Corpografías y epistemes latinoamericanas. Performatividades de un saber a propósito del cuerpo
Desde el “giro corporal” que se dio hacia los años 70 del siglo pasado, y que consistió en cambiar el ángulo de mirada hacia el carácter histórico social del cuerpo —recordemos que el cuerpo había sido estudiado por las ciencia naturales (medicina, fisiología, biomecánica, etc.)—, la corporalidad se ha constituido en punto de encuentro interdisciplinario y hoy entendemos que asuntos como las sexualidades, los erotismos y el género, la territorialidad, lo biopolítico, lo estético, lo ritual, las culturas juveniles, las feminidades y masculinidades, la memoria, la guerra, la infancia, etc., son experiencias corporales cultural e históricamente situadas.
Un rasgo de este giro es que el cuerpo se ha tomado la palabra y está produciendo una narratividad enormemente diversa, sin embargo, se viene perfilando una identidad en los modos de narrar, un orden discursivo (episteme), que ya se deja sentir y es consecuencia del conflicto que produce el hecho de que el sujeto de la episteme moderna, pasa de ser objeto de descripción, a sujeto de su propia descripción, y, si bien sus experiencias pueden circunscribirse a un ambiente controlado, tarde o temprano hace conciencia de que lo que le concierne, lo que verdaderamente le importa, no obedece a una sola verdad corporal objetiva y universal sino que se elabora histórica y culturalmente, asunto que pone en la escena la conocida “muerte del sujeto”, tan anunciada por Nietzsche, y, gira los focos hacia la emergencia de múltiples y heterogéneas epistemes de lo corporal.
Lo que se postula como una episteme de cuerpo es una forma de producir saber que obedece más que a una razón lógica, a una razón sensible que asume la corporalidad como emergencia y testimonio de su cultura y de su época y entiende que la existencia es encarnada.
(pp. 55-74)
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