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CUERPO Y MEMORIA, LENGUAJE ARTÍSTICO DESDE EL ADULTO MAYOR


 

RESULTADO DE INVESTIGACIÓN: Sistematización y consolidación de propuestas, métodos, didácticas, estructuras y/o estrategias que han abordado colectivos, grupos o compañías que han participado en la temporada de artes mayores desde 2004 hasta el año 2017

 

Resumen


Al establecer ese ámbito propio de las concepciones instauradas desde lo artístico con un marcado sentido patrimonial, hecho que aborda la consolidación humana de sociabilidad que traspasa el ejercicio, desde la razón de ser de la experiencia que acumula todo un sentido de memoria social, identidad y apropiación cultural; con los cuales transita al mundo de lo cotidiano para convertirlos en elementos estéticos propios de comunidades y por ende expresiones de comunicación de las colectividades, que son metáfora del cuerpo, que es el escenario donde la remembranza convertida en tradición se instala en las condiciones de entenderse y no olvidarse como patrimonio vivo de las culturas.


Es tanto así, que el campo de la formación cultural se instaura desde lo social, en este estudio se aplica desde las artes escénicas -danza- como una práctica de pensamiento que motiva y estructura acciones de reflexión, producto de un sentido en la acción propia de los derechos culturales. Este análisis es el resultado de la sistematización y consolidación de propuestas, métodos, didácticas, estructuras y/o estrategias que han abordado colectivos, grupos o compañías que han participado en la temporada de artes mayores desde 2004 hasta el año 2017, además del montaje “Huellas” del 2010, donde se construye para la escena a partir de un saber corporal, que con el tiempo se va convirtiendo en un lenguaje escénico situado acorde a símbolos y canales de comunicación sociales, establecidos desde la corporalidad de personas mayores para la definición de un lenguaje artístico propio y local.


Palabras claves: Arte escénico, Patrimonio, Adulto mayor.



Su Génesis


La idea de identificar a una persona adulto mayor se define según la cronológica de la edad que es un asunto sociocultural, al reconocer que cuenta con un saber ancestral que debe ser visibilizado y socializado como patrimonio cultural inmaterial. Se considera que cada sociedad establece el límite a partir de cual persona se le denomina como mayor o de edad avanzada, según una edad social. Es tanto así, que la vejez puede ser tomado como una etapa de pérdida, todo depende de la combinación de recursos y la estructura de oportunidades individuales y generacionales a la que estén expuestas las personas en el transcurso de su vida, de acuerdo a su condición y posición al interior de la sociedad.


Al interior de las colectividades, los adultos mayores cuentan con unas dinámicas propias, saberes y apropiaciones de comunidad, los cuales han sido aportantes en la construcción de la sociedad actual. Por ende, dentro de la Política Colombiana de Envejecimiento Humano y Vejez 2014-2024 del Ministerio de Salud, identifica que todos los seres vivos envejecen, lo que se constituye en un proceso multidimensional de los seres humanos que se caracteriza por ser heterogéneo, intrínseco e irreversible; inicia en la concepción, se desarrolla durante el curso de vida y termina con la muerte. (P. 3) Reconoce ello que las consecuencias del rápido envejecimiento de las sociedades en los países en desarrollo se manifiestan en cambios estructurales, tales como las modificaciones en la composición familiar, en los patrones de trabajo, en la migración de los jóvenes a la ciudad, en la profundización de los procesos de urbanización, en el mayor ingreso de las personas al mercado laboral y en la mayor sobrevivencia de las mujeres a edades avanzadas. (P.13)


La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en abril de 2009. Publico con el aval de las Naciones Unidas, “Envejecimiento, derechos humanos y políticas públicas” donde expone que el proceso de envejecimiento de la población abre nuevas posibilidades para la construcción de ciudadanías del siglo XXI. Primero, alienta a conciliar las necesidades e intereses de todos los grupos de la sociedad para avanzar hacia una plena integración social, donde cada persona, independiente de su edad, cuenta con sus propios derechos y responsabilidades, teniendo una función activa que desempeñar (Naciones Unidas, 1995). Segundo, irrumpe o se consolida un nuevo sujeto social que reclama un tratamiento particular en razón de su edad y, tercero, introduce nuevas indicaciones para expandir, especificar y profundizar los derechos humanos. La legitimidad de estas necesidades en las personas mayores, al igual que otros grupos sociales, han disfrutado de un ejercicio limitado de igualdad y de libertad, producto de desigualdades explícitas —en cuanto a situación y a derecho— y a que las políticas públicas muchas veces no han tomado en cuenta sus necesidades (Naciones Unidas, 1995).


Identificado el grupo objetivo, es relevante reconocer que lo aquí expuesto es propio de la experiencia por más de 15 años en la formación no formal de las artes escénicas con personas mayores de 50 años, con quienes se ha logrado descubrir procesos significativos, como también rescatar el cumulo de razones emocionales, afectivas, intelectuales, sociales y expresivas que posee el ser humano que no dependen exclusivamente del tiempo (edad), sino de la necesidad de expresar, comunicar y preservar que es el principio del arte como proyección social y por ende como hecho cultural. Se debe reconocer entonces que las manifestaciones culturales, son propias del Patrimonio inmaterial de la Humanidad, son aquellas que realizan algunos colectivos, los cuales se debe “salvaguardar aquellos usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas transmitidos de generación en generación y que infunden a las comunidades y a los grupos un sentimiento de identidad y continuidad, contribuyendo así a promover el respeto a la diversidad cultural y la creatividad humana" (Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial 2003, Unesco); en esta convención, el patrimonio cultural inmaterial, se manifiesta particularmente en: las tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del patrimonio cultural inmaterial, las artes del espectáculo, los usos sociales, rituales y actos festivos, los conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo & las técnicas ancestrales tradicionales, así mismo los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que son inherentes a las prácticas y expresiones culturales, por este asunto se hace un recorrido a lo conceptual que establece que estas manifestaciones sean clasificadas como prácticas sociales y expresivas de la humanidad.


Aunque se considere que el patrimonio cultural es la configuración donde se identifica la esencia de la identidad, desde esta perspectiva, hay que resaltar el repertorio inacabado de testimonios materiales e inmateriales que constituyen los referentes de la memoria colectiva, los cuales son experiencias que guardan y preservan algunas comunidades en su retina. Considerándose como: “Un bien o una manifestación pueden considerarse patrimonio cultural de la nación cuando se hace evidente que los individuos o las comunidades las reconocen como parte de su identidad, toda vez que les atribuyen, otros valores o intereses de tipo histórico, artístico, científico, estético o simbólico (…) entre esos elementos solo pueden considerarse patrimonio cultural de la nación aquellos bienes y manifestaciones a los cuales las personas, los grupos, o las instituciones con competencias atribuidas legítimamente, mediante un proceso razonable, reflexivo, transparente, incluso público, le confieren valores o atribuciones de identidad” (Mincultura, 2010:12- 13).


Relacionado a lo que expone Arizpe, quien en su estudio establece que hay un patrimonio muy importante allí, en las formas inmateriales, que nos permiten saber lo que otros piensan, sentir lo que sienten e intercambian lo que necesitan. Es así que el patrimonio intangible, inmaterial, vivo, que nos rodea que, por su naturaleza constantemente creativa, es, ante todo, es una serie de prácticas performativas; es decir, que se hace visible en el momento de la acción, pero que representa una serie de códigos o signos aprendidos y compartidos, propios de cada comunidad y cultura. Tanto es así que “el patrimonio cultural inmaterial no es un objeto, una representación o un sitio, si bien estos pueden incorporarlo y darle forma material. Básicamente consiste en una propagación de significados alojados en lo profundo de la memoria colectiva. No puede considerarse de otra manera, ya que la principal premisa en su definición es que las culturas están en constante cambio, a medida que quienes las practican y las admiran crean nuevas formas y se adaptan a las circunstancias históricas” (Arizpe, 2009:28).


Es el caso de la Temporada de Artes mayores donde la memoria corporal ha repercutido en el patrimonio local al conservarse esa mirada de quien lo aprecia y con ello funde lo aprendido del pasado y lo ejercido en el presente, que es lo que hace identitaria en las representaciones escénicas. Esa misma mirada y esa misma protección también valen para todo aquello que no tiene una forma material y que, sin embargo, nos arropa en un patrimonio cultural de las identidades, los sentimientos compartidos y los futuros imaginados. Estas prácticas consentidas que son, justamente, formas visibles de convivencia con sentido, son lo que hoy llamamos patrimonio cultural inmaterial (Arizpe, 2009:7).


La mayoría del patrimonio cultural inmaterial se da como una práctica recursiva que produce nuevos significados a partir de sus conocimientos y expresiones; es por ello que se suscribe como patrimonio en las formas inmateriales, que es la que nos van a permitir saber lo que otros piensan, sienten e intercambiar. A esta estructura la denominamos patrimonio el cual es intangible, inmaterial y vivo, siendo el que nos rodea en la cotidianidad. Es tanto así que es un legado que se absorbe de manera inconsciente y se repite como parte de nuestras vidas. Lo más importante, es que nos abre la posibilidad de saber quiénes somos ante otros y el universo. Llega a ser de naturaleza creativa, porque el patrimonio intangible es, ante todo, una serie de manifestaciones performativas, que se hacen evidentes en la acción real, porque está cargado de un abanico de símbolos asumidos generacionalmente, como hecho de apropiación, tradición y memoria, propios del saber cultural, como símbolo social.


El patrimonio cultural inmaterial es presencia, tanto de todo aquello que lo define como de lo que está ausente. Es un juego constante de presencia/ausencia. Es lo que nos sitúa como miembros de una familia, de uno o varios grupos étnicos, culturales y religiosos, de pueblos y regiones. Nos ubica también como ciudadanos de una nación exuberante en su diversidad y su historia frente a un mundo globalizado. Aquello que es un legado no material, visible, pero si entrañable. Aquello que hoy estamos aprendiendo a llamar patrimonio cultural inmaterial. También se puede llamar patrimonio intangible o patrimonio vivo (Arizpe, 2009:9). La importancia del patrimonio cultural radica en los lugares y objetos, como también en las personas y en los grupos socioculturales que ellas conforman. Esas personas y esos grupos comparten un pasado, un modo de ser, vivir, sentir, sufrir, pensar y actuar, para subsistir y ser reconocidos como comunidad para la humanidad.


De esta forma el concepto de patrimonio cultural inmaterial, se llega a entender en el marco de una constelación de ideas actuales (libertad cultural, diversidad cultural, choque y dialogo de las civilizaciones y conocimientos indígena u otra comunidad), las cuales se han cristalizado mediante el dialogo universal en torno a los retos que enfrenta la sociedad mundial actual. Es por ello que el patrimonio cultural inmaterial se constituye en el tiempo cultural que avanza siempre; ese devenir es inherente al desarrollo de todos los individuos y pueblos, y se convierte en indispensable para la libertad cultural como condición necesaria en mantener la coherencia cultural de las sociedades, que linealmente se manifiesta desde el sincretismo como una mutación o transformación a manera de emancipación social. Los antropólogos y semiólogos han llegado a la conclusión que los objetos y las prácticas culturales sean físicas o inmateriales, solo adquieren valor al renovar continuamente sus significados, es donde se construyen nuevas formas para generar y comprender el sentido y el significado de los objetos, artefactos, sitios y actos performativos que permanecen a los propios grupos, barrios, etnias y naciones; estos valores deben ser conferidos, mantenidos y renovados por quienes los usan, practican o valoran, incluyendo todo tipo de públicos; son ellos quienes mantienen vivos los objetos y los convierte en acciones performativas, siendo narrativas socialmente significativas, legitimando la noción de “patrimonio cultural” como un campo fundamental de interés político e intelectual, y ello condujo al desarrollo de toda una industria del patrimonio cultural (Arizpe, 2009:40).


Asunto que se evidencia en los encuentros del arte performativo del adulto mayor, porque así se ha ido entendiendo que el patrimonio cultural inmaterial se establece como un proceso aislado de creación propio de las organizaciones que las implementa, haciendo uso de habilidades que posibilita factores, productos, repercusión social y valor económico, aprovechándose de los aportes y desarrollos de las comunidades, para dominarlo. A este respecto se espera que la diversidad y participación cultural, establezca el dialogo a partir de las diferencias que se instauren afirmando con certeza que el respeto debe darse para que permita la construcción compartida como ha sido siempre de estas manifestaciones y reforzar la participación de los miembros de la sociedad en todos los aspectos relacionados con la conservación del patrimonio según contexto y territorio.


El patrimonio cultural inmaterial llega a ser hibrido, porque está basado en criterios como la ocupación o relación con las actividades de las mujeres. Ello nos conduce al término de “portador de la tradición” para plantear el de “portadores de cultura” como “miembros de una comunidad que de manera activa reproducen, transmiten, transforman, crean y forman “cultura”, como “creadores”, “practicantes” y “custodios” activos del patrimonio. Las mujeres no son “portadoras pasivas de la tradición” o simplemente desempeñan una función de “transmisión” del patrimonio cultural inmaterial, llegan a ser en algunas culturas las portadoras de ese saber y el ethos cultural (Arizpe, 2009:54) que en gran parte de nuestro territorio nacional se les identifica como “matronas”, portadoras de saber y poder social.


La identidad dista del patrimonio cultural inmaterial, porque la identidad se recrea constantemente por las comunidades en función de su entorno y sus condiciones históricas de existencia, infundiendo un sentimiento de apropiación y continuidad que contribuyen al saber social, las cuales promueven el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana propios de las comunidades. Se identifica entonces que el patrimonio cultural inmaterial según la institucionalidad, comprende los siguientes ámbitos: a. expresiones orales, b. artes del espectáculo, c. prácticas sociales, rituales y actos festivos, y d. conocimientos y prácticas relacionados con la naturaleza (Arizpe, 2009: 58 y 59). Podríamos decir entonces que los custodios del patrimonio son los que hacen aportes a las prácticas y representaciones hasta del lenguaje artístico, que se instauran en la cultura como aquellos conocimiento y habilidades, que mediante el uso de instrumentos, objetos, artefactos y espacios los hacen asimilados a las características de identidad que les son inherentes y propios de su comunidad.


Otro de los componentes relevantes y en asocio al concepto de patrimonio cultural es lo que se llegó a llamar tradición, que el folklorista e investigador Octavio Marulanda ilustra que “uno de los fundamentos esenciales del “saber popular” es la transmisión de las prácticas por la vía tradicional. La tradición implica una permanencia en el tiempo y una depuración de conocimiento, marcada por la experiencia. Tradición es el carácter que tiene aquella noticia que se trasmite en forma sucesiva de una generación a otra, por la vía oral o sea que en ella no intervienen medios diferentes a los de la palabra dicha de unos para otros, o el sonido que se escucha en el medio ambiente de los grupos, o la percepción intuitiva y visual en el laboreo empírico (que podríamos identificar también en la tradición corporal). La tradición es, pues, la síntesis de los conocimientos que vienen del pasado. En ella el actor principal es el pueblo, como dueño soberano de la cultura autóctona. Sin embargo, debemos diferenciarla de la tradición escrita, que la establecen con un rango superior según la cultura organizada. Los libros, códigos, bibliotecas, centros de documentación, las recopilaciones textuales, etc. En sí mismas no son folclor, aunque sean antiguos y hablen de las cosas propias del pueblo. Lo autóctono o vernáculo nace de creaciones espontáneas” (Marulanda, 1984:2). Desde la mirada de los folkloristas se reconoce al otro, el que no está identificado y visibilizado, pero que lleva en su ethos un saber que es propio de la comunidad, por ende, de la humanidad.


Al hablarse de patrimonio se reconoce la tradición y la memoria, donde se ha tenido una larga y compleja historia, porque toca la base sensible a partir del cual la persona es quien define su existencia y su identidad, según unas codificaciones y significaciones sociales establecidas y definidas para ello. Pero también encontramos que las comunidades buscan salvaguardar los ritos y expresiones culturales auténticos, pero es necesario que las nuevas generaciones resignifiquen para la época que les vive, como parte de su historia, como proceso cíclico que las comunidades, hay que reconocer y honrar lo que les pertenece, es lo ideal en este momento para la humanidad que se reconozca el desarrollo local, sin entrar en el juego capitalista de las tradiciones y las expresiones culturales, las cuales como se pensaría van a pasar al olvido y a la sin memoria.


El patrimonio inmaterial recoge entonces las premisas de la identidad, la cual reconoce como elemento relevante al identificar esa transmisión de conocimiento representado en el saber popular, el cual se asocia por extensión al concepto de educación, que asienta el sociólogo francés Emilio Durkheim, la educación es un proceso del cual las generaciones jóvenes van adquiriendo los usos y costumbres, las prácticas y hábitos, las ideas y creencias, la forma de vida de las generaciones adultas (Durkheim, 1979:55-85). Aquí entra en juego, un concepto como es “el de transmisión - adquisición de cultura que debe mostrar cómo los procesos formativos se instauran desde una apreciación de la educación que está imbricada con la economía, el sistema político, la estructura social local y el sistema de creencias de la gente a la que la escuela sirve” (García, 1994:13), podríamos decir que la génesis de la educación está en la transmisión de la memoria de las comunidades que data de generación en generación.


Ante ello, en cada barrio de la ciudad de Bogotá o Colombia, donde existe un salón comunal, un parque o cualquier otro lugar disponible, allí se reúnen los adultos mayores para departir en un juego de tejo o de rana, haciendo gimnasia, bailando o simplemente compartiendo con sus amistades en un rato de esparcimiento. Apropiándose así con su tenacidad y optimismo contagioso de un lugar dentro de la comunidad para ser reconocidos, aceptados, respetados y valorados, según sus altos grados de soledad en que a veces conviven, que hace parte en momentos desu dimensión humana, pero lo más relevante es que estos encuentros los hace sentirse ellos y útiles a la sociedad.


El hecho de que estas personas cada vez dediquen más tiempo a la práctica de la danza como actividad corporal ha ido generando intereses distintos que trascienden el campo de lo exclusivamente recreativo o de lo terapéutico, suscitándose un creciente empeño por incursionar en la dimensión artística al consolidarse un proceso formativo, como manera de resignificar su papel cultural y social dentro de la comunidad, aunque claro está, no siempre sea así, pues también suele ocurrir que dicha finalidad sea confundida con un afán de lucimiento personal por parte de coreógrafos o de los mismos grupos, por cuya causa se crean falsas expectativas que rebasan las propias posibilidades y limitaciones, logrando generar en ultimas situaciones de frustración y resentimiento personal y colectivo.


Evidencia Expresiva y Creativa


Al encontrar en el patrimonio y la identidad, los pilares para que la corporalidad del adulto mayor reconozca su propio saber de acuerdo a la memoria cultural instaurada, pueda descubrir su potencial expresivo y comunicativo dentro del lenguaje artístico de lo escénico. Por ello el proceso de formación debe estar orientado en tres ejes fundamentales como con: Cuerpo, Pensamiento y Expresión entendidos como ese manejo corporal donde hay conocimiento de sí mismo, al establecer niveles de conocimiento que se dan en esa relación que conlleva a la asimilación, acción que se refleja en la consolidación y construcción de la propuesta desarrollada, que se verifica cuando se socializa a un público, y donde el dialogo impregnado de comunicación simbólica desde el lenguaje del cuerpo expone el sentido estético de la propuesta escénica.


Es pertinente identificar que el adulto mayor ingresa tardíamente al arte, lo cual obliga y motiva procesos de reingeniería corporal para potenciar habilidades y cualidades para su desempeño para la escena, además como poseedores de un saber popular específico, se convierte en una estrategia que pone de relieve el gran potencial formativo y transmisor de lo cultural, como experiencia vital que otorga significados y significantes, además de sus posibilidades para adecuarse a las necesidades del contexto local o territorial que se caracteriza con los parámetros de lo cultural.


Siendo precisamente la consolidación de la información referenciada, producto del montaje Huellas (2010) y temporada de artes mayores (2004-2017) considerados como importantes aportes al fomento de las Artes en los Adultos Mayores en la ciudad de Bogotá, donde se caracteriza el desarrollo de niveles de trabajo, de producción estética y de creatividad, fortaleciendo con ello un nivel escénico, logrando con ello un reconocimiento dentro del sector de la expresión patrimonial viva de los lenguajes del arte en la escena.


El montaje “Huellas” (2010) se realiza con la agrupación Nahomas integrado por bailarines mayores de la localidad Rafael Uribe Uribe, con quienes se logró un proceso de exploración, apropiación y realización de una propuesta escénica para la danza a través de un montaje integrado basado en lo danzario y elementos de lo teatral. Para su consolidación se aborda como tema los problemas sociales, como es el desplazamiento a la ciudad en la década de los cincuenta y/o sesenta, lo cual estaba acompañado del sufrimiento en la travesía del desplazado, que es forzado a tomar rumbo a lugares donde siente que va a tener una mejor calidad de vida, al llegar a la capital se dan cuenta que su travesía apenas inicia y que deben luchar por sus vidas y su identidad.


Con base en lo anterior, se hace una búsqueda artística y estética teniendo como eje central la danza tradicional con elementos de la danza-teatro, que serán narrados en el escenario por medio de una historia reflejo del recuerdo propia de las HUELLAS que ha dejado el pasado en donde se hace un recuento local de los lavaderos comunales de la ciudad, el festín de la plaza de mercado, el trabajo en restaurantes; todo ello, lo llevo a pensar en su existencia, para ser transformado en una habilidad interpretativa a través de una codificación y significancia del movimiento, gesto y acción en un momento-lugar específico para motivar la realización de la descodificación que logra construir una persona mayor de 50 años en una propuesta escénica de 35 minutos. De esta manera se consolida el montaje con las siguientes escenas secuenciales, Primera:” El Recuerdo”, Un abuelo soñador evoca los recuerdos por medio de objetos que han marcado su historia y que han dejado huella en su memoria, es así como de lo más profundo de su recuerdo revive escenas que lo llenan de nostalgia, alegría y vida, al haber sido un niño desplazado y como el tiempo lo ve como un gran protagonista. Segunda: “Lavaderos”, la remembranza lo lleva a los lavaderos donde su mama lo llevaba, además que en algunos lugares de la ciudad se construyeron lavaderos que eran de uso general, donde era punto de encuentro obligatorio para compartir o para discutir por un lugar y espacio de lavado. Tercer: “Plaza de mercado”, El andariego encuentra aquí el lugar que le recuerda su lugar de origen donde lo fresco y natural es el ambiente que lo identifica; es descubrir un espacio ancestral donde confluye la danza de los productos del campo a ritmo de quien lo visita, donde se evidencia específicamente el espacio, el movimiento con las más diversas y variadas comunicaciones corporales. Cuarto: “Restaurante”, Lugar a donde deben pasar y llegan a pedir los comensales, siendo el alimento el encuentro convocante y manifestación de amor de la familia, acción tradicional de nuestra cultura colombiana, donde el rito y la ceremonia en la cocina es un deleite para la existencia del hogar, que se proyecta en el restaurante. Quinto. “El Encuentro”, El abuelo soñador se encuentra en un lugar agreste que resulta siendo su propio lugar, el cual desconoce donde no puede hacer nada para conservar por tener callada el alma, aquí la existencia se identifica con los grandes momentos del ayer, que son la realidad del hoy y la seguridad del mañana, este es el papel del adulto mayor en la sociedad.


Esta estructura ha sido el eje de análisis, acompañamiento y construcción de nuevos montajes que han participado en la temporada de artes mayores en los últimos 8 años, donde se identifica que los adultos mayores son trasmisores de historia para entender su papel como agente social acción indiscutible de los sujetos culturales, por ello es importante rescatar las tradiciones y la memoria de nuestro entorno a través de manifestaciones artísticas, para no olvidar el pasado que es la fortaleza del futuro. Es por ello que el proyecto “Temporada de Artes Mayores” es importante para la ciudad porque da la oportunidad a grupos de adulto mayor de ser visibilizados, además les permite ser reconocidos como gestores culturales y artísticos, con ello se gana confianza al adquirir experiencia individual y colectiva. Porque de esta manera se da a conocer algunas manifestaciones escénicas del adulto mayor a la ciudad, con ello se viene valorando el trabajo de los adultos mayores, creando oportunidad de participación y proyección. Lo más importante es lo felices que son los adultos mayores en estas actividades donde se sienten activos, importantes y reconocidos. Los participantes consideran que es un evento no competitivo, que se disfruta y goza, además es una opción para mostrar el trabajo escénico que ha sido trabajado durante todo un año, sin tener opciones para circular sus trabajos.


Referentes Bibliográficos


  1. Arizpe Schlosser, Lourdes (2009) “El patrimonio cultural inmaterial de México, Ritos y Festividades”, Maporrua, México D.F.

  2. Durkheim, Emile (1979) Educación y Sociología. Linotipo, Bogotá, p. 55-85.

  3. García Castaño, Javier y Pulido Moyano, Rafael (1994). Antropología de la educación: el estudio de la transmisión. Eudema S.S. Madrid España.

  4. Marulanda, Octavio (1984). El folclor de Colombia: práctica de la identidad cultural. Bogotá: Artestudio editores, Gladys González Arévalo, Pág. 2.

  5. Min Cultura (2010), Patrimonio Cultural para todos, Una guía de fácil comprensión. Ministerio de Cultura de Colombia, septiembre de 2010.

  6. Política Colombiana de Envejecimiento Humano y Vejez 2014-2024 del Ministerio de Salud.

  7. Referentes Montaje “Huellas”, Programa Distrital de Estímulos 2010, Convocatoria Localidades Culturalmente Activas. Concurso A. Creación Artística Local, Danza. Localidad Rafael Uribe Uribe.

  8. Temporada de Artes Mayores, 10 Versiones, Corporación de Danza Mayor Damaruu, Colectivo Cultural Nahomas y la Red de Artes Mayores. Durante el periodo de 2004-2018.

  9. UNESCO (2003) Convención Para La Salvaguardia Del Patrimonio Cultural Inmaterial, París, 17 de octubre de 2003 MISC http://www.dane.gov.co/index.php/educacion-cultura-y-gobierno/poblacion-escolarizada/89-sociales/educacion/3901-educacion-formal, del 2013, recuperado el 3 de marzo del 2015

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