Cuerpo en estado consciente de Vigilancia
Sin perder la calma, controla la ansiedad por terminar lo que ni siquiera sabes que está empezando. Puedes controlarte, abstenerte y evitar el tiempo del sin tiempo. Así podrás percibir el objeto que estando fuera del cuerpo, lo puedes convertir en parte de tu cuerpo, para hacer un todo de los dos, y después -si lo deseas- puedes fraccionar ese todo en partes que dicen cómo hacer, cuidar y mostrar la idea que se desea manifestar en una relación de continuidad con los centros del cuerpo.
Esos centros del cuerpo que, desplazándose por el espacio, afectan tu postura y las posturas segmentales, que de tu postura se enuncian para configurar el material manipulado en un tu espacio hacia la totalidad espacial, para crear la danza que emerge, instalada desde el interior de tu cuerpo como traje adecuado para la representación escénica.
Tener el control sobre el objeto que se manipula, es estar percibiendo su peso, grosor, longitud, altura, textura…y si encuentras el camino correcto en su manipulación, lo conviertes en un segmento más de tu propio cuerpo; es decir, se convierten los dos en uno. Eso hace que la escena se potencialice para decir y comunicar algo a alguien, que atentamente observa la escena en la que eres el protagonista directo.
Estamos hablando de un cuerpo expuesto a múltiples miradas que pueden entender tu escritura corporal, o simplemente leen lo que les es significativo en su momento emocional -que precisamente estén viviendo- por eso, es posible que lo que le es significativo a ese activo espectador, para ti no tenga ninguna relevancia o importancia; ya que, esa no era la intención directa de la idea principal escénica que buscaba tu cuerpo con el objeto…pero eso suele suceder, porque algunas acciones que se crean para la escena, fluyen sin peso creativo en estados emocionales inconscientes… y se ocultan hacia nuestros propios ojos y sentimientos.
Entonces, habría que entender que con el simple hecho de manipular un objeto físico; también se está manipulando un objeto oculto o inconsciente que existe, y en algún momento decide mostrarse por el estado que está pasando el cuerpo; es decir, que se muestra como parte de la narración corporal que se ha elaborado para contar la historia que se conoce o se haya conocido. Ahora, si esta historia ha sido narrada –corporalmente- sin un tiempo emocional que no se ha logrado comprender por un cuerpo contemporáneo; entonces, aparecen sus estados emocionales inconscientes, momento en el que se estará transmitiendo un lenguaje oculto del que muchos aprenden y les es significativo; sin haber sido ésta la intención de la escena, se logra enseñar algo a alguien que es receptivo porque esa emocionalidad es preponderante en su momento actual de vida.
Aunque, en la representación escénica del cuerpo con la manipulación del objeto, la intensión directa es otra, cuando emerge el objeto oculto o inconsciente, esta intensión puede cambiar el discurso corporal por el estado inconsciente en que entró el cuerpo, proyectando otras lecturas del espectador, que ha logrado visualizar una posible búsqueda personal que le justifica el estar ahí como lector observador, es decir, un espectador activo consciente.
El objeto oculto o inconsciente, permite observar un cuerpo que se vacía de temores, moviéndose en la escena con propiedad, provocando aprobación o desaprobación de alguien, que incomodado por lo que es capaz de observar, siente un dolor directo en su ego. Dolor que se causa, cuando sin percatarnos de las texturas emocionales que habitan en el cuerpo, se rompe con los prejuicios para tocarse, acariciarse y amarse un nosotros mismos, que ya con el cuerpo despierto a lo que dé lugar para representar en la escena, acomoda las cosas en su lugar, dentro de la idea que se tenga o se posea del mundo que se habita y habitamos.
El objeto oculto o inconsciente se hizo visible, porque en algún momento aparece cambiando la intensión del gesto corporal, facial, óculo-espacial y quizás por una potencial equivocación que fortaleciendo las acciones siguientes, muestra al cuerpo con el objeto en otro plano diferente de representación escénica; por lo cual, se reelabora el discurso corporal con criterio y encarnación vivencial; es decir, emergió como lenguaje escénico fluido, sutil y exquisito de observar; por consiguiente, puede atravesar emocionalmente –siendo positivo o negativo- a cualquier espectador.
Es ese, el objeto oculto o inconsciente de tu representación que posee la verdad de lo que eres como cuerpo antes, durante y después de la escena, él escapa al control racional que se tiende a ponerle a todo lo que se hace; es decir, es el y simplemente él que siempre ha estado en tu cuerpo esperando su momento oportuno para emerger y decir lo que se es. Lo que se muestra sin tanto adornos corporales -innecesarios- es lo dramatúrgico del movimiento corporal danzado para la escena, si se es receptivo a este momento donde el objeto oculto o inconsciente se muestra, puede potencializar las escenas de la obra dancística a la vez que se potencializa el cuerpo inconsciente.
El cuerpo posee la facultad de controlar y dominar lo que a él se adhiere sin complicaciones en pensar el cómo hacerlo. Siempre y cuando el cuerpo este habitado, es capaz de ir en contra de la gravedad, ponernos a soñar y divertirnos a través de nuestras danzas. Cuando conocemos como es el cuerpo que poseemos, tenemos muchas posibilidades de coordinar nuestros movimientos, manipular cualquier objeto e inclusive controlarnos nosotros mismos como un objeto inconsciente en un cuerpo consciente. Un cuerpo con un objeto que pone en constante alerta la percepción de un espectador…es un cuerpo en estado consciente de vigilancia.