos de sentido para las diferentes acciones. Esto hace que al buscar un camino para la superación del dualismo mente-cuerpo lo encuentre ligado a la superación del dualismo moderno entre lo simbólico y lo material.


Lo más peculiar de mi propuesta ha surgido a la hora de tomar un referente para esa superación. Me he visto conducido por el lenguaje a reconocer un hecho en el que nunca había reparado, a saber, que la teología cristiana dominante, que durante siglos ha sido germen y alimento del dualismo mente (alma)-cuerpo, contenía también la idea de la unidad de esos polos. Una unidad que se habría dado en un caso concreto (Jesús) y que se anunciaba para todo ser humano.


Mi propuesta es que la reapropiación y secularización del concepto de «encarnación» facilita aquella superación y ayuda a ver en la corporalidad el lugar básico donde se funden y diluyen muchos de los dualismos modernos. Este movimiento conceptual nos ayudará a ver el «cuerpo» como la materiali-dad significativamente conformada; como la estructura dinámica de interacción con el medio, que alimenta nuestros procesos cognitivos y volitivos; y como el asiento de la estructuración social, que hace posible la realización de acciones y la reproducción de estructuras.


Independientemente de que pueda resultar una contribución algo atípica a un número monográfico sobre la sociología del cuerpo, lo cierto es que, dado lo novedoso de algunos aspectos de esta propuesta y lo extraño de algunos otros, estimo conveniente recordar su localización en el seno de una tendencia general. Por ello, el primero de los dos objetivos yuxtapuestos que me propongo consiste en mostrar la relevancia de una incipiente «tradición» de investigación en ciencias sociales y, especialmente, de una vertiente de la misma, que he venido siguiendo en los últimos años.



NOTAS

  1. Agradezco aquí las diferentes ayudas que me han brindado para esta investigación algunos profesores de la Universidad de California en Berkeley (J. Arditi, N. Smelser, J. Searle y H. L. Dreyfus) y de la Universidad Complutense (C. Corral, F. Serra, M. Barañano y T. Huertas). Pero, sobre todo, quiero agradecer la colaboración de L. Pérez Latorre, cuya ayuda y amistad son inestimables.


Otra INFO del autor

Web: https://www.ucm.es/masteranalisissociocultural/prof-fernando-jose-garcia-selgas

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