Hombres: cuerpo, género y sexualidad
RESUMEN:
En este trabajo se hace un breve repaso de la historia del cuerpo masculino en Occidente, y la manera en que se ha dado la construcción genérica de aquél. En este sentido, se aborda la transgresión a esas normas tomando como referencia diversas obras literarias de temática gay, donde se abordan las variadas formas que ésta adopta. Lo anterior permite ver cómo se construye el cuerpo masculino en nuestra sociedad contemporánea, para arribar finalmente a la comprensión de cómo opera la construcción de la masculinidad y la identidad gay en los varones contemporáneos.
ABSTRACT:
In this paper we present a brief review of male body’s history in the West and its gendered construction. Within this context, transgression of gender norms is analyzed taking as point of reference several literary works on gay themes. This allows us to see how the male body is constructed in our present day society, to finally arrive at an understanding of how the construction of masculinity and gay identity operates in today’s males.
PALABRAS CLAVE: masculinidad, gay, cuerpo
INTRODUCCIÓN
El cuerpo humano, a pesar de su presencia permanente en todos los ámbitos de nuestra vida, suele ser un gran misterio que vamos descubriendo desde que nacemos, pero que nunca acaba de develarse por completo. Sin duda existen factores culturales que vuelven aún más profundo este desconocimiento, ya no digamos del cuerpo de los otros, sino incluso del propio. A lo largo de los siglos se han ido generando diversas conceptuaciones del cuerpo, que poco a poco fueron estableciendo condiciones éticas y morales relacionadas con su cuidado, limpieza y protección, así como con la manera en que éste debía ser cubierto para presentarlo ante los demás, tapándolo, revistiéndolo y aislándolo, tanto del ambiente en el que se movían los sujetos como de sus prójimos.
Los atuendos utilizados en diversas épocas nos dan información sobre el sentido que se le daba al cuerpo y sobre la manera de representarlo, a partir de lo que se mostraba y lo que se cubría, de lo que se disimulaba y de lo que se hacía evidente. Podemos repasar muchos elementos que dieron sentido a los cuerpos, y permitieron que se fuera transformando su sentido sociocultural de acuerdo con cada época y lugar.
Dentro de este repaso podremos ver que en esos procesos históricos hubo factores que le fueron dando matiz a estas características a partir del género de los sujetos aludidos. En este sentido, ser hombre o mujer en las diferentes sociedades condicionó en buena medida las acciones, percepciones y usos del cuerpo, así como las maneras en que los sujetos podían interactuar con el mismo y con el otro género. Estos cuerpos desnaturalizados o enculturados fueron adquiriendo características que les otorgaron las diversas sociedades. Una de ellas, quizá la más importante, fue que se establecieron dos categorías a partir de las cuales se organizó el mundo en lo femenino y lo masculino, asignándoles roles distintos en función de las expectativas que se formaron en torno de ellos. De ahí que se vaya tejiendo una red de significados sociales para cuerpo, género y sexualidad. Si bien cada uno de estos elementos ha tenido un peso específico distinto a lo largo del desarrollo histórico de Occidente, han estado íntimamente ligados. Así, podemos encontrar momentos en que la relación entre cuerpo y género es más evidente, y otros en los que la sexualidad en relación con el género se vuelve un asunto público; sin embargo, el tercer elemento está latente y termina por definir la relación con los otros dos.
Las sociedades produjeron relaciones jerárquicas de poder a partir de las diferencias de género, y éstas permitieron justificar una organización en la que el varón construyera o conservara una posición de control frente al otro género. En Occidente, a lo largo de los siglos, se elaboraron discursos que legitimaron esta subordinación. Durante el siglo xx el debate de sufragistas, feministas y demás luchadoras sociales que buscaban transformar esas relaciones sociales, permitió ir entendiendo ese proceso histórico y, con ello, sentar las bases para el establecimiento de una sociedad más equitativa y respetuosa de las diferencias.
No obstante lo anterior, ahí no se agotan las desigualdades sociales. Habría que inscribir allí los comportamientos sociales —justificados a partir de su naturalización al emparentarlos con los sexuales— que de manera más variada generaron categorías cuyo reconocimiento (y por tanto valoración social) se ha trasformado en la sociedad occidental, pasando de ser actos respetables de los sectores sociales hegemónicos a actos descalificados en los sectores marginales. Dentro de estas categorías encontramos los comportamientos sexuales, que se fueron transformando a lo largo del tiempo, respondiendo a diversas circunstancias económicas, políticas y demográficas, entre otras, que después obtuvieron una base discursiva de orden moral, lo que contribuyó a darle validez a esas transformaciones.
Por lo anterior, en este artículo revisaremos cómo esos sujetos, distinguidos a partir de los discursos de género, provocaron el desarrollo de una sexualidad sancionada socialmente que reconocía la heterosexualidad monógama como la única manera válida de ejercerla. No obstante lo anterior, las formas trasgresoras han permanecido latentes, ocultas y clandestinas, pero también se transforman y actualizan, permeadas por los discursos genéricos y por las condiciones sociales que se presentan en el ámbito particular. En consecuencia, haremos una revisión somera del desarrollo histórico que tuvieron en occidente los discursos sobre cuerpo, género y sexualidad, centrándonos en los aspectos relacionados con el varón. Por obvias razones de espacio, habrá muchos aspectos que apenas podemos dejar señalados, sin que ello signifique que se le otorgue una menor importancia, sino que serán motivo de futuras discusiones.
Realizaremos un análisis en relación con las sociedades contemporáneas, que nos permita explorar qué visión se tiene hoy en día dentro de las ciencias sociales, y cuál es la perspectiva de estos estudios, para poder no sólo conocer, sino entender y respetar las formas diversas de ejercicio de la sexualidad, sin que esto vaya en detrimento de la construcción identitaria del género. Específicamente nos interesa observar en este proceso cuál fue el papel asignado a los hombres que tienen sexo con hombres como paso previo a la construcción de una identidad gay. Nuestro recorrido, si bien nos lleva por un tránsito relámpago por Occidente, se quiere detener en el último siglo en el que hemos encontrado algunas referencias literarias que, cruzadas con las escasas referencias históricas que se tienen nos hablan de un siglo en el que las preguntas, los cuestionamientos sobre esta identidad que se fue construyendo a partir de una preferencia sexual, se han mantenido latentes intentando comprender el sentido que Occidente les ha dado y las distintas formas estratégicas en que los sujetos han enfrentado la intolerancia y la discriminación.
BREVE HISTORIA DEL CUERPO MASCULINO
Hablar de la construcción cultural de los cuerpos resulta en extremo sugerente para el planteamiento que desarrollaremos en el presente apartado, en relación con la manera en que las sociedades occidentales han construido la masculinidad. El cuerpo, a pesar de haber sido definido desde su materialidad, es difícil de conceptuar. Desde que Descartes habló de la separación cuerpo-alma como dos entidades aisladas, la comprensión del cuerpo en Occidente ha resultado compleja. En el proceso de tratar de explicar la existencia y el sentido del cuerpo, diversos autores se han referido a los cuerpos como entidades que requieren ser analizadas a partir de los sentidos que adquieren desde distintas perspectivas filosóficas.
Por ello algunos autores parten de la idea de que para entender los cuerpos es preciso abordarlos de manera separada, de acuerdo con las maneras que se les puede dar en distintos contextos. Así, las sociedades han tenido la necesidad generar discursos sobre los cuerpos masculino y femenino, es decir, de esculpirlos desde el género, obteniendo de una masa informe, un sujeto normalizado y enculturado, a partir de los presupuestos, la cosmovisión y el sistema de valores del grupo social en cuestión. Es importante aclarar que desde el punto de vista que se presenta, no nos referimos a los cuerpos de manera atemporal o universal. Consideramos que los cuerpos se construyen histórica y culturalmente, y que responden a las necesidades, ideas, pensamientos e imaginarios de una sociedad en particular. Las sociedades humanas, en su desarrollo histórico, fueron construyendo imágenes o representaciones de los cuerpos masculino y femenino, sea a través de metonimias (y ello nos lleva a mencionar la multiplicidad de representaciones fálicas o las femeninas asociadas con la fecundidad) o de una variedad de imágenes que fueron desde las pinturas rupestres (que en su sencillez no siempre permiten adivinar claramente los detalles), hasta las más perfectas representaciones a través de la escultura y la pintura de los ideales estéticos femenino y masculino de las épocas y culturas de las cuales el Occidente actual es heredero. De todas esas representaciones surgieron también las imágenes religiosas en las que se recogieron esos ideales estéticos (como símbolos de perfección dela divinidad) aunque después se dijera que esas divinidades habían creado al hombre a su imagen y semejanza. Si revisamos los textos más antiguos de diversas tradiciones religiosas y filosóficas de Occidente, encontraremos sin lugar a dudas referencias a los orígenes del hombre como especie y, por tanto, de su cuerpo. Éste ha sido percibido de diferentes maneras, y no necesariamente en el sentido binario que plantea el género en la actualidad, sino respondiendo a los condicionamientos que en su momento ha establecido cada sociedad.